THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Túnel del tiempo tenebroso

«Sin un relato que responsabilice de la derrota en parte al ‘juego sucio’ del PP, y no solo a Pedro Sánchez, no habrá resurrección posible del PSOE»

Opinión
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Túnel del tiempo tenebroso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

La izquierda tiene mucha experiencia en la creación de relatos. Hablo de esos cuentos que sueltan para que el común de los mortales interprete la realidad. Así, al igual que presentan a Abascal como el Hitler de Bilbao, con un Feijóo convertido en el Von Papen de esta República de Weimar para tontos, están construyendo el relato para el día de la derrota electoral. 

El argumento sanchista para después del 23-J será que el PP ganó con tres trampas. Primera: Feijóo y los populares embarraron la política con mentiras y bulos, a lo Trump, y hablaron de ETA y Bildu para remover las entrañas de los suyos. Esto impidió al electorado ver los grandes éxitos del Gobierno. Para esto contaron con el apoyo de la «derecha mediática». Segunda: el PP deslegitimó la democracia porque pidió independencia a los carteros en el voto por correo. Y tercera: el Partido Popular ha blanqueado a una «ultraderecha» empeñada en resucitar a Franco. 

El relato se resume en la fórmula que repite Sánchez: «La derecha nos quiere meter en el túnel del tiempo tenebroso». El infantilismo de la frase es digno de estudio. Detrás hay una consideración del votante como un memo al que maneja la derecha trumpista, o un ignorante al que movilizar usando rudimentos básicos. Este complejo de profeta mesiánico, o de pastor no pedido, persigue a los líderes de la izquierda desde el comienzo de los tiempos. 

Examinemos los pilares del citado relato sanchista para la derrota. Lo de «embarrar» para que no se vea la realidad lo desmintió Gabriel Rufián en el debate a siete. El independentista le soltó a Patxi López a la cara que los indultos habían sido la condición para apoyar a Sánchez. El socialista no contestó a Rufián con un «¡Vd. embarra!». Simplemente gesticuló y calló. La verdad no es «barro», a no ser que la diferencia la pongamos en quién la dice. 

«Llamar la atención sobre las condiciones democráticas del voto por correo no es poner la democracia en cuestión»

En segundo lugar, llamar la atención sobre las condiciones democráticas del voto por correo no es poner la democracia en cuestión. Esta reflexión hecha por el sanchismo solo responde a la mentalidad que identifica el Estado con su partido, y a su Gobierno sin controles con la democracia. Exigir que todo funcione acorde a la ley no es poner en cuestión el mecanismo, sino fiscalizar la acción del Gobierno. La petición de una actuación de Correos acorde a la decisión de fechar la convocatoria electoral el 23 de julio, cuando nunca se ha votado en vacaciones, es de lógica democrática de oposición. 

Lo tercero, la acusación de que el PP se lanza a la derecha, hacia Vox, para atraer a sus votantes es un ardid electoral de la izquierda. El sanchismo sabe que los populares aumentan sus posibilidades de ganar porque están avanzando hacia el centro. Se han comido al 60% de Ciudadanos y a un 10% del PSOE, y tan solo un 15% de Vox, según GAD 3. La moderación sí era posible, incluso lógica tras una época de crispación ideológica insufrible que ha provocado mucho cansancio. Si identifican al PP con Vox es para evitar el trasvase de votos del centro hacia los populares.

El relato del «tiempo tenebroso», en definitiva, no va a funcionar porque sus fundamentos están pensados para la derrota, para la vuelta a las manifas y a los escraches, a esos editoriales propios del wonderfulismo. En el fondo vivían mejor ejerciendo la superioridad moral desde la oposición. Por eso no tardarán en mitificar este tiempo de la «coalición de progreso». Lo están deseando, sobre todo la izquierda cuqui, la que vive en plan burgués renegando de la burguesía y ciscándose en la derecha delante del servicio doméstico. 

En suma, el socialismo quiere justificar el desastre de su Gobierno mirando a otros porque cuando el partido eche a Pedro Sánchez tiene que quedar el PSOE. Sin un relato que responsabilice de la derrota en parte al «juego sucio» del PP, y no solo a Sánchez, no habrá resurrección posible de su partido. 

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