Tenía que ser él, Aznar, el macho alfa del PP, quien bendijera a Casado, el joven presidente que ha conseguido reunir en aparente armonía a los dos partidos que conviven en el PP. El viernes, merienda con Rajoy y el sábado aperitivo con Aznar, que ha vuelto a casa con fuerza, y ha repartido la bendición a un Pablo Casado que presume ya de haber acabado con el fortín socialista en Andalucía, aunque el líder local, Juanma Moreno, fuera hombre de Rajoy, pero aprendiz de Arenas, y trate ahora de mostrarse de todos, de Rajoy, de Aznar, de Soraya y sobre todo, ahora, de Casado.