THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Un PP centrista, no, por favor

«La misión histórica de Feijóo no es acoger a los socialdemócratas compungidos sino asentar los pilares que aseguren la libertad y el Estado de derecho»

Opinión
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Un PP centrista, no, por favor

Los partidos tienen una responsabilidad histórica. Siempre. La del PP hoy, con un Gobierno que está siendo la ruina de la democracia y de la economía españolas es no ceder ni un milímetro en lo básico. Lo básico no es ser centrista, sino la libertad y las instituciones que la garantizan, como la independencia del CGPJ. 

La derecha española ha cedido demasiadas veces. Ha creído que para ser aceptable debía ir asumiendo que la izquierda tenía razón en todo. Los socialistas decían la verdad cuando exigían un Estado creciente, intervencionista y expoliador, y sobre esa senda ha ido andando también el PP desde sus inicios. 

Los nacionalistas sostenían que España era poca cosa, un error histórico para el  beneficio de la oligarquía y que ahogaba a las provincias. Ya conocemos el cuentecito regeneracionista que tanto ha calado en España con los desvaríos de Ortega que hicieron de nuestro país algo acomplejado que se creía desvertebrado y de espaldas a Europa. Y sobre esta senda también ha ido el PP, dando razón al victimismo nacionalista. 

«Esa derecha no hizo nada cuando tenía que haber derogado la nefasta Ley de Memoria Histórica»

Esa derecha no hizo nada cuando tenía que haber derogado la nefasta Ley de Memoria Histórica que convertía en demócratas a totalitarios que querían imponer la dictadura del proletariado. A esos mismos cuyo deseo era establecer una memoria de Estado, un relato obligatorio que se cargara lo que decente y digno tuvieron la Transición y las personas que la protagonizaron. Se contentaron con quitarle el presupuesto a la dichosa ley, y ahora la tenemos más fuerte que nunca. 

Pudieron reforzar en su día la independencia de las instituciones judiciales, en concreto del CGPJ, para que España tuviera garantizado en el futuro los mecanismos de defensa ante la arbitrariedad de un Gobierno como el de Sánchez. No hicieron nada de nada. Creyeron que ceder al autoritarismo izquierdista era ser «centrista». 

Por su cabeza pasó algo así: «Bueno, venga, un poco de socialdemocracia más, y más carta blanca al nacionalismo, aderezado con la injerencia en el poder judicial». Así era el sistema, un enjuague que permitía sobrevivir día a día. A esto se añadían las leyes ideológicas que iba excretando el PSOE y que apoyaban sus medios de comunicación. El PP protestaba primero con una boca grande que iba cerrando según le decían que debía ser «centrista». 

Lo mismo ha pasado con el Poder Judicial. ¿A quién se le ocurrió decir que ser un «partido de Estado» y «responsable» es permitir que Sánchez meta mano a las instituciones judiciales para satisfacer a los golpistas y filoetarras? ¿En serio? ¿Es que no nos acordamos de la frase más brillante de Ruiz Gallardón cuando fue ministro de Justicia? «Hay que acabar con el obsceno espectáculo de los políticos que nombran a los jueces que han de juzgar a esos políticos». Luego le llamaron la atención y se frustró una vez más el fortalecimiento de la independencia judicial. 

«¿De qué vale que el PP gane las elecciones si quiere ser un poquito de izquierdas y muy amable con los nacionalistas?»

Ser de centro en España es una enorme trola. Lo ha sido siempre. Es hambre para hoy, muerte para mañana. Incluso en las urnas. La estrategia centrista del PP de Feijóo no puede ser ocupar el espacio del PSOE moderado que repudia a Sánchez, y, por tanto, hacer lo que haría un socialista de orden. 

No se trata de ganar las elecciones, sino de para qué se quieren ganar. La misión histórica que tiene encomendado el PP de Feijóo no es acoger a los socialdemócratas compungidos y recibir la palmadita en la espalda de los medios sanchistas. 

La tarea decisiva que tiene Feijóo por delante es devolver España al club de las democracias liberales respetables, asentar de una vez por todas los pilares que aseguren la libertad y el Estado democrático de Derecho. 

La pregunta es evidente: ¿de qué vale que el PP gane las elecciones si quiere ser centrista; es decir, un poquito de izquierdas y muy amable con los nacionalistas? No merece la pena entonces. Si no nos damos cuenta de lo rápido que avanzan los enemigos de todo lo bueno y libre, es que ya está todo perdido. Hoy la lucha está entre defensores de la libertad y los ingenieros sociales. Más centristas no, por favor. 

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