THE OBJECTIVE
José Antonio Montano

Citas con la muerte

«Larra escribió ‘El Día de Difuntos de 1836’ unas semanas antes del pistoletazo. Su pesimismo le hizo decir: ‘Aquí yace media España; murió de la otra media’»

Opinión
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Citas con la muerte

Mario Vargas Llosa. | Atilano García (Europa Press)

Nietzsche tiene una sustanciosa cita con la muerte: «Gracias a la segura perspectiva de la muerte podría estar mezclada a cada vida una exquisita y aromática gota de ligereza –¡y lo que vosotros, extrañas almas de boticario, habéis hecho de ella es una gota de veneno que sabe mal y vuelve repugnante la vida entera!». 

En este Día de Difuntos quiero traer citas con la muerte dentro; no buscándolas, sino escogiéndolas de entre las que llevo en la cabeza (aunque para su literalidad sí las he buscado). 

Larra escribió El Día de Difuntos de 1836 unas semanas antes del pistoletazo. Su pesimismo le hizo decir: «Aquí yace media España; murió de la otra media». Viene al pelo en estos ominosos días su visión de la gente camino del cementerio: «¿Dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro?».

Uno de los mejores finales de novela que conozco es el de Conversación en La Catedral de Vargas Llosa, de la que se recuerda su principio (que también nos viene al pelo): «¿En qué momento se jodió el Perú?». En el final aparece la muerte como refugio de la historia y de la vida: «Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo había otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría, ¿no, niño?».  

La muerte como corrección de ese error que es la vida es a lo que se refiere el título Corrección de Thomas Bernhard, de entre cuyo aluvión de frases escojo: «La tranquilidad no es la vida, así Roithamer, la tranquilidad y la tranquilidad perfecta es la muerte, así Pascal, así Roithamer».

«Platón propone la procreación como una respuesta terrenal de la vida ante la muerte»

Borges lo matiza suavemente en estos versos que reflejan la filosofía de Schopenhauer: «Equivocamos esa paz con la muerte / y creemos anhelar nuestro fin / y anhelamos el sueño y la indiferencia. / Vibrante en las espadas y en la pasión / y dormida en la hiedra, / solo la vida existe. / El espacio y el tiempo son formas suyas, / son instrumentos mágicos del alma, / y cuando esta se apague, / se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte, / como al cesar la luz / caduca el simulacro de los espejos / que ya la tarde fue apagando».

Cernuda deposita en la muerte un anhelo de completud: «Donde la muerte únicamente, / la muerte únicamente, / puede hacer resonar la melodía prometida». Jünger dice casi lo mismo en El teniente Sturm, en que describe así una muerte en la trinchera: «Su última sensación fue la de hundirse en el torbellino de una antiquísima melodía».

El mismo Jünger en Radiaciones: «A un hombre podrán fallarle todas las citas que tenga previstas a lo largo de su vida –menos una: la cita con la muerte». Y: «En el ser humano reposan también cualidades que solo la muerte desplegará. Entonces la metamorfosis no ocurrirá ya en determinados estratos, sino en la plenitud. Oh vosotros, los grandes aventureros –esa será vuestra última y máxima aventura». 

Platón, como recordaba Eugenio Trías, propone la creación, la procreación, como una respuesta terrenal de la vida ante la muerte, según dice en El banquete: «La naturaleza mortal busca en lo posible existir siempre y ser inmortal. Y solo puede conseguirlo con la procreación, porque siempre deja un nuevo ser en el lugar del viejo».   

Algo que enlaza con Nietzsche, por terminar con el filósofo con el que empecé. En esta proclama del Zaratustra une vida y muerte en la afirmación de la vida transitoria y de la creación: «¡Sí, muchas amargas muertes tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo sois defensores y justificadores de todo lo perecedero».

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