THE OBJECTIVE

La implosión de Simeone

«Para todos los atléticos, pase lo que pase, Diego Pablo Simeone será siempre lo mejor que le ha pasado al equipo en muchos años»

La implosión de Simeone

El entrenador del Atlético, Diego Pablo Simeone. | Sara Arib (EP)

El tiempo pasa y todo en la vida siempre acaba terminando. Todo es perecedero. Los ciclos finalizan y vuelven a empezar porque ciclos son. Hay procesos que duran poco y terminan de forma suave. Hay otros que son más duraderos y terminan en explosiones o en implosiones. La RAE nos dice que una implosión es en astronomía, la «acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad cuya presión es inferior a la externa» o en astronomía, la «disminución brusca del tamaño de un astro». Y eso le está ocurriendo a Diego Pablo Simeone.

Poco más de un mes falta para que Simeone cumpla once años como entrenador del Atlético de Madrid. En estos once años ha conseguido el mayor número de títulos, de victorias y de crecimiento de la historia del club. Ha sido sin duda la etapa más fructífera de un club que siempre ha sido maltratado por todos. Desde sus propios dirigentes a sus vecinos; desde el poder económico al mediático. 

No es fácil ser del Atleti. Todo el mundo sabe que el club más rico, poderoso y laureado del mundo es el Real Madrid. Es por tanto muy alto el mérito de convivir en la misma ciudad y además sobrevivir a ese agujero negro que reside en la Castellana y que todo lo engulle. Por eso en los seguidores atléticos siempre ha habido un instinto de resiliencia. Cuanto peor nos iba, más fuertes nos hacíamos en nuestro sentimiento por unos colores que significaban una forma de vida, lucha y protesta contra el poder. La lucha nunca fue fácil y además venía rodeada por un destino que jugó siempre malévolamente con el pescuezo del Atleti. Desde la triste leyenda de «el pupas», a la sentencia de la Audiencia Nacional de una apropiación indebida del club por sus propios dirigentes. Vivimos el deshonor como club histórico de bajar a Segunda División. Pero la resiliencia le dio la vuelta. Llenos del Calderón y crecimiento del número de socios fue la respuesta para ayudar a subir otra vez a primera. Luego años de mediocridad.

Y en esto llegó Simeone. Un argentino que ya había sido excelente jugador, que había vivido el doblete -lo único digno de aquellos años- y que regresaba como entrenador aclamado por la afición pese a que la directiva nunca fue entusiasta. Y se puso a hablar de unos criterios en los que el trabajo, la entrega y el esfuerzo no se regateaban. Y  habló de la unión con los sentimientos de esa afición que como decía la siempre recordada y añorada Almudena Grandes, «no somos del Atleti, nosotros somos el Atleti». 

«La caída en Europa, las derrotas en liga frente a equipos menores son solo el reflejo de la desaparición de esa presión interna que mantenía la estructura frente a todos»

De aquella simbiosis nació una filosofía. El «partido a partido», el «si se trabaja y se esfuerza, se consigue», se unían al «nunca dejes de creer». Y los títulos empezaron a llegar pese a competir e una liga en la que jugaban los dos mejores clubes del mundo, con los por entonces, dos mejores jugadores del mundo y con las dos mejores plantillas del mundo. Y se ganó. Dos ligas, una Copa del Rey, una Supercopa de España, dos Ligas Europeas, dos Supercopas de Europa no es mal balance. Cierto es que también se sufrió como ningún club ha sufrido nunca en Europa. Dos finales de Champions que no se ganaron. Una perdida en la prórroga, la otra en los penaltis (tras un cuestionable arbitraje en contra reconocido años más tarde por el propio arbitro). 

Ningún atlético cuestionó al Cholo por esas derrotas. Porque sus equipos siempre lo daban todo, luchaban hasta el final, jugaban unidos. Había un plan y se cumplía y debía de ser bueno por como era atacado desde fuera año tras año. Y mientras el Cholo clasificaba al Atleti diez años seguidos para la Champions, el club seguía malvendiendo a sus jugadores. La versión oficial es que para fichar había que vender. Un modelo de negocio que fue degenerando hasta convertirse en irreal. Se malvendían a jugadores profesionales que decían añorar su país de origen o a sus familias.  A otros se les dejaba ir a otros clubes porque querían tener minutos y tener opciones para jugar el Mundial. La cantidad de situaciones raras de los últimos tiempos ha sido escalofriante. Jugadores que solo podían jugar treinta minutos, jugadores a precio de oro que no han demostrado nada, una cantera casi vetada en la primera plantilla, jugadores que se quisieron ir y tras fracasar han vuelto obligados. El caos es total.

Y el caos no ha sido lo peor. Lo más dramático es que el Cholo fue aceptando todo. Siempre ha alardeado de ser un hombre de club. Y también, según dicen, el entrenador mejor pagado del mundo. Y en este contexto ha ido renunciando a algunos pilares fundamentales de su filosofía del fútbol. Ha ido adaptándose a esos jugadores que iban y venían, pero que ya no tenían esos principios de entrega y lucha. Ha caído en el capricho de enfrentarse con algunos jugadores y de mimar a otros. Y al final ha llegado la implosión. El equipo se rompe hacia dentro, con estruendo. La caída en Europa, las derrotas en liga frente a equipos menores son solo el reflejo de la desaparición de esa presión interna que mantenía la estructura frente a todos. 

Simeone no sabe que les pasa a sus jugadores, y los jugadores no saben que quiere Cholo. La afición vive ya una división manifiesta, la propiedad sigue actuando mal, a oscuras y solo pensando en su beneficio propio. 

El Cholo lo ha sido todo para el Atleti y no merece que salga mal del club. No merece esa implosión astronómica que es la «disminución brusca del tamaño de un astro». Porque para todos los atléticos, pase lo que pase, Diego Pablo Simeone será siempre lo mejor que le ha pasado al Atleti en muchos años. Un gran astro.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D