“Proletarios de todo el mundo, perdonadnos”, se leía en una pancarta en el Moscú de Boris Yeltsin y yo, cuando oigo hablar de memoria histórica, pienso en ella y en aquellos campesinos andaluces que Ehrenburg vio lanzarse a pecho descubierto contra las trincheras enemigas al grito de “¡Viva Stalin!”. Ehrenburg cuenta también que un día fue a visitar a Koltsov a su oficina de Pravda y, entre otras cosas, hablaron de Teruel. De pronto, sin razón aparente, Koltsov lo condujo a un cuarto de baño y le dijo a media voz: “¿Quieres escuchar un chiste divertido? Dos moscovitas se encuentran. El primero: ¿Te has enterado, ha caído Teruel?. El segundo: ¿Y su mujer?”.