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Javier del Castillo

El problema no es Vinicius

«Es difícil de entender que se hayan incubado ahora el odio y los comportamientos racistas y más incomprensible que no se hayan tomado medidas preventivas»

Opinión
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El problema no es Vinicius

El jugador del Madrid Vinicius Júnior. | Europa Press

El fútbol español tiene un problema que no es Vinicius, un excelente jugador de 22 años, que se limita a sortear contrarios y a correr la banda mientras los defensores del equipo contrario tratan de impedirlo por las buenas o por las malas. El fútbol español —con el presidente de La Liga, Javier Tebas, y el máximo responsable de la RFEF, Luis Rubiales, enfrentados— no ha sabido cortar a tiempo algo que se veía venir. Antes del bochornoso espectáculo de Mestalla había antecedentes y denuncias por insultos racistas al delantero brasileño en otros campos de fútbol, pero la Federación ni siquiera se molestó en responder a los denunciantes. 

Como ha ocurrido con el caso Negreira, se ha mirado para otro lado. Mejor no remover el pasado. El problema es que los insultos racistas a Vinicius en Valencia han traspasado las fronteras y su repercusión afecta ya a la imagen de España. No, España no es racista, pero en ella hay racistas, como en todas partes, que se crecen entre la multitud y manifiestan su odio y su comportamiento xenófobo en estadios de fútbol o escondidos entre la multitud, detrás de una pancarta. 

A pesar de algunas sobreactuaciones, Vinicius se divierte jugando al fútbol, mientras sus detractores se desesperan y le insultan. Esto, que venía siendo la norma, se ha convertido ahora en un comportamiento absolutamente condenable. En plena recta final de campaña, el debate electoral ya no es qué proponen los líderes políticos para comunidades y ayuntamientos. El debate ahora es saber quién grita más fuerte contra el racismo y quién tiene la culpa – en nuestro país hay que encontrar enseguida un culpable —de este nuevo brote de racismo que hoy protagoniza Vinicius, y que en otros momentos protagonizaron Roberto Carlos, Diego Costa, Samuel Eto’o y el mismísimo Luis Enrique, por un imposible parentesco con Amunike. 

En el país de las tres culturas y del mestizaje, en la España de la «encrucijada de caminos», que recordaba el otro día Arcadi Espada, es más difícil entender que se haya incubado ahora —y de qué manera— el odio y los comportamientos excluyentes, insultantes y racistas. Pero todavía es más incomprensible que los dirigentes de nuestro deporte nacional no hayan tomado medidas preventivas. Que no hayan sido capaces de evitar el lamentable espectáculo que se produjo en Mestalla el fin de semana pasado.

«El fútbol vuelve a colarse en una campaña electoral, pero en esta ocasión para mal»

Eso sí, han estado mucho más despiertos y resolutivos a la hora de poner mensajes y pancartas contra el racismo. «Juntos contra el racismo» es el mensaje de LaLiga que aparece en la parte superior de la pequeña pantalla durante los encuentros televisados de la nueva jornada liguera, desplazando al de la guerra de Ucrania, y «Racistas fuera del fútbol» el eslogan que se muestra —a petición de la RFEF— antes del comienzo de los partidos. 

El fútbol vuelve a colarse en una campaña electoral, como los goles de Butragueño contra Dinamarca en el Mundial de México 86 en las segundas elecciones que ganó Felipe González, pero en esta ocasión para mal. Porque a nadie beneficia que sea precisamente el Brasil de Lula Da Silva quien nos señale como un país racista, que llama «mono» en un estadio de fútbol a una de sus grandes estrellas. Lecciones las justas, porque nadie nos puede acusar de no tener una ley, aprobada en 2007, «contra la violencia y el racismo en el deporte». Otra cosa es que se aplique de manera eficaz y contundente. 

Aunque se intente ahora poner remedio, cerrando unas gradas durante cinco partidos, los hechos acaecidos en el Valencia-Real Madrid están ahí. En definitiva, que el daño ya está hecho

Y, tampoco se haga nadie ilusiones, que aquí no va a dimitir ni el Tato. La policía ha tomado declaración a los cuatro culpables reconocidos por las cámaras, les ha puesto en libertad, y Vinicius entrena para volver la semana próxima a los terrenos de juego como si aquí no hubiera pasado nada.

Rectificación de la RFEF

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