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Opinión

El gobernador y las matemáticas sin números

«Nada nos cuenta Hernández de Cos, torre vigía, sobre los 600.000 autónomos que perderá España en los próximos cinco años»

El gobernador y las matemáticas sin números

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. | Europa Press

Nos creemos al señor gobernador del Banco de España, D. Pablo Hernández de Cos, cuando nos recita a capela cómo España necesitará 24 millones de inmigrantes, en el 2050, para pagar las pensiones. Vox sigue en el cuento de las deportaciones masivas, pero Hernández de Cos, contando por los dedos, lo tiene claro. El envejecimiento será masivo, el trabajo menor y el viejo cuento de que la población activa pague los gastos y vida de la pasiva se complica. El INE espera, a treinta años vista: 15 millones de pensionistas, 18 millones de nacionales en edad de trabajar y 12 millones de extranjeros activos. Para mantener la tasa de dependencia actual, el Banco de España por boca de Hernández de Cos, lo señala con el dedo duro: 24 millones de inmigrantes más, y todo arreglado, y las deportaciones masivas de Vox que se las metan por el mismo sitio que las importaciones dulces.

Apreciamos los números de Hernández de Cos, el señor gobernador conoce el paño, los ricos mundiales son los que más inmigrantes acogen: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y España. Los inmigrantes son la mano de obra fácil pero el apaño acarrea complicaciones. Siempre las pensiones superaron los desembolsos previstos: viven al alza, sin merma, ni los incentivos para demorarlas frenan el gráfico, y la única bicoca son migajas, que los propios trabajadores retrasasen por voluntad propia durante tres años su merecido descanso. Pensar que los españoles puedan posponer su propia jubilación es otra ficción. También puede hacerse al revés: poner a trabajar a los viejos que seremos todos y jubilar a los que vienen de fuera a buscarse la vida, así con todo el día libre subiría la natalidad una barbaridad, porque follar a destajo sería el acto corriente.

Nos creemos a Pablo Hernández de Cos, sí, pero nada nos cuenta de otras muchas cosas interesantes, esas matemáticas sin números donde la vida salta en los mejores balances. Por ejemplo, el millón de despidos con el que se espera que España acabe este año 2024, primeros de año laxos y felices, últimos ejercicios letales y negros. Eventuales y asalariados, sin discriminación, viéndose las caras en corro hasta llegar a la cifra de un millón de barbas, según la Seguridad Social, según la Tesorerías Generales, y por ahí todo seguido. La ecuación la explican los camareros limpiándose la baba con el rodillo de limpiar la barra: más contratos fijos implican más extinciones de empleo a través de un despido y no por otra causa; las bajas por no superar el periodo de prueba son camelos, y el segundo mordisco gordo está en las indemnizaciones, toda una resaca del boom de los contratos indefinidos, mientras cuatro iluminados siguen en lo de encarecer el despido para hacerlo disuasorio. Todos los camareros españoles tienen tres carreras y, tratados de cerca, acojonan. El despido libre, supuestamente, dejó de existir en el 2012, pero vuelve como las venéreas en los puticlubs y saunas, aumentan con el calor y las ganas pardas.

Nada tampoco nos cuenta Hernández de Cos, torre vigía, sobre los 600.000 autónomos que perderá España en los próximos cinco años. En el próximo lustro se jubilará un veinte por ciento de la profesión, y tanto el envejecimiento como la falta de relevo generacional golpearán a tres sectores decisivos: transporte, construcción, agricultura. La edad promedio del colectivo de albañiles es de 50 años, y el siete por ciento tiene más de 60. Estas gráficas deberían salir en las libretitas de Hernández de Cos, porque es la jubilación misma de la generación baby boom, que no es otra cosa que la salida en masa del mercado laboral más grande de la historia de España (puras matemáticas orgánicas). Es una novela negra –lo entendemos, Hernández de Cos, amigo- contar el caso de la jubilación de los no asalariados. Menudos lagrimones. Menudos dramas. Cuando son ellos –hay que tocarse los dídimos- quienes más estiran su vida laboral, que es lo que pide, creo entender, nuestro héroe Hernández de Cos. A fecha actual: 180.000 autónomos tienen más de 64 años. Hay un incremento de cinco mil tíos por año, aproximadamente, sin tampoco merma ni rebaja alguna. Los emprendedores de veinte años o por ahí no llegan a ocho mil. Los profesionales sin relevo son los únicos que pueden prender la llama de las reivindicaciones imprescindibles: España es tierra de camioneros.

Tampoco nos cuenta Hernández de Cos, ya para acabar, los tres millones de españoles que viven en el extranjero. México, Estados Unidos y Francia como los mejores destinos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) lo cuenta en su Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE). Solo un tercio de esos españoles (aquí vienen las curvas) nacieron en España, el resto ya son nativos de esos sitios, nacieron allí. Si todos ellos volviesen, y los señorones de Vox con todo el pelo de la dehesa por encima de la cabeza del caballo no los deportasen, igual otro era el cantar general de este corral venido a menos. Solo Europa acoge a un millón de nacionales. Quizás las presentes estampitas valgan para contar el cuento de Hernández de Cos de otro modo, sobre los veinticuatro millones de tíos que tienen que venir en patera aquí para arreglar un par de grifos rotos. No obstante, yo soy el primero que se fía de las matemáticas del señor gobernador, aunque echo de menos más letras traviesas que números sosos.      

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