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Diciembre negro de Iberdrola en su apuesta por la eólica marina en EEUU

La filial Avangrid perdió una subasta clave en California y ahora se encuentra sumida en renegociaciones de contratos en Massachusetts

Diciembre negro de Iberdrola en su apuesta por la eólica marina en EEUU

La Torre Iberdrola.

Avangrid, la filial norteamericana de Iberdrola, cierra un mes de diciembre negro tras naufragar en su apuesta particular por la eólica marina en Estados Unidos. La compañía española ha sufrido dos serios golpes tanto en el este como en el oeste del país. Así, mientras que en Massachusetts la energética lleva varias semanas renegociando sin mucho éxito las PPA (contratos a largo plazo) de su macroproyecto eólico debido a la subida de los precios de las materias primas, en California la compañía ha perdido la primera gran subasta de eólica flotante en la costa este de EEUU.

A mediados de este mes, se conoció que Avangrid no había conseguido lograr ningún lote para la construcción de un parque de eólica marina al oeste de EEUU. Un plan que frustra las ambiciosas aspiraciones de la energética española en relación con esta nueva tecnología.

Avangrid mantuvo una disputa seria hasta las últimas rondas finales contra la filial de la danesa Copenhagen Infrastructure Partners (CIP). Aunque la puja comenzó con ofertas bajas, de poco más de seis millones, la cifra se fue incrementando hasta los 123 millones de dólares en la ronda 26. Momento en el que la filial de Iberdrola decidió retirarse. Al final, la oferta aumentó aún más porque otra energética se sumó a la subasta de este lote en los momentos finales. Al final, CIP recibió la adjudicación del contrato por unos 173 millones de dólares. Si sumamos el resto de lotes, en total, se movilizaron 757 millones.

Para la administración de Biden la subasta de California tenía una gran importancia. Desde la Casa Blanca se han comprometido a desplegar hasta 30 gigavatios de energía eólica marina para 2030. Para ello, pretenden instalar turbinas a lo largo de todas las costas del país para abastecer con electricidad, según sus cálculos, a unos 10 millones de hogares. Entre las empresas vencedoras destaca la alemana RWE, la filial de la danesa antes comentada CIP, la noruega Equinor o la norteamericana Invenergy.

A esta realidad se le une la situación tensa que se está viviendo en Massachusetts. A finales de octubre pidió la renegociación de los contratos de su gran proyecto estrella, el parque eólico marino de Commonwealth Wind (adjudicado a finales del año 2021). Las dos razones la justificaba la energética: «Restricciones prolongadas de las cadenas de suministro y la inflación persistente». Una petición que fue rechazada por las distribuidoras con las que había acordado el precio de venta.

Avangrid mostró de forma pública su «decepción» por la negativa de las empresas distribuidoras. Quien tiene la última palabra ahora es el regulador. Si las demandas de Avangrid fuesen aceptadas, la energética se ha comprometido a presentar la oferta de Commonwealth Wind en la próxima convocatoria del 23 de abril. Una subasta donde esperan obtener los nuevos contratos para lograr la viabilidad económica del proyecto. Ahora, la energética trata de capear este frágil escenario con su nuevo CEO, nombrado hace escasos meses.

En Nueva Inglaterra la filial de Iberdrola está construyendo tres parques eólicos marinos, todos ellos tienen contratos de venta de energía a largo plazo tanto en Massachusetts como en Connecticut. Según la energética, tendrán una capacidad total de 2.800 MW, crearán casi 11.000 nuevos puestos de trabajo y suministrarán energía libre de emisiones para casi 1,6 millones de hogares y empresas. El primer proyecto se llama Vineyard Wind (en las aguas de Massachusetts), el segundo, ya mencionado, Commonwealth Wind (también en Massachusetts) y el tercero en Park City Wind, situado en Connecticut.

El pasado verano, el presidente Biden visitó una de las instalaciones de Avangrid. Estuvo acompañado, entre otras personalidades, por el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. Biden quiso dejar de manifiesto la nueva política energética de los Estados Unidos y el apoyo de su gobierno a las inversiones de Iberdrola en Norteamérica. La eléctrica espera invertir unos 10.000 millones de dólares a lo largo de esta década.

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