Aquel “cambio” que prometió Obama al postularse como presidente en la campaña de 2008 se ha hecho realidad: ante la grave crisis económica, el demócrata ha conseguido crear más de 11 millones de empleos, y en políticas sociales destacan hitos como la legalización en todo el país del matrimonio entre personas del mismo sexo o el Obama care, el programa que le ha dado la posibilidad a millones de personas de tener un seguro médico, sea cual sea su situación económica. En cuanto a la política exterior, destaca el deshielo, y final acercamiento, entre Estados Unidos y Cuba, un hito que queda en el aire dadas las reticencias del presidente electo, Donald Trump, y de la incertidumbre que deja la reciente muerte de Fidel Castro.
Entre los puntos negativos, Obama deja un país menos unido del que se encontró cuando tomó posesión en 2009. El temor a atentados, la inseguridad por su papel en el exterior, el cambio demográfico, la crisis de la división racial que ha propiciado el movimiento Black Lives Matter, la pobreza infantil… son sólo algunos de los problemas a los que Obama no ha logrado dar solución. Una de las principales promesas de Obama, el cierre definitivo de la polémica cárcel de Guantánamo, no se ha cumplido todavía. La Administración Obama todavía espera cumplir con esta premisa antes de que el presidente abandone su cargo, el 20 de enero.
Barack Obama deja el poder, no obstante, con grandes cuotas de popularidad, siendo sin duda el presidente más mediático y carismático en décadas. Su propia personalidad, su familia -en particular su mujer Michelle-, sus elocuentes discursos y su propia gestión al frente de Estados Unidos dejarán sin duda buen recuerdo del primer presidente negro de la historia del país.