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Fernando Savater

Comienzo del final

«Ante la proximidad del final del sanchismo, además de contribuir cuanto podamos a acelerarlo, debemos consolidar desde ya su necesaria alternativa»

Opinión
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Comienzo del final

Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

Todo acaba, lo bueno y lo malo. No es cierto que no haya mal que cien años dure, ahí está el PNV para demostrarlo, pero aunque parezca imposible también le llegará su punto final (aunque luego puede venir otro mal mayor, como Bildu…). O sea que el sanchismo, variante venenosa del socialismo, también tiene que acabar, por larga que se nos haga su extinción. Como bastantes otros, creo que el resultado de las elecciones gallegas es el primer paso de tan deseable finiquito.

Pero también nos indica que los desastres políticos cometidos por Sánchez y sus acólitos, a cual mas merluzo, sobrevivirán quizá largo tiempo después de la sustitución de su gobierno por otro (cualquiera será mejor, con tal de que no tenga pretensiones de ser de izquierdas). Es evidente que el felón ha logrado descuajeringar al PSOE de manera rotunda, bien reduciéndolo a la insignificancia, como en Galicia, bien convirtiéndolo en algo deforme y repulsivo como en Cataluña. Y además ha conseguido arrastrar por el barro a su posible recambio, que otro fue el tan imitado Podemos y luego Sumar, esa desdicha con voz chillona.

Todos fuera de combate cuando podrían haber intentado cobrar su herencia, lo cual desde luego es muy de agradecer: el exterminador se ha comido a sus retoños como Saturno y algunos gatos salvajes. Buen provecho pero…Hay un pero y francamente serio. La naturaleza aborrece el vacío, fenómeno que también ocurre en política. El agujero negro producido en la política española por el sanchismo letal tiene que ser ocupado por algo, por alguien. Y ahí está el problema.

El propio Sánchez recomienda que en cada uno de los territorios se afirmen liderazgos que «trasciendan la marca PSOE» o sea que se sustenten en reivindicaciones de separatismo identitario que ya nada tengan que ver con el partido socialista vertebrador del Estado que conocimos hace mucho, mucho tiempo en una galaxia muy lejana… Así se logrará por fin el clásico ideal de que el PSOE sea el partido que mas se parezca a España, porque habrá desaparecido de todas partes como la nación misma, sustituida por nacioncillas imaginarias inventadas para la ocasión y por sectas separatistas al servicio del despiece ventajista de lo que fue un gran país. El modelo puede ser el BNG cuyo ascenso de votos es flameado por los socialistas como si fuera un triunfo propio en vez del certificado de su condena.

Merece la pena analizar un momento las características de este desasosegante relevo. La líder del partido, Ana Pontón, heredera del pintoresco Beiras (uno de los pocos gallegos folklóricos totalmente carentes de ingenio que se conocen), goza de esa especie de indulgencia paternalista que disfrutan algunas señoras radicales a las que se disculpa su extremismo en el que nadie cree como se les excusaría un pedo furtivo durante un té en la buena sociedad. Ejemplo y prototipo: Yolanda Díaz.

Ser separatista en cualquier parte es muestra de imprudencia democrática pero en Galicia parece cosa propia de orates, por eso ni los mas creyentes insisten mucho en el asunto. Ana Pontón viene del comunismo militante, una solución socioeconómica estupenda para Galicia a la que sólo falta redondear su avanzada renta per cápita con un plan quinquenal.

Otras de sus propuestas no son menos geniales, como el monolingüismo educativo en gallego (equivalente a obligar a los alumnos a ir siempre en la entrañable bicicleta y renunciar al contaminante avión hasta para ir a América) o la expulsión de la Guardia Civil y la Policía nacional del territorio gallego, lugar dónde la ausencia de mafias de contrabando y narcotráfico las hace innecesaria. ¡Pero si con recordar que uno de sus mentores es el politertuliano Antón Losada ya está hecho el elogio del partido…! 

Una de las aclaraciones mas significativas que hacen los comentaristas edulcorados es la de que Ana Pontón ha conectado bien «con las mujeres y los jóvenes». También suele decirse que en esos dos colectivos reposa la mayoría sanchista. Mala noticia ésta para las mujeres y los jóvenes, que por lo visto tienen una peligrosa unanimidad de criterio y además una lamentable falta de información, porque las unas desconocen leyes que las cancelan como la ley trans o favorecen a sus depredadores como la del «sí es sí», mientras los otros se entusiasman con el gobierno que mantiene el más alto paro juvenil de Europa.

Sí además fuese verdad que jóvenes y mujeres prefieren a Ana Pontón eso querría decir que han perdido el sentido de la orientación y creen que lo progresista es retroceder a toda máquina y sin espejo retrovisor. No creo: conozco por razones de trabajo y de afición a bastantes representantes de ambos grupos y no veo que sean tan pánfilos como suponen sus sedicentes simpatizantes…

«Una vez enviado Sánchez ad patres, será la ocasión de diversificar los estilos políticos que caben en la España unida de los libres e iguales»

Sí, el PSOE se hunde en las arenas movedizas del sanchismo y si además –como es probable y deseable- la ley de amnistía, piedra de toque de su sistema de respiración asistida, es frenada por los jueces españoles y europeos, puede que el sueño de Sánchez de llegar hasta el 2O27 sin elecciones sea eso, sólo un sueño. ¡Ojalá! Pero aunque desaparezca como sería muy de agradecer, el régimen sanchista va a dejar una herencia emponzoñada que viene fraguándose desde Zapatero, o sea desde el paleosanchismo: el reforzamiento político y hasta entronización de los partidos separatistas de todas las latitudes, proclamados progresistas y bendecidos por ese tufo de izquierdas que les hace irresistibles a los imbéciles de cualquier género y edad.

No diremos «separatistas de todos los territorios, ¡uníos!» porque resultaría contradictorio, pero el efecto será mas o menos ése: todos se apoyarán unos a otros para erradicar el español y cancelar España, para «liberarse de su opresión» imaginaria y convertirse en flagelo muy real de los compatriotas que tienen mas a mano.

Adam Michnick decía «lo peor del comunismo es lo que viene luego» y temo que del sanchismo  pueda decirse algo parecido. Lo cual no hace menos urgente y necesario acabar con ambas pestes políticas, pero nos obliga a prepararnos para afrontar los desastres que dejan apuntalados. Hay que combatir ese mito de que España sólo puede entenderse y gobernarse desde la mas radical diversidad en el que a veces incurre hasta el propio PP (sin ir mas lejos en la misma Galicia con su política lingüística).

España no es mas diversa que otros países europeos como Italia o Francia (por no mencionar estados semi fallidos como Bélgica). Y sobre todo no se debe olvidar algo que apunté hace muchos años y que luego he oído repetir pero sin sacar las debidas consecuencias: no es lo mismo el derecho a la diferencia que la diferencia de derechos. El derecho a la diferencia es lo que caracteriza a una democracia plural que comparte identidad ciudadana bajo leyes comunes; la diferencia de derechos es la incapacitación legal de un país por la contraposición de normas alérgica a la constitución única y común para todos. 

Ante la proximidad del final del sanchismo, además de contribuir cuanto podamos a acelerarlo, creo que debemos consolidar desde ya su necesaria alternativa. Sí, hay que olvidar tiquismiquis y filigranas y cerrar filas en torno al PP de Feijóo, que es el que hay, sin olvidar el de Ayuso, que es el que algunos quisiéramos que llegara a haber. Y sin renunciar al apoyo de Vox, que quizá vuelva a ser tan operativo como lo fue en sus comienzos cuando mejore de la dolencia teológica y anti PP que hoy les tiene en Les Invalides, con permiso de Napoleón. Una vez enviado Sánchez, sus pompas, obras y aliados ad patres, será la ocasión de diversificar los estilos políticos que caben en la España unida de los libres e iguales. Entre tanto, nada de perder el tiempo.

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