THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

Arde Europa

«Es importante denunciar la sumisión intelectual y política ante cualquier causa progresista que ofrezca lucimiento y prestigio social sin aportar soluciones»

Opinión
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Arde Europa

Cuerpos de seguridad franceses durante las protestas contra la subida de la edad de jubilación | Europa Press

Europa ya no es joven, ni rica. Europa es la vieja mendiga del calcetín remendado que siempre vuelve a romperse en la misma costura. Y donde hay pobreza, la civilización hace causa común con la barbarie. Esta semana hemos visto arder la fachada del ayuntamiento de Burdeos, una de las ciudades más bellas y decadentes de Europa. Burdeos siempre ha tenido un aire un poco decadente, un color a piedra oscurecida, como calcinada. Ahí radicaba el encanto de barrios como Saint-Michel. Francia parece siempre dispuesta a dar revoluciones de fuego y celebrar el aniversario de la toma de la Bastilla. La Revolución Francesa no es una cosa que ocurrió una vez sino que ocurre cada cierto tiempo.

La verdad que no se entiende ese toque romántico del fuego entre policías con porras, coches calcinados y piedras volando. Ni entiendo que la revolución se siga percibiendo como construida desde el el futuro (utópico), cuando parece que es una concepción, cada vez más, construida desde el pretérito. Seguimos con las herencias de mayo del 68 y Europa ha cambiado. Francia ya no es rica y tiene una pirámide poblacional envejecida. Por suerte o desgracia, los países viejos son menos revolucionarios y más realistas. El Gobierno de Macron invoca precisamente la demografía para defender su reforma de las pensiones: en 1970, había en Francia más de tres cotizantes por cada jubilado; hoy, 1,7. 

«Después de poner la tilde en ‘solo’, tenemos que hablar de nuevas reformas estructurales, porque la desigualdad en España es intergeneracional y nos vamos por la barranquilla»

Y en España más de lo mismo. Después de poner la tilde en ‘solo’, tenemos que hablar de nuevas reformas estructurales, porque la desigualdad en España es intergeneracional y nos vamos por la barranquilla. Como Francia ahora, en España se decidió aumentar la edad de jubilación, de los 65 a los 67 años, pero algunos siguen teniendo lujosas pensiones, impagables, que doblan o triplican el sueldo de un trabajador. Lo del ministro Escrivá es un nuevo parche, una nueva forma de endosarle el muerto a los trabajadores, pese a la carga fiscal que tenemos encima. Es importante denunciar la sumisión intelectual y política ante cualquier causa pretendidamente progresista que ofrezca lucimiento y prestigio social sin aportar soluciones.  

España se encuentra entre los países con menor tasa de fecundidad de Europa. Las razones de la baja fecundidad son de naturaleza estructural: precariedad e inestabilidad laboral de los jóvenes, que estamos entre barriada laboral de Europa y aldea tercermundista. Esto provoca un retraso de la emancipación, el aplazamiento o postergación de los hijos y futuros contribuyentes. Pese a ello, la izquierda no está en ayudar a los jóvenes, sino en endosarles nuevas cargas fiscales. Uno de cada dos euros de los presupuestos se destina a las pensiones, funcionarios y deuda pública (intereses). ¿Les parece progre? Es un maldito círculo de endeudamiento y pobreza que se carga sobre los hombros de las nuevas generaciones.  El optimismo y las utopías hoy crecen en los mercados, pero algunos siguen en mayo del 68, sin apearse de una revolución construida desde el pretérito; basada en conservar privilegios de los pensionistas. La autoridad competente, dada su escasa imaginación burocrática, continua poniendo parches para evitar la inminente reforma que no da votos. El populismo económico es un hobby muy caro. Y cuando sale un Macron a hacer esas reformas que no dan votos, arde Europa. 

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