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Òmnium Cultural se 'derechiza' con su apoyo a Laura Borràs que ni ERC ni la CUP secundan

La nueva dirección se alinea con la presidenta del Parlament pese a su causa por corrupción y ahuyenta a sectores que se sumaron por la promesa de regeneración

Òmnium Cultural se ‘derechiza’ con su apoyo a Laura Borràs que ni ERC ni la CUP secundan

El presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich. | Omnium

La renovación en la dirección de Òmnium Cultural, con la marcha de Jordi Cuixart, ha propiciado un giro a la derecha de la entidad. Su nuevo presidente, Xavier Antich, ha defendido a Laura Borràs, investigada por corrupción por su etapa al frente de la Institució de les Lletres Catalanes, como una víctima más de la «represión feroz» que dice sufrir el «movimiento independentista» por parte del Estado.

«La presidenta del Parlament es una víctima más de los miles de represaliados que hay en la operación del Estado contra el independentismo. Siempre hemos estado y estaremos a su lado. Claramente hay motivaciones políticas en su causa», sostuvo Antich en una entrevista en Catalunya Ràdio.

Estas declaraciones han generado malestar entre las corrientes internas de la entidad y en el entorno de los partidos, que creen que se «está blanqueando una posible corrupción». Òmnium Cultural, a diferencia de la otra entidad de referencia del secesionismo, como es la Assemblea Nacional Catalana (ANC), desde el inicio del procés ha mantenido un vínculo menos explícito con los partidos independentistas. O de aparente autonomía.

De hecho, la etapa de Cuixart se caracterizó por una aproximación a En Comú Podem y a la posibilidad de formar una Ejecutivo que no fuera «netamente independentista» que les distanció de la ANC, mucho más purista en sus planteamientos. Ahora, con la defensa acrítica a la presidenta de la Cámara catalana, han enterrado todavía más la posibilidad de una futura unidad del separatismo.

«Tolerancia cero» con la corrupción

Tanto ERC como la CUP han marcado distancias con Borràs hasta que se dirima su causa ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. La formación de Oriol Junqueras ha dejado caer en más de una ocasión que el caso de la dirigente de JxCat no es asimilable al de otros procesados independentistas.

La consigna de ERC ha sido la de «tolerancia cero» con la corrupción y los correos de Borràs a su amigo Isaías Herrero sobre cómo trocear contratos para evitar la licitación en el Institut de les Lletres Catalanes representa para muchos una prueba de los delitos de malversación, prevaricación fraude y falsedad documental de los que se la acusa. En todo caso, tampoco desdeñan la presunción de inocencia y son prudentes hasta que la Justicia catalana resuelva.

Borràs presiona a ERC y la CUP

En la misma línea, la CUP se ha negado a cambiar el reglamento del Parlament, tal y como pide Borràs, para que pueda mantener su cargo hasta que se dicte sentencia y en caso de ser condenada. La guerra entre la CUP ya la presidenta del Parlament viene de lejos, pero se recrudeció con el tema del escaño de Pau Juvillà tras ser inhabilitado por un delito de desobediencia perpetrado cuando era edil de su municipio.

JxCat acusó directamente a la CUP «de haber roto el pacto» entre las distintas formaciones con el único fin de «perjudicar a Laura Borràs» incluso «con una posible inhabilitación». Y es que los anticapitalistas instaron a la presidenta del Parlament a aceptar el voto delegado de Juvillà en la votación de este jueves por la tarde, pero Borràs lo ha rechazado de plano.

En medio de estas discrepancias entre socios, tampoco parece que los miembros del partido de Borràs estén unidos para respaldarlas. Algunos sectores ya la dan por amortizada, y pese a haber ganado el proceso de primarias del partido y gustar a las bases, la ven más como un estorbo para volver a la política «autonomista» y fuera de los maximalismos que representa la presidenta del Parlament.

Òmnium, en sus horas más bajas

Òmnium Cultural no atraviesa su mejor momento. Después de los años álgidos del procés, y debido al cansancio que acusa el movimiento independentista, se ha estancado su crecimiento en el número de afiliados (la barrera de los 200.000 socios se le resiste desde hace meses) y la marcha de Cuixart ha sido un duro golpe ya que se trata de su líder más carismático.

Ahora están a la espera de que el Tribunal Constitucional ratifique la multa de 200.000 euros exigida por la Agencia Española de Protección de Datos por haber sustraído datos personales con fines ideológicos en su iniciativa de macroencuesta que realizaron a 1,2 millones de personas.

Con todo, una dirección más derechizada y envejecida, sin el entusiasmo que Cuixart despertaba en capas más jóvenes de la sociedad catalana, se alinea con lo que muchos consideran aparato de la extinta Convergència o, en el peor de los casos, la cara más «populista» del nacionalismo. Y se cuestionan que un proceso que sumó a gente muy diversa por su promesa de regeneración democrática defienda sin matices a una acusada por corrupción.

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