THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Si eres hombre, mala suerte

«Detrás del feminismo ministerial no hay grandes teorías, sino trazo grueso, odio lingüístico, consignas vomitivas, hipocresía y pasta pública, mucha pasta»

Opinión
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Si eres hombre, mala suerte

Erich Gordon

Y si eres mujer, felicidades, estás justificada por tus genitales para cometer los mismos delitos que el hombre y que te pesen menos. Además, tienes la presunción de la bondad y la virtud, no como el hombre, que no es peor porque no le da tiempo ni su cerebro da para más. Este es el mensaje del feminismo ministerial, que ya cansa, la verdad.

La mujer, retorciendo a Rousseau, sería para esta gente el estado natural del ser humano. Esa situación original sería tan buena y prístina como quepa imaginar, y que resulta contaminada por el contacto con el macho, compendio de todos los males. También supone dar la vuelta al Génesis, porque, como todo progre sabe, Dios se equivocó. Fue Adán quien dio a Eva la manzana, símbolo del mal. Luego debió maltratarla, fijo.

El hombre, que no os enteráis, solo construye para destruir, tiende al mal, a la guerra, la muerte y el asesinato, a la dominación por la fuerza, porque únicamente se mueve por sus instintos más bajos, no por la razón.

En su maldad, el hombre ha invisibilizado a la mujer por envidia y rencor, porque la teme. «No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas», cantaba la otra. Exacto. Nos gustan porque estamos acojonados. De hecho, en Halloween decoramos todo con tetas y hacemos maratones de pelis en las que se ven muchos pechos solo para pasar miedo.

No se distraiga. Vuelva. Vamos a la revelación del dogma. Las feministas ministeriales tienen una misión histórica. No hay más que verlas y oirlas para comprenderlo. Vino la Providencia Progresista y les dijo: «Porque fueron somos, porque somos serán».

«Las feministas ministeriales, en plena ‘diarrea legislativa’, como dijo la secretaria de Estado de Igualdad, se pusieron a excretar normas»

Las Montero de este mundo, como una sola mujer, decidieron entonces que era el momento de llevar al hombre al rincón, por malo, y ponerse en su lugar. Fue entonces cuando fabricaron «un consenso para meterlo dentro de un marco. Qué monada», cantaba Evaristo, el de La Polla Records.

Imbuidas de la mística de la justicia histórica, las feministas ministeriales, en plena «diarrea legislativa», como dijo su secretaria de Estado para la Igualdad, se pusieron a excretar normas. Daba igual que el Consejo de Estado dijera que aprendieran antes a escribir, o que hicieran un cursillo rápido de Derecho. Nada. Lo importante era la «diarrea».

Todo se explica porque hemos pasado del Siglo de las Luces al Siglo de los Fogonazos. No es que haya detrás grandes teorías sobre el papel de la mujer y el hombre en la sociedad, sino que todo es vulgata, trazo grueso, odio lingüístico, consignas vomitivas, hipocresía y pasta pública, mucha pasta.

Solo así nos tragamos que Irene Montero diga, ojo, arrodíllese para leer sus palabras: «Muchas veces son los propios hombres quienes entre ellos legitiman los actos de violencia que ejercen otros hombres». Porque si somos hombres nos sentimos solidarios con los asesinos, los comprendemos y cobijamos. Nos ha descubierto. Estamos embarcados en un proyecto histórico: el feminicidio, la liquidación sistemática de las mujeres.

Por cierto, en la frase citada de Irene Montero cambie «hombres» por «izquierdistas» y comprenderá muchas cosas de las que están pasando con la Ley de Memoria Democrática.

En fin. Psiquiatría aparte, es preciso apuntar que si no hubiera tantos cargos y dinero público para repartir, ni este feminismo ministerial fuera una coartada para atesorar poder y apartar a los «apóstatas», no se oirían tantas memeces oficiales. El dinero público lo corrompe todo, lo desvirtúa, convirtiendo una buena causa, la igualdad, en el negocio de unos aprovechados.

«Ideología y pasta en custodia compartida. Por eso callan cuando los derechos de las mujeres se aplastan en Irán»

Esta es la razón de que usen los crímenes para excretar normas que vulneran la igualdad ante la ley o los derechos humanos. Ideología y pasta en custodia compartida. Por eso callan como puertas cuando los derechos de las mujeres se aplastan en Irán. Estas feministas ministeriales creen que criticar esa represión puede alimentar la islamofobia aquí, y debilitar la unidad con un aliado contra la tradición cristiana occidental.

Voy con un ejemplo de cómo funciona esto. Unos idiotas de un Colegio Mayor dicen una barbaridad a unas mujeres de otro colegio, y los medios dan mucho foco a un grupito de antifascistas que se manifiestan en contra. Sin embargo, asociaciones de mujeres se concentran a las puertas del Ministerio de Igualdad exigiendo apoyo para las iraníes, y no aparece casi en ningún sitio.

Hipocresía y contradicciones aparte, lo que queda es que todo hombre es malo. Por eso es buena la ley trans, para abandonar el cuerpo del delito y abrazar la santidad progresista. Debería ser obligatorio. Así se acabarían los males en este mundo y tendríamos la parusía, el advenimiento del paraíso en la tierra.

Bueno. Paciencia. Y no olvidéis que los progres van al cielo, pero los liberales a todas partes.

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