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Los jóvenes españoles que partieron en busca del sueño mexicano

Silvia Ariza (Lérida, 27 años) se examina esta semana para “hacerse mexicana”. La prueba no es fácil y ha tenido que estudiar bastante cultura e historia del país porque preguntan “muchas fechas, nombres de presidentes…”. Esta científica de datos quiere obtener la doble nacionalidad “por gusto” después de dos años y medio viviendo en Ciudad de México. Asegura que aquí ha encontrado oportunidades de crecimiento personal y profesional que no hubiera tenido en España. Como ella, miles de jóvenes españoles cruzan el Atlántico cada año, pero para muchos su destino ha dejado de ser Estados Unidos: emigran en busca del llamado sueño mexicano.

En 2019, había 2,5 millones de españoles residentes en el extranjero, de ellos, 453.800 tenían entre 20 y 34 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Desde los años de la crisis y especialmente a partir de 2015 se ha aplanado la tendencia de emigración de los jóvenes, pero todavía son muchos los que siguen saliendo de España, explica María Sánchez-Domínguez, socióloga de la Universidad Complutense de Madrid. «La intensidad es menor, pero siguen yéndose. Y el motivo principal sigue siendo el económico».

“Suelen ser jóvenes con estudios universitarios, con un alto nivel de cualificación y muchísimas habilidades, que se han encontrado con que en España no hay empleos disponibles para ellos. Se han visto muy afectados por la crisis económica y por el desempleo juvenil y se ven obligados a salir a buscar trabajo y oportunidades que se correspondan con su nivel de estudios”, razona la investigadora.

México se ha convertido en uno de esos destinos profesionales. En la última década prácticamente se ha triplicado el número de españoles de entre 20 y 34 años que viven en el país: se ha pasado de 11.000 a 30.000. “Son muchos más de los que contamos porque no hay obligación legal de registrarse y muchos no constan en el INE”, apunta Sánchez-Domínguez. Aún así, hay más jóvenes españoles en México que españoles de todas las edades en África (25.163).

Se trata de una migración muy profesional. España y México tienen una historia migratoria común de 150 años, igual que con Argentina. Los jóvenes que viajan hacia América Latina tienen un perfil más alto de cualificación porque el riesgo y el coste que asumen es mayor. No es lo mismo moverse a Europa que a Latinoamérica, por la distancia psicológica de la migración. Así que hay una cierta selección en la personas que se van hasta allí. Muchas suelen irse ya con un contrato laboral”, argumenta Sánchez-Domínguez.

La periodista Elena Reina. | Crédito: The Objective

Fue el caso de Ariza, que llegó con un contrato de Uber, o el de Elena Reina, periodista de El País. La manchega, de 28 años, ya había estado como estudiante durante unos meses en Ciudad de México, pero tras terminar la carrera y el máster volvió para empezar las prácticas en la delegación del periódico. De ese momento han pasado ya cinco años y medio.

“Yo me vine a México en 2014, que no era la peor época en España, pero el panorama era todavía muy negro. Pensé que aquí podría quedarme o al menos cobrar por lo que hacía, y que podría escribir». Reina detalla los reportajes sobre mujeres, los de violencia y los de feminicidios, la nota roja (sucesos) y los escritos sobre Luis Miguel, José José y los grandes del espectáculo mexicano. “México ha sido supergratificante para mi trabajo. He podido hacer todo lo que no podía hacer en España. Estoy segura de que no lo hubiera podido hacer en otro sitio”.

El ingeniero de sistema Manolo Buitrón. | Crédito: The Objective

Manolo Buitrón (Zaragoza, 25 años) lleva poco más de un año viviendo en un apartotel de la Colonia Juárez, en la capital mexicana. El edificio —elegido y pagado por su empresa— está repleto de consultores expatriados como él.

Este joven ingeniero llegó para una estancia de seis meses, pero decidió quedarse. “Me gusta mucho. Aquí aprendes mucho más rápido y la exposición es mucho mayor. En consultoría, donde estoy yo, te lanzan a los leones y aprendes o mueres”. Asegura que hay más oportunidades que en España: “Aquí si funcionas vas a crecer muy rápido, porque en España valoran mucho más la experiencia y aquí, tus capacidades”.

Ariza apunta el mismo concepto: «Puedes alcanzar un mayor nivel de responsabilidad siendo muy joven porque se premia la innovación y la educación, más que la experiencia».

La científica de datos Silvia Ariza. Crédito: Cedida

Las oportunidades, el crecimiento y el aprendizaje laboral son las tres constantes que se repiten en las historias de los jóvenes españoles llegados a México, sin importar el campo profesional o el tiempo que lleven en el país.

Silvia Ariza ha podido comprarse su propio piso, tras dos años en la ciudad, y compagina su trabajo de análisis de datos en DiDi —una aplicación de transporte como Uber— con dar clases y también conferencias sobre empoderamiento de la mujer en la ciencia. «En España no es posible dar clases sin un doctorado. Mi sector es muy emergente aquí, yo soy de las pioneras, por lo que siento que puedo aportar más», cuenta la catalana, que comenta entre risas que incluso la han reconocido en restaurantes y discotecas.

El director de cine publicitario Miguel Murciano. | Crédito: The Objective

Para Miguel Murciano (Teruel, 33 años) y Lidia Estepa (Madrid, 34 años), el cambio más significativo ha sido poder trabajar en grandes proyectos e importantes marcas desde el principio. “Desde el primer día que llegué a México mi posicionamiento en el mercado publicitario estaba más alto de lo que estaba en España, sin ni siquiera haber filmado aquí”, cuenta este director de cine publicitario.

Murciano asegura que su medio está lleno de españoles que vinieron a la aventura mexicana y se quedaron: «Aquí el mercado es mucho más grande y no hay tanta competitividad, es relativamente fácil abrirse camino con trabajo».

Estepa, que trabaja como fotógrafa de moda freelance a caballo entre México y España, cree que el crecimiento laboral que está consiguiendo aquí es lo que le está abriendo más puertas en nuestro país. En México ha trabajado para Harper’s Bazar, Vogue, GQ o InStyle, y marcas como Pantene o Palacio de Hierro. “En mi propio país no habría sido posible trabajar con estas grandes revistas. Aquí te dan la oportunidad de conocerte y te abren la puerta. En España es mucho más difícil”.

Murciano y Estepa son casi vecinos en una ciudad por la que circulan 2o millones de personas. Él vive en la Condesa y ella, en la Roma. Son dos de las colonias más de moda de la ciudad, ambas repletas de extranjeros.

La fotógrafa de moda Lidia Estepa. | Crédito: The Objective

El escritor Martín Caparrós describía así la vida de estos jóvenes que llegan a la Ciudad de México en su artículo México, la ciudad desbocada: «Estas colonias son la meta de todos esos jóvenes americanos y europeos que persiguen el Mexican Dream: una ciudad mucho más barata que París o Nueva York, con mucho mejor clima, donde las cosas –creen– son reales, con una buena escena cultural, mucha comida con sabor y unas comodidades y unos privilegios y unas drogas que jamás encontrarían en sus lugares. El teletrabajo y/o la cuenta de papá permiten eso y mucho más, y son casi felices».

La socióloga María Sánchez-Domínguez explica que la diferencia entre los emigrantes españoles y los europeos es que los jóvenes de Suecia, Alemania, Bélgica o Francia no se han visto expulsados de sus mercados laborales.

“El joven europeo no lo hace por necesidad. Emprende un proyecto migratorio como una aventura en su ciclo vital, disfrutar de vivir en un país distinto antes de la vida adulta. En cambio, el joven español no tiene un país amigable a sus aspiraciones. Aunque emigrar es un sueño bonito por la experiencia, en realidad es la excusa ante la necesidad de salir al extranjero», relata la investigadora de la Complutense. Además, advierte: «Estos jóvenes cuando regresan a España no encuentran un entorno laboral fácil y amigable”.

Es el caso de Celia Bisbal (Valencia, 32 años) quien tras siete años trabajando en un laboratorio de genética en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), en el estado de Baja California, se vuelve en marzo a España. En nuestro país no cree que pueda seguir dedicándose a la ciencia por su edad y por las dificultades del sector. Los mismos obstáculos por los que decidió emigrar en 2013.

«Cuando yo acabé el máster e hice la tesis en España, seguí colaborando con algún organismo sin cobrar, por no desvincularme, pero ya me avisaban de que no me podían pagar», explica. Lo compaginaba con un trabajo como cajera en la FNAC. Así, fue una «suerte» recibir una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología mexicano para estudiar un máster en Ecología Martina en Ensenada.

Cuando acabó su formación, el CICESE la contrató. En este período, además de trabajar ininterrumpidamente en su especialidad de biología, se ha casado y ha tenido un bebé. «Mi idea inicial era estar dos años en México, no quería ni tener novio, y regresarme. Y mira», se ríe. Ahora que en un mes por fin se vuelve a España, asegura que lo hace por estar cerca de su familia: «Si fuera por lo profesional me quedaría en México«.

La bióloga Celia Bisbal. | Crédito: Cecida

A pesar de las similitudes culturales, emigrar a México supone aterrizar en un país con una sangrante desigualdad social y donde se convive con la inseguridad. «Emigrar no es fácil porque nadie te asegura nada. No es fácil estar tan lejos de casa por muy independiente que seas. Y tampoco lo es acostumbrarte a que no puedes volver sola a casa caminando, a una ciudad tan caótica. Creo que si consigues vivir en Ciudad de México, puedes vivir en cualquier sitio«, contrapone la periodista de El País Elena Reina.

Sin embargo, el clima, las facilidades para conocer gente, hacer nuevos amigos o aprender a bailar salsa, unido a la mejora laboral y salarial, hacen de México un destino para quedarse para muchos jóvenes. ¿Por cuánto tiempo? Ninguno tiene una fecha concreta, ni siquiera aproximada, de vuelta. «Es la típica pregunta que me hace siempre mi madre», se ríe Reina, que apunta que el regreso será cuando sienta que ya ha hecho todo lo que podía hacer. Lidia Estepa lo resume así: «Yo vine por trabajo, y me quedaré por todo lo demás. No sé cuánto tiempo. Como dicen los mexicanos: lo vamos viendo».

Consejos de jóvenes españoles en México para nuevos aventureros

  • Lidia Estepa (34 años, Madrid, en México desde 2018): «Mi consejo es que trabajen mucho. A nivel laboral, trabajando se consiguen las cosas. A nivel personal, que se relajen y disfruten». 
  • Miguel Murciano (33 años, Teruel, en México desde agosto de 2019): «Antes de venir definitivamente recomiendo una primera semana de entrevistas y toma de contacto para que vean qué se les ofrece aquí».
  • Celia Bisbal (32 años, Valencia, en México desde enero de 2013): «Que tengan cuidado al venir, porque igual se quedan para siempre».
  • Elena Reina (28 años, Albacete, en México desde 2014): «Le diría que se atreva a hacerlo. También le diría que no todo será fácil. Que se sentirá sola o solo. Que tendrá miedo, que probablemente se sienta culpable de que su gente y su familia se preocupen demasiado, lo echen mucho de menos y aprendan a vivir sin él o ella. También es difícil aprender a vivir sin la gente que te quiere. Pero que superar todo eso va a hacer que se sienta más orgulloso de sí mismo que si se quedara. Emigrar es de valientes. Y no se va a arrepentir nunca de serlo».
  • Silvia Ariza (27 años, Lérida, en México desde septiembre de 2017): «Observar mucho a la gente. Tiene tantas lecturas… la manera de ser, el amor, el contexto familiar».
  • Manolo Buitrón (25 años, Zaragoza, en México desde principio de 2019): «No coger taxis y comer tacos desde el primer día».
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