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Crece el misterio que rodea a los helicópteros furtivos con que cazaron a Bin Laden

«Puede que nunca conozcamos toda la verdad, pero es bastante posible que los chinos sepan más que nosotros»

Crece el misterio que rodea a los helicópteros furtivos con que cazaron a Bin Laden

Un helicóptero HH-60M Black Hawk. | U.S. Army (Europa Press)

Lo que ocurrió la noche de aquel 2 de mayo de 2011 se gritó a los cuatro vientos. No quedó ningún rincón del planeta por conocer que Osama Bin Laden había caído a manos de un comando de los Navy Seals en su residencia de Abbottabad, Pakistán. Se ha contado mil veces, por sus protagonistas, testigos, periodistas bien informados y hasta se han hecho películas. A pesar de todo, siguen quedando hilos de la historia rodeados de misterio, y uno es el de los helicópteros.

El papel de las aeronaves furtivas en las que los soldados de la marina estadounidense fueron enviados para liquidar a Bin Laden sigue envuelto en una nebulosa. Sí se sabe que uno de ellos se estrelló. Inútil para volver a su base, fue rodeado de cargas de explosivo plástico C-4 y destruido dentro de las posibilidades disponibles, aunque en tierra quedaron partes sensibles. Se sabe que muchas de ellas se subieron a un camión, y de alguna manera, los pakistaníes los hicieron llegar a China. Esto se conoce porque han aparecido imágenes de ingenios fabricados a nivel local, que remiten a las angulosas formas que se suponen deberían tener los Black Hawk furtivos. 

Pero hay más. Hay quien piensa que aquellas dos aeronaves no fueron las únicas con capacidades de invisibilidad para los radares pakistaníes, y lo afirmado tiene sentido. Hace poco y en una confesión off the record, se ha expuesto que los Chinook de apoyo que participaron en la logística de la misión también pudieron atender a esta misteriosa cualidad deseada por todos.

Made in China

Los chinos no se cortan ni un pelo a la hora de clonar todo aquello que cae en sus manos. Si les viene bien y aprenden algo, dicen que las leyes internacionales sobre patentes no tienen validez alguna en su territorio, y hay múltiples ejemplos. El último y más conocido caso es el del jet de pasajeros Comac 919, su primera aeronave comercial. Las aerolíneas chinas llevan años usando Boeings y Airbuses, no en vano, entre las dos copan el 99% del mercado internacional. A nadie escapa que en el país amarillo han desguazado pieza a pieza sus jets más populares de la que han obtenido por ingeniería inversa el diseño, ideas y solución de problemas habituales. Se han ahorrado décadas de investigación y desarrollo, algo común y extendido en su industria desde hace años. 

La lista de incidentes relacionados con la clonación de diseños militares de fabricación ajena tampoco es novedad. En la Guerra de Kosovo, las fuerzas serbias derribaron un caza furtivo F-117 cuyos restos fueron intercambiados con los servicios secretos chinos por sistemas de comunicaciones. Los americanos, cuando supieron de la jugada, bombardearon la embajada china en Belgrado en la creencia de que los restos estaban allí y adujeron que se trataba de un terrible error atribuible a ‘unos mapas desactualizados’; la CIA asumió el error de forma pública. 

También es conocido el caso de un misil Tomahawk que la armada estadounidense remitió hacia unos campamentos de entrenamiento terrorista en Afganistán. Por alguna razón desconocida el proyectil no estalló, los pakistaníes se hicieron con él, y a su vez se lo mandaron a los chinos. Resulta obvio entender que aplicasen ingeniería inversa, diseccionasen sus componentes, y con ello tuvieran acceso a sus capacidades y vulnerabilidades. Lo de Abottabad fue, nunca mejor dicho, un regalo caído del cielo. Tras un intenso tira y afloja diplomático, los restos del aparato les fueron devueltos a los estadounidenses. Sin embargo, nada se sabe de qué pasó durante las tres semanas que transcurrieron entre el accidente y su recuperación, pero todos los sospechamos. 

Helicópteros invisibles 

La furtividad de este tipo de aeronave es muy compleja por dos motivos básicos: las formas de su fuselaje con miras a los radares, y el sonido de sus aspas para el oído de cualquiera. No existen fotos de los Black Hawk que asaltaron el domicilio de Bin Laden al completo, pero sí que hay fotografías de ciertas partes del derribado. Los SEAL que se transportaron hasta allí recibieron la orden de destruirlo por completo… pero se dejaron algo: la cola. Y era una cola bastante peculiar, con formas distintas, alternativas y con poco que ver con lo conocido hasta la fecha. Cuando se estrenó la película Zero-Dark-Thirty (La noche más oscura, en España) muchas voces se alzaron no porque recibieran la ayuda de la CIA para documentar el relato, sino porque se excedieron en los detalles. Uno fue el de las torturas, y otro fue el del helicóptero. No se sabe gran cosa de las formas que pudiera tener el aparato real, pero sí el del usado en la cinta, inspirado en los relatos a los que accedieron. La fisonomía redondeada del S-60 desapareció en beneficio de superficies planas, aristas muy marcadas, un morro afilado, y un aspecto que recordaba vagamente a las líneas del F-117. Es bastante posible, si se confronta con las imágenes del rotor de cola visible, que se le parezca bastante. 

Lo del silencio en vuelo va por otro lado. El característico ruido, bastante reconocible desde cierta distancia, es muy difícil de eliminar, pero parecen haber dado con un método de atenuarlo. El batido del aire se provoca al crearse un efecto de vórtices alrededor del borde en las aspas, y la respuesta bien podría estar en algo que ya es conocido por los de Eurocopter. Los fabricantes del Tigre y el NH90 tienen una tecnología denominada Blue Pulse con la que logran paliar este efecto. De momento es solo un prototipo, y consiste en colocar unos flaps piezo-eléctricos en los bordes de las aspas. Estas piezas se agitan, suben y bajan a una frecuencia de entre 15 y 40 veces por segundo, y reducen el efecto de los vórtices hasta casi cancelarlo. 

Así suena un ejemplo:

Se sabe que para ejecutar la operación Lanza de Neptuno, que así fue como se denominó la caza del hombre más buscado del planeta, se usaron al menos cinco helicópteros. Dos Black Hawk, presumiblemente furtivos, y tres Chinook que bien podrían atender a esta exótica tipología y nunca declarada por el ejército norteamericano.

Al parecer, este chivatazo fue recogido por un periodista de Associated Press, y procede de una fuente anónima del Pentágono. No hay fotos, ni pistas, pero tiene sentido desde el punto de vista técnico. El Chinook, del que España posee diecisiete unidades, es un helicóptero pesado de carga y transporte de tropas. Su fabricante es la empresa Boeing, la misma que desarrolló el RAH-66 Comanche. Esta iteración futurista del actual Apache nunca vio la luz como sistema operativo, aunque sí se conoce la existencia de dos prototipos funcionales. Puestos en el aire en 1996, ya estaban equipados con diversas habilidades furtivas, y entre otras, las formas angulosas y una superficie absorbente del calor y señales de radar. Sería absurdo no pensar en que estas soluciones no se hayan podido aplicar en diseños posteriores. 

A nivel táctico, se sabe que las cinco aeronaves relacionadas con la cacería de Bin Laden despegaron de Jalalabad, en Afganistán, y no solo se introdujeron sin ser detectadas en el espacio aéreo pakistaní, sino que tomaron tierra en su propio territorio a medio camino. Esta incursión solo podría tener éxito con algún tipo de indetectabilidad, de la que los Chinook normales carecen. Puede que los Chinook ‘invisibles’ no existan, pero Osama Bin Laden tampoco se supone que estaba donde le encontraron y le acabaron ajustando las cuentas. Puede que nunca conozcamos toda la verdad, pero es bastante posible que los chinos sepan más que nosotros. Ese será otro dolor de cabeza para los yanquis. 

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