THE OBJECTIVE
Javier Borrego

El derecho como arma de guerra

«Si por no combatir o por resignación, perdemos esta batalla, no viviremos en un Estado de Derecho y adiós a nuestras libertades»

Opinión
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El derecho como arma de guerra

Ilustración de Erich Gordon.

Lawfare se traduce como guerra jurídica, y es una contracción de law (derecho) y warfare (guerra). Clausewitz establecía como objetivo inmediato de la guerra abatir al adversario, eliminando cualquier tipo de resistencia por su parte.

En las guerras, para lograr ese objetivo, se han ido utilizando armas de guerra cada vez más sofisticadas, que alejan el contracto físico entre los contendientes, (de los estacazos a los drones), y ampliando los campos de batalla, antes en la superficie de la tierra, luego el cielo, el mundo submarino, etc. Armas de guerra causantes de daños físicos y materiales.

Pero en este siglo XXI ha surgido una nueva arma de guerra, el Derecho, que ha dado origen a la lawfare o guerra jurídica, término utilizado por primera vez en 2001 por el coronel americano Charles Dunlap: estrategia de usar o abusar de la Ley como sustituto de los medios militares tradicionales para alcanzar un objetivo operacional.

El término lawfare, guerra jurídica, está ya generalizado, y así, por ejemplo, en 2019 se expresó el Papa Francisco en la Cumbre de Jueces Panamericanos definiéndolo como «la utilización abusiva de los procedimientos legales y de las tipificaciones judiciales«, que ponen en serio riesgo a la democracia.

Antes de entrar en ejemplos concretos, y nos remitimos a la obra con este título, Lawfare, del experto abogado brasileño Rafael Valim y otros dos también ilustres autores, es preciso decir algo:

Si, y volvemos a Clausewitz, la guerra es un acto de violencia, el uso del derecho como arma de guerra es la negación del derecho. Kelsen dijo que el derecho es la organización de la violencia, de la fuerza. Por tanto, si en lugar de usar el derecho para regular la violencia, la fuerza en una guerra, lo utilizamos como arma de guerra en una muestra de violencia, el derecho deja de ser derecho, y se convierte en antiderecho.

«¿Hay que derogar el delito de sedición aunque el Estado quede indefenso? Se afirma y los corifeos lo repiten, que es algo que pide Europa»

Son, por desgracia, numerosos los ejemplos de guerra jurídica, de uso del derecho, (ley y procedimientos judiciales) como arma de guerra para aniquilar al adversario.

Hoy, aquí, en España, algunos quieren permanecer en el poder como sea, corroyendo la democracia. Y para ello, desde el poder usan el derecho como arma de guerra para lograr su objetivo y aniquilar cualquier reacción del adversario.

Su estrategia puede dividirse en tres propósitos. Primero, elección del campo de batalla donde va a tener lugar la guerra jurídica. Las Cortes les tienen que ser favorables. Como sea. Y así se constituyen las tristemente famosas mayorías Frankenstein.

En esta guerra jurídica, no puede haber un campo de batalla que no les sea favorable. De ahí, su empeño en renovar el Consejo General del Poder Judicial, y así, colonizado, nombrar a sus Magistrados del Tribunal Supremo, como han hecho sus maestros latinoamericanos, Chávez y etc.

Y si se utiliza un recurso electoral como arma de guerra, prostituyendo el derecho, y no se tiene éxito ni en la Junta Electoral Provincial, ni en la Central, ni en el Tribunal Supremo, el tema se lleva al colonizado TC, se le da a una ponente descaradamente ex colaboradora en Moncloa, que pide informe e informe hasta obtener uno favorable a su fin. ¿Cómo? Previo nombramiento cuatro días antes de un jurista como letrado.

He seguido y leído los papeles de este tema, y desde mi experiencia, no entiendo como se está utilizando este tema, sin trascendencia constitucional alguna, como arma de guerra. Puede que se logre ganarlo, pero este abuso tan excesivamente excesivo, terminará siendo insignificante, como enseña Tocqueville. Y contraproducente.

Segundo, qué tipo de arma jurídica utilizar. (Repele escribir así, pero es la realidad). Y entonces nacen las Proposiciones en lugar de los Proyectos de Ley, que exigen informes que pueden ser engorrosos si queda algún órgano por colonizar. O el abuso del Decreto-Ley, tan denostado por los demócratas autoprogresistas, y tan usado por los autodemócratas que son progresistas porque quienes progresan son ellos.

Y, como tercera estrategia, las externalidades al derecho como arma jurídica. Así, se concibe el control de los medios, se manipula la información que se hace, es decir, se compra, por supuesto con dinero público, lo que haga falta para crear ambiente de supuesta legitimidad para la eficacia del arma jurídica.

¿Hay que derogar el delito de sedición aunque el Estado quede indefenso? Se afirma y los corifeos lo repiten, que es algo que pide Europa. Mentira total.

¿Los indepes piden suavizar la malversación? Pues se les hace caso, presentándolo como un simple ajuste técnico. Mentira total.

¿Ahora piden la amnistía? Pues a ver cómo cumplen con la exigencia del prófugo. Y unas cuantas voces, cariñosas y no digo más, dicen que es posible la amnistía, pues la Constitución no la prohíbe, y sin embargo, prohíbe los indultos generales. ¡Genial!

En primero de Derecho te enseñan que si en un bar hay un cartel que dice: «Prohibido perros», tú no puedes pretender entrar con un oso, diciendo que el cartel no pone «Prohibido osos». Algunas armas jurídicas, además de ofensivas y humillantes, es que son ridículas.

«Hay que evitar que por el silencio cómodo o cobarde nuestro, la opinión de los estrategas de la guerra jurídica se convierta en una falsa opinión pública»

Frank Kross escribió que un Poder Judicial independiente no hace sondeos de opinión pública antes de dictar sentencia. En los últimos tiempos en España, ¡pobre juez o tribunal que se aparte del veredicto que han dados ciertos canales o periódicos! He llegado a oír que la víctima no tiene que probar nada, pues está acreditada la agresión. ¿Por quién? Por el llamado pueblo, por cuatro ignorantes irresponsables. ¿Hemos de recordar la sentencia de Estrasburgo Worm contra Austria?

El objetivo de esta guerra jurídica es evidente: sustituir la democracia de nuestra Constitución de 1978, por una tiranía, eso sí, feminista, progresista, chulísima, etcétera, etcétera. Una tiranía algo distinta.

¿Cómo se combate esta guerra jurídica que padecemos? Pues luchando, y por ejemplo, con dos ideas principales:

Una, actuar con astucia. San Lucas, 16,8: Los hijos del mundo son más astutos que los hijos de la luz. Lo curioso de la aplicación de esta profecía hoy, es que los que usan el derecho como arma de guerra, no gastan el dinero propio, sino el ajeno, como el administrador infiel. Y que es nuestro dinero, de los contribuyentes.

Y dos, no callar. Evitar que por el silencio cómodo o cobarde nuestro, la opinión de los estrategas de la guerra jurídica se convierta en una falsa opinión pública. Lo expone claramente Elizabeth Neumann en su Espiral del silencio.

Hay que ganar esta guerra jurídica. Si por no combatir o por resignación, perdemos esta guerra, no viviremos en un Estado de Derecho y adiós a nuestras libertades. Estamos en guerra, actuemos como contendientes.

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