El pensamiento político liberal vive un hecho aparentemente paradójico: cuanta más presencia tiene en librerías y medios, más cuestionado está. Y, bien mirado, quizá no sea algo tan paradójico: se lo defiende y valora precisamente cuando el auge de movimientos populistas o regímenes iliberales lo ponen en cuestión en todo el mundo. Lo extendido de los elogios de los libros de Mark Lilla, politólogo liberal e historiador de las ideas, es un buen ejemplo de ello. El Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa publicará próximamente La llamada de la tribu, una crónica intelectual de su viaje del marxismo al liberalismo (por enésima vez, pero ahora en libro) de la mano de autores como Popper, Hayek o Berlin. Han sido constantes las cuidadas reediciones o las nuevas traducciones de libros de Aron, Mill o Schumpeter, y casi todos los ensayos críticos contra el populismo han recurrido a estos autores para ponderar las virtudes del liberalismo y su contribución histórica al progreso.