THE OBJECTIVE
Anna Grau

¿El 23-J se elige al presidente o al líder de la oposición?

«En caso de bloqueo, Pedro Sánchez seguiría siendo presidente en funciones, de España y de la Unión Europea además, hasta finales de año»

Opinión
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¿El 23-J se elige al presidente o al líder de la oposición?

Ilustración de Arancha Tendillo.

Nada está decidido hasta que se abran las urnas el 23-J por la noche. Pero ¿lo estará entonces? ¿Dará el resultado de las elecciones paso a una situación política nítida, o vamos de cabeza a un bloqueo, quién sabe si a una repetición electoral? ¿Y si el 23-J sirviera menos para elegir al presidente del gobierno que al líder de la oposición?

Toda la maquinaria del PP está enfocada a tratar de obtener más de 160 diputados en el Congreso, agitando uno de sus eslóganes favoritos: el «voto útil». Cómo piensan utilizar ese voto si hasta Narciso Michavila les dice que se olviden de alcanzar la mayoría absoluta en solitario; si Alberto Núñez Feijóo le hace ascos a gobernar con Vox; y si Pedro Sánchez ya ha blindado los puestos de salida del PSOE —y del imprescindible PSC— con sus fieles, aquellos que antes se cortarían la mano que abstenerse para favorecer la investidura de Feijóo, bueno, pues esto puede acabar pareciendo el milagro de los panes y los votos. Como el del IPC y las pensiones.

Ciertamente, partidos como PSOE y PP nos tienen muy acostumbrados a decir una cosa en campaña y luego hacer otra con el mayor de los desparpajos. Nada más hay que acordarse de las promesas de Pedro Sánchez de no indultar a los golpistas catalanes y de no pactar con Podemos jamás. O las perrerías del PSC dando bola a la totalitaria política lingüística de la Generalitat independentista, que los tribunales acaban de declarar inconstitucional, poniendo la inmersión en la picota y certificando su inviabilidad. Política y pedagógica.

Pero esto nosotros ya lo sabíamos, ¿no? Me refiero a todos los que lo queríamos saber y reconocer y nunca hemos visto la libertad de lenguas en Cataluña, ni la libertad de ningún otro tipo en ningún sitio, como moneda de cambio. Tampoco la ley de los enfermos de la ELA, la mochila austríaca o tomarse en serio lo de poner fin a las okupaciones ilegales, por citar sólo tres iniciativas de Ciudadanos que otros partidos votan y luego bloquean, o se apropian pero luego no cumplen.

«Cada desprecio que le ha dedicado Feijóo a Vox en campaña encarecerá el precio de su apoyo»

Yo personalmente no tengo dudas de que, a la hora de la verdad, Feijóo estaría más que dispuesto a entenderse con los de Santiago Abascal. Menos claro veo que los de Abascal le vayan a dar facilidades. Vox no es un partido de gobierno al uso y sus votantes tampoco. Cada bofetada y cada desprecio que les ha dedicado en campaña el candidato popular (y han sido unos cuantos) encarecerá previsiblemente el precio de su apoyo. Que Feijóo pretenda ser presidente sin ministros de Vox, quién sabe si en áreas tan sensibles como Interior o Cultura, es una rueda de molino incomulgable. Tanto o más gorda como el comodín de la llamada a Emiliano García-Page.

¿Alguien se cree que Pedro Sánchez, incluso perdiendo las elecciones, va a ser tan fácil y tan rápido de barrer? ¿Que la puesta a punto de un eventual PSOE postsanchista llegaría a tiempo de la investidura? Estas cosas llevan su tiempo, y no es cuestión menor recordar que, en caso de bloqueo, Sánchez seguiría siendo presidente en funciones, de España y de la UE además, hasta finales de año. Que los resortes de poder seguirían por pasiva en manos pues eso, del sanchismo, mientras Feijóo se retorcería de impotencia en las bancadas de la oposición pues eso, en funciones. O a prueba.

Podría darse el curioso escenario, con toda la que ha llegado a caer, de que Sánchez tuviera un recorrido más largo como líder del PSOE que Núñez Feijóo como líder del PP. Desde luego, esa podría ser una consecuencia más que lógica, tanto de que el PP se tenga que embarcar en una coalición a cara de perro con Vox, como de que haya bloqueo y tengamos que volver a ir a votar. Con Pedro Sánchez cómodamente arrellanado en la Moncloa durante todo el ínterin, insisto, y con Feijóo teniendo que dar un montón de explicaciones a Juanma Moreno Bonilla y/o a Isabel Díaz Ayuso.

«Ningún escenario promete estabilidad ni progreso para España»

Ya ni hablamos de la posibilidad, remota pero no imposible, de que al final la izquierda sumara y todo esto del «voto útil» de la derecha se quedara a las puertas de la nada. Le pasó a José María Aznar en 1993, cuando ya todo el mundo daba por políticamente desahuciado a Felipe González. Y tres años más aguantó, con el apoyo de Jordi Pujol.

Ninguno de estos escenarios expuestos aquí es para tirar cohetes ni promete estabilidad ni progreso para España. Pero igual nos puede ayudar a abrir una reflexión honesta y sincera sobre por y para qué votamos y a quién. Cuando todo se fía a los errores ajenos sin hacer autocrítica de los propios, cuando la falsedad es moneda corriente en campaña, cuando se quieren coger atajos políticos o incluso éticos, por ejemplo favoreciendo los transfuguismos más abyectos, puede pasar cualquier cosa.

Por cierto: da igual las veces que se escriba y que se diga, simplemente no es verdad que la gente de Ciudadanos, al no concurrir nuestro partido a estas elecciones, vayamos a votar en masa al PP. Ni en masa ni en misa. Porque muchos no nos sentimos representados por esas siglas. Porque pensamos que nos parecemos como un huevo a una castaña. Y porque no todo el mundo ve normal cambiar de principios y de chaqueta en cuestión de días. ¿Daría usted su voto y su confianza a alguien que le ha decepcionado y traicionado, utilizando el trabajo de todo un equipo para medrar en otro? Pues yo tampoco.

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