Lo que debes comer (y lo que no) para evitar la fatiga veraniega que tan cansado te tiene
El verano es sinónimo de cansancio si aún seguimos trabajando y debemos estar productivos. Pero podemos remediarlo
El verano está muy bien, genial, pero quizá solo cuando uno está de vacaciones. Los que seguimos trabajando sentimos fatiga y notamos que nuestra productividad baja notablemente como consecuencia del cansancio acumulado durante todo el año y, sobre todo, de las altas temperaturas.
Lamentablemente, no queda otra que seguir trabajando una gran parte de los meses de más calor del año, lo que supone todo un reto para muchos, que solo quieren disfrutar y descansar.
Pero el problema se acrecenta cuando intentamos estar más ágiles, despiertos y menos cansados. La buena noticia es que podemos remediarlo a través de la alimentación.
Cómo acabar con la fatiga veraniega a través de la alimentación en seis pasos
Como te decíamos, la productividad en verano suele decaer con frecuencia debido a la fatiga o astenia veraniega, que se produce principalmente por el aumento de las temperaturas.
Este malestar afecta con mayor intensidad a las personas que tienen más dificultades para dormir, algo que es más común en verano. Este calor produce un cansancio constante en muchas personas, y les afecta directamente a su rendimiento, haciendo más difícil aguantar las jornadas de trabajo aunque sean intensivas.
Una forma de aligerar esta sensación tan desagradable y aumentar la productividad durante el verano es la alimentación, ya que hay ciertos alimentos que aumentan la sensación de pesadez cuando hace calor. Para saber qué hemos hacer y qué no, consultamos a los expertos Miguel Navarro, CEO de la escuela de alimentación Salud Feroz, y Ana Montes, directora Clínica de Salud Feroz:
1. Aumenta el consumo de frutas y verduras
Este tipo de alimentos son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes que son beneficiosos para que cualquier persona pueda tener más energía. Además, podemos acompañarlas de hidratos de carbono integrales, legumbres, huevos, pescado y carne (preferiblemente, ave). Y no olvidemos que tenemos el gazpacho y las sopas frías, grandes aliadas en estos meses de calor.
2. Elimina el consumo de carbohidratos simples
«El consumo de cereales como el trigo, el arroz, la avena, las harinas, pan, pasta, pizzas, empanadas, dulces, refrescos, cervezas o cualquier otro alimento que tenga un alto índice y una alta carga glucémica, desestabilizan enérgicamente. Son sustratos energéticos muy poco eficientes», apuntan los expertos.
«Inicialmente dan un subidón mientras los comemos, pero después la alta liberación de insulina que se da para regular la glucemia en sangre hace que muchas veces caigamos por debajo de los rangos de normalidad, entrando en cuadros de hipoglucemia, que se representan por sensaciones de mareos, sueño, agotamiento, de necesidad de volver a comer, náuseas, etc.».
3. Evita la comida entre horas
Hay mucha polémica en torno a cuántas comidas se pueden o deben hacer al día. Según los expertos mencionados, es mejor no picar entre horas y reducir nuestra ingesta a las tres comidas principales para evitar la fatiga.
«El mero hecho de hacer la digestión tiene gasto energético, y no es poco, porque no solamente trabaja el intestino, sino también otros sistemas fundamentales como el inmunitario, que se activa de manera fisiológica tras las ingestas para procurar que no penetren dentro de los vasos sanguíneos, microbios que puedan generar infecciones. Este sistema inmune gasta mucha energía, si cada 2 o 3 horas picoteamos, nunca descansan, y por ende se generan desregulaciones que producen malas absorciones, intolerancias, síntomas digestivos como ardores, digestiones pesadas y problemas en la evacuación, entre muchos otros», afirman.
4. Limita el consumo de alimentos procesados y azúcares refinados
Los alimentos ultraprocesados y los azúcares refinados, como sabes, suelen ser bajos en nutrientes y pueden causar picos de energía seguidos de una caída brusca, «además de venir cargados de muchos aditivos que desestabilizan nuestra salud intestinal y celular, generando muchos de ellos fallos en nuestro material genético. Lo mejor es tomar alimentos frescos y naturales siempre que sea posible».
5. Bebe suficiente agua y evita el alcohol
La deshidratación por calor es uno de los motivos que producen esta fatiga veraniega, por esto es tan importante mantenerse siempre bien hidratado. Beber agua regularmente a lo largo del día es fundamental, y por supuesto evitar el consumo de bebidas azucaradas, gasificadas o alcohólicas.
La recomendación de los expertos de la Unión Europea sigue siendo consumir entre 2 y 2,5 litros de agua diarios en población general, incluyendo la presente en los alimentos y prestando especial atención a niños y ancianos.
6. Planifica las comidas
«Preparar las comidas con anticipación ayudará a tomar decisiones más saludables y evitará recurrir a opciones menos nutritivas en los picos de hambre. Es preciso intentar incluir una combinación equilibrada de proteínas magras como el pescado, marisco y la carne, carbohidratos saludables como los tubérculos, verduras y frutas y grasas saludables como los huevos, el aguacate o el aceite de oliva en cada comida», añaden.
Cuidado con el hambre emocional
Además de todos estos consejos, hemos de distinguir el hambre real del emocional, que «es la sensación de enfado que se produce cuando han pasado varias horas y no se ha comido nada». El hambre real, por su parte, permite esperar para comer, que incluso de tenerla no hay una necesidad de comer algo en específico, sino que permite comer algo que no apetezca tanto.
«Por ejemplo, si por la mañana apetecen un café y unos bollos, alimentos totalmente hedónicos, es probable que sea hambre emocional. Es muy interesante aprender a hacer estas distinciones para alimentarte con más conciencia y de manera saludable». Y quizá el verano pueda ser un buen punto de partida para cuidarte mejor.
Asimismo, hemos de intentar no llenarnos del todo, ya que el exceso de alimentos crea una sensación de pesadez y de poca energía proporcional a la actividad digestiva que realicemos. Algo que te permitirá identificar con más claridad esta saciedad es comer más despacio para que el cuerpo tenga tiempo de registrar que se está ingiriendo comida y por consiguiente liberar leptina, la hormona que se encarga de darnos la sensación de saciedad», finalizan.
Obviamente, como siempre te decimos, cada uno somos diferentes, y lo que funciona para uno no lo hace para otro. Y si de todas formas sigues con fatiga tras cambiar tus hábitos, te animamos a consultar este artículo de THE OBJECTIVE: