El medio opositor 14ymedio, en el que trabaja la activista Yoani Sánchez, apunta que el contrato que acepta cada usuario de Cubacel (la red celular de Etecsa) aclara que una de las causas para el fin del servicio incluye dar un uso «que atente contra la moral, el orden público, la seguridad del Estado o sirvan de soporte en la realización de actividades delictivas». Pero matiza que el cliente nunca es advertido de que sus mensajes serán sometidos a un filtro de contenido o que parte de su correspondencia será bloqueada si alude a opositores, conceptos incómodos para el oficialismo como «derechos humanos» o blogs críticos con el Gobierno. Hasta ahora nadie se había percatado de esta velada censura, porque los usuarios consideraban que los errores de recepción en las comunicaciones se debía a los crónicos problemas de congestión y mal servicio que padece Cubacel.
Los SMS que se reciben desde el exterior sufren la misma censura que en la mensajería nacional. La falta de acceso a servicios de mensajería como Whatsapp o Telegram, obliga a los cubanos a utilizar el servicio de mensajería móvil para lo público y lo privado. Para saltarse estos filtros gubernamentales algunos usuarios confiesan hacer uso de algún tipo de encriptación para el envío de SMS, como términos alternativos. Aunque un número considerable de jóvenes encuestados en las zonas wifi de acceso a Internet asegura echar mano de proxys anónimos o red privadas virtuales.