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Medio Ambiente

¿Arrancará el coche eléctrico si instalamos más puntos de recarga?

Los vehículos híbridos o eléctricos matriculados en España en 2019 apenas representan el 5% del total

¿Arrancará el coche eléctrico si instalamos más puntos de recarga?

Reuters

El nuevo anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética incluye medidas para fomentar la movilidad eléctrica, como la creación de un mapa informativo de puntos de recarga y la obligatoriedad de instalar puntos de recarga en algunas gasolineras.

Se trata de otro intento para impulsar el despegue definitivo del coche eléctrico en nuestro país. La cuota del automóvil eléctrico en el caso español sigue siendo muy baja a pesar de la mayor conciencia medioambiental de la población, los incentivos económicos y las ventajas que empiezan a disfrutar en el acceso a los centros urbanos de las grandes capitales.

El uso de coche eléctrico en España

La figura 1 refleja las tasas de matriculación de vehículos en España en 2019. Los eléctricos han representado el 0,6% del total y los híbridos (equipados con un motor de combustión y otro eléctrico) el 4,75%.

Figura 1. Cuota de mercado de los vehículos matriculados en España en 2019 por fuente de energía. | Foto: The Conversation

No obstante, algo parece estar cambiando. En el último año, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 50% respecto al precedente, los híbridos enchufables crecieron un 31% y los no enchufables un 44,2%. Probablemente, esta tendencia se va a disparar, como manifiesta el hecho de que todas las marcas oferten ya un significativo número de modelos eléctricos en todos los segmentos.

¿Qué falta entonces para el despegue del coche eléctrico? Hay varios factores implicados. Entre ellos, podemos señalar su mayor precio y menor autonomía –kilómetros realizados con una sola carga– respecto a los vehículos de motor térmico, así como la dificultad y tiempo de recarga.

La autonomía de las baterías

El grado de autonomía de un coche está relacionado con el almacenamiento de energía en el propio vehículo. Buena parte del éxito del motor de combustión se ha basado en la disponibilidad y relativamente bajo coste de un combustible que posee una elevadísima densidad energética o energía por unidad de masa.

Las baterías eléctricas o electroquímicas, también llamadas acumuladores o pilas, almacenan energía química, que puede ser liberada en forma de energía eléctrica al cerrar un circuito entre sus bornes.

Aunque se ha mejorado mucho en los últimos años, la densidad energética de las baterías sigue siendo muy inferior a la de los combustibles derivados del petróleo. Así, por ejemplo, la densidad energética de las baterías de iones de litio de alta densidad es solo el 1,5 % de la de los combustibles fósiles.

La cantidad de energía que puede almacenar una batería se mide en kWh (también en amperios hora, Ah), y está directamente relacionada con la autonomía de los vehículos. Por ejemplo, el Nissan Leaf se presenta en dos versiones con baterías de iones de litio de 40 y 62 kWh, que le proporcionan una autonomía de 270 y 385 km, respectivamente.

La autonomía también está condicionada por otras características del coche, como el peso, la aerodinámica, etc. En cualquier caso, como se puede observar, alcanza ya cifras muy significativas (hay modelos que se anuncian con más de 600 km).

La carga y los cargadores

Los coches eléctricos se pueden cargar en la propia vivienda o garaje comunitario, en postes en la vía pública, aparcamientos públicos o también, claro, en estaciones de servicio, imprescindibles cuando se sale de viaje. Aunque aún puede considerarse insuficiente, existen ya 5 000 puntos de carga repartidos por toda la geografía española.

En cuanto al precio de la energía, con una carga en horario nocturno, cuando la electricidad es más barata, se puede hablar de cerca de 0,5 €/100 km. Comparados con los más de 8 € que harían falta en caso de un vehículo diésel, es una ventaja más que apreciable.

No es previsible una saturación de la red eléctrica para abastecer un hipotético parque automovilístico 100 % eléctrico. Los coches están parados de media un 95 % del tiempo y se prevé precisamente lo contrario: que los acumuladores de los vehículos puedan contribuir a la estabilización del sistema eléctrico público.

Punto de carga público de coches eléctricos en la Universidad de Murcia. | Foto: UMU

Tiempo y potencia de carga

Entre los inconvenientes de la recarga eléctrica nos encontramos con el tiempo que requiere. Varía según la tecnología elegida, o disponible, pero siempre es muy superior al necesario para llenar el depósito de los vehículos que funcionan con combustibles fósiles.

En el caso de los cargadores eléctricos, la variable fundamental es la intensidad de la carga. Esta depende del voltaje y la potencia (energía que es capaz de suministrar instantáneamente) del dispositivo de carga, así como del tipo de corriente. Según este factor, existen dos tipos de cargadores: los de corriente alterna (CA) y los de corriente continua (CC).

Los dispositivos de CC presentan una mayor potencia de carga y, por ende, menor tiempo de repostaje. Son los que solemos encontrar en las electrolineras de las estaciones de servicio. Proporcionan las llamadas cargas rápidas, imprescindibles en trayectos interurbanos. En estos casos, hablamos de potencias de hasta 100 kW, que pueden proporcionar una autonomía de unos 300 km con 30 minutos de carga.

Para la carga doméstica o en garajes comunitarios, donde se dispone normalmente de conexiones monofásicas de corriente alterna a 230 V o 380 V, existen dispositivos en el mercado fáciles de instalar.

Según la Ley de propiedad horizontal, para instalar un punto de recarga de vehículos eléctricos en una plaza del garaje de un edificio, no es necesario obtener un permiso especial, basta una “comunicación previa a la comunidad”. El usuario deberá asumir los costes de la instalación y del consumo eléctrico.

El precio de un punto de recarga en una vivienda unifamiliar, instalación incluida, está por debajo de los 1000 €. Para utilizarlo, basta enchufar el conector a la toma de carga del vehículo, como si de cualquier aparato eléctrico se tratase.

Punto de recarga de coches eléctricos en Menorca. | Foto: Josefito123 | Wikimedia

Hay en el mercado cargadores para diversas potencias, hasta 20 kW aproximadamente. A mayor potencia, menor tiempo de carga. En carga lenta se requieren bastantes horas para cargar completamente las baterías. Pero si se hace coincidir con las horas nocturnas o se compatibiliza con el horario de trabajo, por ejemplo, con una sola carga puede bastar para un consumo urbano semanal.

Por otra parte, existen aplicaciones móviles para gestionar el proceso de carga. Permiten obtener información sobre el flujo de energía, el estado de batería o, incluso, programar las horas de recarga para que coincidan con las de menor precio de la electricidad.

También podemos encontrar en el mercado cargadores domésticos bidireccionales (tecnología V2G). Estos dispositivos cargan las baterías de los coches y, además, permiten suministrar energía a la vivienda o incluso verterla a la red pública. Esta posibilidad, que supondría una total integración de los coches eléctricos en el sistema eléctrico general, no está aun regulada en España (aunque se espera que lo esté pronto).

La importancia de los enchufes

Un importante problema de la recarga es la compatibilidad de los enchufes. Los distintos fabricantes han recurrido a diversos puertos de carga más o menos compatibles.

Sin embargo, hasta la fecha, la Administración no ha impuesto un estándar para los conectores de carga, una cuestión especialmente importante en las estaciones públicas. Esto puede imposibilitar la recarga de los vehículos eléctricos aun con un poste disponible.

Las administraciones públicas internacionales deberían trabajar para unificar o, al menos, hacer compatibles los distintos conectores de carga.

A modo de conclusión

Existe ya en el mercado una amplia oferta de coches eléctricos en prácticamente todas las gamas y aplicaciones. También están disponibles distintos sistemas de carga.

Si bien es cierto que autonomía y rapidez de carga del coche eléctrico no igualan (de momento) al movido por motor de combustión, presenta otras innegables y numerosas ventajas. La operación de carga de los coches eléctricos puede ser en ocasiones un problema, pero en modo alguno tecnológica ni operativamente imposible de superar.

La movilidad eléctrica plantea dificultades, pero no son insalvables, sobre todo, si tenemos altura de miras. Quizá lo que procede es un cambio de mentalidad y actitud para adaptarnos a los requerimientos de una nueva movilidad que sea respetuosa con la sociedad y el planeta.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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