Testamento literario del músico y escritor experimental Víctor Nubla

El barrio barcelonés de Gràcia fue, durante décadas, una benetiana región encantada con su propio guardián de mil vidas, pero sin un ápice de seriedad, era un secreto tan divertido como los personajes de las novelas espaciales de Douglas Adams. El centro de esa zona encantada era el músico, escritor y gestor cultural Víctor Nubla que desde su apartamento extendía sus propios hechizos sonoros y parásitos verbales.

Víctor Nubla (Barcelona, 28 de julio de 1956 — 31 de marzo de 2020) falleció al inicio de la pandemia como si su muerte tuviera que seguir la misma lógica marginal que su vida, privándolo de la que podría haber sido una multitudinaria despedida por parte de los habitantes de un barrio del que era su propia consciencia y registro. 

«Ha llegado la lluvia que en la ciudad resulta mucho más poética. No hay comparación posible entre la monotonía de la lluvia en los campos y bosques. En la ciudad la lluvia tiene una riqueza sonora incomparable. Plásticamente tampoco hay comparación posible».

Víctor Nubla

De su prolífica labor como narrador, poeta, cuentista, reseñista gastrónomo y ensayista cabe destacar sus obras Sistemas de interpretación del mundo, Tratado sobre los frenos, Ensayo contra la rueda (Biblioteca para Misántropos) —gestionaba él mismo esta colección que podía encontrarse en librerías de Gràcia como Taifa—, Cómo caza un dromedario (Blackie Books), El regalo de Gliese (en catalán publicado por Males Herbes y en castellano por Aristas Martínez) y Les investigacions del cap Pendergast (Les Males Herbes), así como su colaboración en las publicaciones Presencia humana o L’Independent de Gràcia.

Como músico, Víctor Nubla trabajaba con el clarinete, tanto acústico como procesado electrónicamente, el sampler y el sintetizador. Publicó más de un centenar de discos con diversos proyectos musicales, entre los que cabe destacar los grupos Macromassa, Dedo y Aixònoéspànic, de los que ha sido fundador, además de contar con una extensa discografía en solitario. Cabe destacar que Macromassa, junto a Juan Crek, es el máximo exponente de los inicios de la música industrial en España fundado pocos después que Throbbing Gristle. Fue miembro fundador de la Bel Canto Orchestra y de la European Improvisers Orchestra. También  el director del festival internacional de música experimental LEM, que organiza Gràcia Territori Sonor, entidad de la que era miembro fundador desde 1996.

Su trabajo sonoro se movía entre las músicas de improvisación y la experimentación electrónica, abarcando el soundscape ambiental y la instalación sonora. Creador del «Método de Composición Objetiva» (MCO), un sistema para componer música con el recurso del azar, que es el tema central de Clariaudiencias, una idea suya desarrollada en forma de talleres y encuentros en torno a las relaciones del sonido con las otras artes y con la percepción.

En julio de 2022 aparecen gracias a sus herederos dos libros que funcionan perfectamente como una carta de despedida para esas muchas personas que en algún momento coincidieron con él y no pudieron despedirse. Leyendo ambos libros puede perfectamente escucharse su voz. Cartas a Maria: instrucciones patafísicas para la vida (Angle Editorial) es un texto surgido del comentario de la propia editora sobre todo lo que le contaría a un hijo o hija si los tuviera.

Aunque sin hijos biológicos el texto amplía el concepto de filiación con muchísima ternura y nos presenta una serie de comentarios que concentran el carácter que van desde la religión, la música hasta consejos prácticos sobre la gestión cultural.

Biografías ilustres de personajes breves (Males Herbes) funciona al revés, no es tan introspectivo como explosivamente expansivo, es el propio Víctor al asalto del mundo demostrando de nuevo su sinsentido. Técnicamente hablando son 58 microcuentos que pasan por el surrealismo y, casi, el propio bizarro, mostrando una dialéctica con el propio catálogo en la que, por última vez, salta Nubla a la tarima para un último baile experimental. Una hacia el interior y la otra hacia el exterior, ambos libros son prácticamente como un holograma de un garito de un planeta lejano que todavía tiene trucos que enseñar.

En dos ocasiones me invitó Víctor Nubla a su centro de operaciones en Gràcia tras conocernos en la presentación de Aristas Martínez. Ambas me invitó a un buen vino blanco. En la primera junto a un amigo nos regaló muchos libros de la edad dorada de la ciencia ficción que había calculado no podría releer, nos habló del tiempo que le había tomado escribir uno de sus más exquisitos libros que es El viaje secreto de Elidan Marau a través del Mar de Leche (Incorpore) y vimos como capturaba con una antena sonidos del barrio por la ventana. En la segunda ocasión compartió la obsesión por las piezas de rompecabezas perdidas, que interpretaba de un modo casi sincrónico, que todavía pueden verse recopiladas por épocas en su página web. 

Finalmente, esperando descanse en paz, cabría imaginar un mundo con menos títulos honoríficos en el que en lugar de ir a la universidad te metieran libros en la cabeza con una máquina fantástica —le hubiera gustado esa idea— y que los dos libros mencionados, probablemente junto a La ciencia a la luz del misterio (Turner), sirvieran para obtener la filiación de semejante genio.