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Todos los discos de Madonna, de peor a mejor

La reina del pop publica esta semana ‘Madame X’, momento ideal para hacer un repaso a una carrera legendaria

Todos los discos de Madonna, de peor a mejor

Madonna ha vuelto con Madame X, el decimocuarto disco de estudio de la reina del pop. El hype está ahí: la colaboración con Maluma, la polémica actuación en Eurovisión, el hecho de que se trata del primer disco de una Madonna sexagenaria… Aunque ha ido filtrando varios temas que apuntan al eclecticismo y al overbooking de productores como ingredientes principales (una desafortunada constante en la carrera de la cantante desde Hard Candy), este es el momento perfecto para hacer retrospectiva a lo mejor y lo peor de una carrera legendaria. Empezamos por lo peor.

13. Hard Candy (2008)

Hard Candy es una dolorosa secuela de Confessions on a dance floor. Tal vez cansada de no vender los suficientes millones y millones de discos en su Estados Unidos natal con sus anteriores álbumes haciendo trabajos que se adelantaban a lo que luego serían las tendencias globales, con este álbum optó por lo contrario y llegó dos años tarde a las modas de su país. Una cantidad ingente de productores y de colaboradores hiperfamosos la hacían parecer desesperada por sonar modernilla… cuando venía de petarlo en todo el mundo con su anterior disco. Pero vamos a ver, ¿qué pinta Madonna con Pharrell Williams?

12. Bedtime stories (1994)

Este disco cumplió su función: salvar los muebles. Después del fracaso de Erotica, el primer revés en su carrera, Madonna necesitaba recuperar la popularidad perdida y no arriesgó. ¿Qué hizo? Sumarse a la entonces celebérrima ola del R&B romanticón que hacían Whitney Houston o Mariah Carey. Funcionó: de hecho, su single ‘Take a bow’ (cuyo videoclip, por cierto, se rodó en las localidades españolas de Ronda y Antequera) es el que más semanas ha estado en el número uno del Billboard Hot 100, siete en total. Pues muy bien por ella… Sin embargo, el tiempo no ha sido amable con este disco. Con el empalago como ingrediente secreto, Bedtime stories es una colección de temas prescindibles que tiene, eso sí, una colaboración con Björk —una rayada onírica llamada ‘Bedtime story’— que es uno de los mejores singles de su carrera.

11. MDNA (2012)

En los cuatro años transcurridos entre Hard Candy y MDNA, Madonna creó una línea de ropa con su hija, inauguró una cadena de gimnasios, lanzó una marca de moda y perfume y dirigió una película. En definitiva, estaba a otras cosas. Había apartado la música y eso se notó en el resultado: un disco irregular con varios highlights (‘I’m addicted’ es una de sus mejores canciones y ‘Masterpiece’ se llevó un Globo de Oro), pero en el que no faltan ridiculeces tan sonrojantes como ‘Give me all your luvin’ (inexplicable primer single) o ‘Superstar’ (inexplicable a secas).

10. Like a virgin (1984)

El segundo disco de Madonna definió la imagen que presentó durante el resto de su carrera por mucha reinvención que se le ocurriera: hipersexualizada, obsesionada con la imaginería católica y perennemente polémica. Y esa estampa no solo sirvió para ella, sino que se convirtió en el molde para futuras princesas del pop de generaciones venideras. Recuerde usted este disco cada vez que vea a una cantante pop subirse a un escenario en bragas. Like a virgin fue el álbum que convirtió a Madonna en estrella internacional, pero musicalmente está muy lejos de sus mejores hazañas. De acuerdo, el single que da título al álbum y ‘Material girl’ son dos de los temas más icónicos de Madonna y de la música pop en general, pero ¿alguien se acuerda de ‘Shoo-bee-doo’? ¿De ‘Pretender’? ¿De ‘Stay’? Pues eso.

9. Rebel heart (2015)

El último disco de Madonna tiene grandes momentos (‘Ghosttown’, ‘Devil pray’), pero una cantidad imperdonablemente alta de material prescindible (la edición superdeluxe del álbum tiene 25 canciones…) y la interminable retahíla de colaboradores que trabajaron en Rebel Heart dejaron un disco confuso que consiguió sonar moderadamente actual y radiofriendly, pero que tampoco le va a cambiar la vida a nadie.

8. Madonna (1983)

Madonna ya mostraba en su primer disco la famosísima mano de hierro y actitud implacable que la haría valedora del título de reina del pop. ¿Una (¡mujer!) debutante a la que se le ocurre despedir a su productor (hombre) porque no le gusta la dirección que está tomando su disco de presentación? Con un par. Empezaba con buen pie y mostraba un olfato privilegiado a la hora de apostar por productores desconocidos que sabían hacer magia, una constante en su carrera que arrancó cuando se deshizo de Reggie Lucas para fichar por John Jellybean Benitez. Madonna contiene algunas de las canciones más definitorias de la artista y de la propia década de los 80 (‘Lucky star’, ‘Holiday’, ‘Borderline’…). Sin embargo, no es un álbum brillante, no pronosticaba una carrera legendaria. De hecho, si había una debutante que en 1983 parecía destinada al megaestrellato, esa era Cyndi Lauper.

7. Erotica (1992)

El momento en el que el mundo se hartó de Madonna. Después de pasarse años creando polémicas cada vez mayores, en 1992 no se le ocurrió mejor idea que protagonizar un libro de fotografías eróticas llamado Sex y complementarlo con un disco cuyo single de presentación tenía un videoclip bastante más parecido a una peli porno que a un éxito de música pop. Madonna se convirtió en hazmerreír y el disco puso en peligro la continuidad de su carrera.

La crítica puso Erotica por los suelos en el momento de su lanzamiento, pero ha terminado reconociendo la solidez del disco. Básicamente porque el tiempo ha demostrado la influencia que ha tenido Erotica, tanto por el salto creativo que presentaba su música como porque, con los años, el público mainstream ha aceptado que las mujeres también pueden hablar de fantasías sexuales sin convertirlas en hazmerreír. Con todo, Madonna cometió un fallo muy común entre los artistas de la época: la consolidación del compact disc, que permitía mucho más almacenamiento que un vinilo, hizo que la cantante se viniera arriba e hiciera un disco de más de hora y cuarto de duración que se hace innecesariamente largo y falto de agilidad.

6. American life (2003)

Al contrario de lo que ocurrió con Erotica, la crítica (especialmente, la estadounidense) sigue sin haberle encontrado el punto a American life. Tal vez fuera el polémico videoclip de presentación. O la bajada de pantalones que supuso retirarlo y cambiarlo por una versión edulcorada tras ver que ofendía. Quizás fue decepción por ver a Madonna politizada. A lo mejor lo único que ocurrió fue que la música les pareció sinceramente una soberana basura. Sea cual sea el caso, los críticos siempre han valorado el disco post-11S de Madonna como uno de los trabajos más flojos de su carrera. Sin embargo, para los fans (sobre todo, los europeos), American life es un disco de referencia. Si Madonna unía el éxtasis sexual y el religioso en ‘Like a prayer’, en ‘Nothing fails’ es el amor lo que lleva a una revelación espiritual. ¿‘Love profusion’? Uno de los momentos más inspirados de su carrera.

5. True blue (1986)

Con Like a virgin, Madonna ya había asumido buena parte del control creativo de su trabajo, pero no es hasta su tercer disco cuando ya actúa por primera vez como coautora y coproductora de todas las canciones del álbum. La toma de riendas se nota y el resultado es notablemente superior al de sus dos anteriores trabajos. Patrick Leonard y Stephen Bray demuestran ser buenos compañeros de viaje y coproducen un disco de estudio que no solo es el más vendido de su carrera (25 millones de copias), sino que además ha dejado una retahíla de himnos inmortales de la música pop: ‘Papa don’t preach’, ‘Open your heart’, ‘La isla bonita’… Memorable. Muy memorable.

4. Music (2000)

¿Qué haría cualquiera después de lograr un éxito tan unánime como inesperado con su anterior disco? Exacto: repetir la fórmula. Pero Madonna no es cualquiera. Si bien Music es más continuista que rupturista con su anterior trabajo, la cantante relegó aquí a William Orbit a la cuneta y fichó a Mirwais Ahmadzaï, un francés adicto al sintetizador con el que se atrevió a bañar el country de electrónica, a abusar del vocoder como dogma y a grabar ‘Paradise’ e ‘Impressive instant’, dos de las canciones más indescriptibles de su carrera. Tampoco hay que olvidar la canción que da nombre al disco, que sigue siendo una de las más reconocibles de su discografía. «Hey, mister DJ, put a record on, I wanna dance with my baby». Y todos estamos bailando.

3. Like a prayer (1989)

Después de haber conquistado al público masivo, la cantante logró por fin lo único que le faltaba: que la crítica se la tomara en serio. Por primera vez, un álbum de la estrella vendía menos que el anterior, pero no importó lo más mínimo porque la industria reverenciaba un trabajo que abandonaba la música juvenil y abrazaba temas más maduros: las turbulencias matrimoniales, el empoderamiento femenino y los roles de género, la familia, la pérdida… Todo eso sin traicionar la conjunción de sexo y religión que tanto ha preocupado siempre a Madonna y que tuvo en el single que da título al disco su expresión definitiva.

La colaboración con Patrick Leonard y Stephen Bray vuelve a funcionar: parió canciones tan imprescindibles como ‘Express yourself’, ‘Till death do us part’, ‘Pray for Spanish eyes’ o la mismísima ‘Like a prayer’ y logró que Madonna despidiera los 80 con uno de los mayores éxitos de su carrera y que su nombre se convirtiera en sinónimo de esta década. Pero lo mejor estaba por llegar.

2. Confessions on a dance floor (2005)

Después del tortazo de American life, Madonna necesitaba un disco explosivo que opacara la mala recepción de su anterior trabajo. La solución era evidente: volver al lugar donde siempre había tenido éxito, es decir, la pista de baile. Sin embargo, al contrario de lo que había ocurrido con Bedtime stories, aquí Madonna no se limitó a salir del paso, sino que dio un giro arriesgado y sorprendente.

En realidad, con su décimo disco no volvió exactamente a sus inicios, como dijo entones la crítica, sino que fue un poco más allá. El debut de Madonna fue a principios de los 80, así que el mundo se había quedado sin saber cómo habría sonado su música si hubiese estado activa en los 70. Confessions on a dance floor resolvió magníficamente esa duda. El resultado podía haber sido catastrófico. ¿Una cantante de 47 años que se pone a hacer referencias a Abba y Donna Summer? Sobre el papel, la cosa suena a producto pop que caduca a los cinco minutos, pero, en manos de Madonna, el resultado fue el opuesto y, entre otras cosas, la diva logró con este álbum el single más exitoso de su carrera (‘Hung up’).

Sonar fresca y rompedora y crear tendencia ya fue un logro notable para la Madonna debutante de 1983, pero para alguien que ya tiene otros nueve discos a sus espaldas es una proeza. Confiándole la coproducción a Stuart Price, la reina del pop se planteó este disco como una sesión de DJ: no hay cortes, el final de cada canción se funde con el principio de la siguiente en una fiesta interminable. Su último gran disco.

1. Ray of light (1998)

Se acercaba el siglo XXI y Madonna no lograba un hit verdaderamente global desde 1990 con ‘Vogue’. Su etapa hipersexualizada le había pasado una factura tan cara que pocos creían que la cantante pudiera regresar a las cotas de popularidad que había tenido en los 80. Las ventas habían caído y ya se estaba consolidando una nueva generación de artistas pop. Pero ella sabía lo que hacía.

Entre su anterior disco de estudio (Bedtime stories) y Ray of light pasaron varias cosas dignas de mención. En lo personal, se convirtió en madre y abrazó la espiritualidad al hacerse seguidora de la cábala. En lo profesional, las clases de canto que recibió para la preparación del musical Evita (por cuya interpretación ganó el Globo de Oro a la mejor actriz) le hicieron descubrir que había toda una parte de su voz que no estaba utilizando y que, por lo tanto, podía alcanzar registros a los que hasta entonces no había llegado.

El resultado de esas transformaciones (y de su oportuna colaboración con William Orbit tras finiquitar a varios productores con los que no estaba consiguiendo el resultado que quería) es un álbum redondo que sedujo a público y crítica a partes iguales y que ha dejado algunos de los singles más legendarios de su carrera, como ‘Frozen’ o el que da título al álbum. «Cambié la fama por el amor sin pensarlo dos veces», cantaba al comienzo de la primera canción de Ray of light. Una advertencia de que, a partir de aquel momento, estábamos ante una Madonna distinta.

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