THE OBJECTIVE
César Calderón

Leviatán encadenado

«Frente a todos aquellos independentistas creían enfrentarse a un estado débil, nuestro Leviatán demostró que, si se enfurece, nadie es capaz de hacerle frente»

Opinión
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Leviatán encadenado

Aniversario del 1-O. | Europa Press

Con sólo ver a Leviatán,

cualquiera se desmaya de miedo.

Si alguien lo provoca, se pone furioso;

nadie es capaz de hacerle frente.

¿Quién, que se le enfrente, saldrá sano y salvo?

¡Nadie en todo el mundo!

Job 41

Así mencionaba el libro de Job al Leviatán, el terrible monstruo bíblico creado por Dios que fue tomado posteriormente de manera alegórica por Thomas Hobbes en su obra Leviathan, or The Matter, Forme and Power of a Common-Wealth Ecclesiastical and Civil para describir el modelo de estado que él defendía: uno salido de un pacto consensuado entre los hombres mediante el cual otorgaban a su Leviatán, es decir, a su gobierno, todas las capacidades -incluido el monopolio del uso de la violencia- necesarias para imponer la paz y el orden con el fin de que la civilización progrese y los individuos puedan vivir su vida sin miedo a las amenazas de otros.

Todos los estados democráticos modernos tienen algo de ese Leviatán en su ADN, ya que partiendo de un pacto social entre ciudadanos expresado en las leyes y revalidado periódicamente mediante elecciones libres, los ciudadanos otorgan a sus estados/gobiernos las capacidades necesarias para defender la libertad y la paz, para defenderse de los ataques interiores y exteriores y para velar por el cumplimiento de las normas que aseguren su permanencia.

He excluido intencionadamente a los estados autocráticos, ya que si bien todos ellos se arrogan el monopolio del uso de la violencia, por un lado no nacen de un pacto, sino de una imposición, y por otro, no poseen mecanismos que garanticen que sus actuaciones vengan guiadas por la búsqueda del bien común.

«Fue Leviatán quien impidió la celebración masiva de un referéndum amañado e ilegal, fue Leviatán quien detuvo a sus autores e instigadores»

En España pudimos ver a nuestro propio Leviatán en acción con todo su poder y majestad tras la asonada golpista perpetrada por el independentismo catalán: fue Leviatán quien impidió la celebración masiva de un referéndum amañado e ilegal, fue Leviatán quien detuvo a sus autores e instigadores, fue también Leviatán quien los juzgó y condenó a las penas establecidas en el Código Penal y sobre todo, fue Leviatán quien a través de estos actos desincentivó futuras aventuras de cualquier otro iluminado que desease subvertir el estado de derecho y sus leyes.

Frente a todos aquellos independentistas que creyéndose su propia propaganda y basándose en sus presunciones y apriorismo creían enfrentarse a un estado débil, nuestro Leviatán demostró que, como todos los monstruos bíblicos, si se enfurece, nadie es capaz de hacerle frente, porque posee todos los mecanismos para hacer cumplir la alta misión que le fue encomendada. Por las buenas o por las malas.

Esta es la razón por la que los enemigos del pacto social al que llegamos los españoles en 1978, revalidado elección tras elección hasta hoy, hayan variado su estrategia: han comprendido que la mejor vía para conseguir sus objetivos no es enfrentarse de nuevo con el monstruo bíblico que ya les derrotó de forma humillante, sino encadenarlo al fondo del mar mediante leyes ad-hoc, como la que deroga el delito de sedición con el explícito fin de que no pueda salir de nuevo en defensa del estado de derecho cuando ellos vuelvan a intentar acabar con él. Algo que como ellos mismos han anunciado repetidamente, sucederá inexorablemente.

Lo que es de aurora boreal es que haya sido Pedro Sánchez quien se haya prestado a la humillante tarea de cubrir de cadenas a un Leviatán que en buena medida fue creado por los distintos gobiernos del PSOE a cambio del magro precio de asegurarse unos presupuestos y un año más de gobierno.

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