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Capital sin reservas

Fin de fiesta en la España donde nadie se quedaba atrás

Los últimos cuatro años dejan una legislatura fallida con la mayor caída de renta por habitante y unas medidas de socorro regresivas que han aumentado la brecha social en el país

Fin de fiesta en la España donde nadie se quedaba atrás

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. | Jesús Hellín (Europa Press)

¿Qué tienen en común el escándalo del Tito Berni y el caso Ferrovial? Muy sencillo. Ambos son síntomas del ambiente de fin de fiesta que se vive en España ante el insoportable agotamiento de un modelo atrabiliario de hacer política e incapaz de abordar los problemas estructurales que aquejan al país. La salida de pata de banco con la que el Gobierno ha replicado la determinación de Rafael del Pino para poner su pica en Flandes, con independencia de las razones que puedan asistir a una y otra parte en conflicto, adquiere para más señas los modales barriobajeros, si se apura macarras, propios de la crispación que se respira a nivel institucional, económico y social en todo el Estado. 

Como decía un prominente dirigente socialista de antaño y de cuyo nombre es menester olvidarse, la reacción de Pedro Sánchez y sus diversas ministras del ramo, no solo las podemitas, podría ser rubricada por el desgraciadamente ínclito Juan Bernardo Fuentes Curbelo, quien no en vano ha estado calentando escaño en el Congreso de los Diputados hasta hace escasos días. Demonizar a quien no abraza el ideario dictado desde Moncloa, lanzando invectivas contra cualquier decisión que no haya sido previamente acomodada al interés oficial y tildando de acérrimo enemigo a todo aquel que no está de tu lado se han convertido en la tarjeta de presentación de un populismo sórdido y cavernario con el que el líder socialista trata de quemar las naves en este oprobioso final de legislatura.

El oportunismo político se esgrime desde las filas del ‘sanchismo doctrinal’ como única arma arrojadiza del combate electoral, una munición de corto alcance que quizá sirva para afrontar los envites internos dentro de la coalición gubernamental, pero escasa a la hora de renovar los votos con todos aquellos que se subieron obnubilados al caballo ganador en el que ha estado galopando Pedro Sánchez desde su moción de censura contra Mariano Rajoy. Cinco años se cumplirán pronto de aquel duelo, un lustro de penitencia en un país sometido al intervencionismo de un Gobierno que aprovechó la pandemia para satisfacer su programa de colectivización con medidas escasamente eficaces desde el punto de vista redistributivo y que solo han servido para incrementar la brecha social entre los ciudadanos. 

Ineficaz a ineficiente batalla contra el ‘coronaputin’

España es el único país entre las economías de su entorno que aún no ha recuperado el nivel del Producto Interior Bruto (PIB) anterior a la pandemia, siendo el que mantiene la tasa de paro más alta de toda la Unión Europea. Pero además de la preocupante lectura que ofrecen las grandes variables económicas, son las estadísticas más pegadas al terreno las que muestran la lamentable evolución de las condiciones de vida. La OCDE ha situado en nuestro país la mayor caída de la renta disponible, un 7,4% desde el coronavirus, en tanto que la comparativa de Eurostat señala que el sistema de asistencia social dispuesto por el Gobierno es el que menos ha contribuido a reducir el riesgo de pobreza, entendiendo por tal el porcentaje de población cuyo nivel de ingresos se sitúa un 60% por debajo de la media nacional.

«España es la única gran economía de Europa en la que el IPC general está por debajo de la inflación subyacente que es la que marca la tendencia real de los precios»

La guerra de Putin y el shock energético ha trasladado después el gran virus de la inflación hasta el tuétano de las economías domésticas, como evidencia el hecho de que España sea el único de los grandes Estados de la Unión en el que el IPC general está por debajo de la inflación subyacente que es la que indica la verdadera tendencia de los precios. Las medidas de socorro lanzadas con gran alharaca para que «nadie se quede atrás» que diría Pedro Sánchez no han tenido además el efecto pretendido, desde el momento en que su dispersión, improvisación y generalización han favorecido a los grupos con niveles de renta más altos y que son los que más consumen. 

«El índice de Miseria que suma las tasas de paro e inflación ha crecido desde el 13,5% en 2018 a un 19% en 2022»

Los datos de la OCDE son de nuevo tozudos al concluir que el 20% de las personas con mayores ingresos han recibido casi un tercio del total de los programas de ayuda contra la inflación adoptados desde 2020 en nuestro país, mientras que el 20% más pobre sólo recibió un 12%. A la postre, España ocupa junto a Italia, Grecia y Luxemburgo los puestos de descenso en la clasificación europea de peores efectos regresivos en sus medidas de apoyo a los llamados colectivos vulnerables. La situación que se dibuja se resume claramente en el llamado Índice de Malestar o Miseria que suma la tasa de paro e inflación y que ha crecido desde el 13,5% en 2018 hasta el 19% en 2022.

Un caballero blanco (o negro) contra Ferrovial

Los últimos cuatro años han supuesto una legislatura perdida para España, un fracaso en toda regla del que el Gobierno trata de escapar con una huida populista hacia delante. La penúltima ocurrencia, teñida de plan estratégico a medio plazo, es ahora la nueva ley de paridad de género para de paso meter mano en los consejos de administración de las grandes sociedades cotizadas. Un brindis al sol que sólo servirá para afear la conducta de los más rezagados en la materia, entre los destacan Fluidra, Sacyr, Naturgy, ACS y curiosamente también Indra, la empresa controlada por el Estado con la inestimable colaboración del presidente del Grupo Prisa, Joseph Oughourlian

La mayor parte del Ibex ha aumentado significativamente la cuota de mujeres en sus órganos de gobierno que en 2012 apenas superaba al 10% y ahora alcanza casi un 35%. Es verdad que la CNMV había colocado el listón para 2022 en el 40% pero eso no significa que el recorrido no pueda ser completado más pronto que tarde. Sánchez vuelve otra vez a regatearse a sí mismo con una filigrana de cara a la parroquia, una idea gastada dentro de un concepto viciado, algo así como colocar una escayola sobre una pierna de madera y todo ello en el mejor de los casos. En el peor lo que resulta es el fruto de una pulsión revanchista para empotrar en la diana a las grandes empresas del país y esconder la debilidad de un Gobierno que no ha sabido encajar el golpe de Ferrovial.

Está visto que a Sánchez le va la marcha de la confrontación bajo la que subyace un carácter pendenciero que puede resultar especialmente nocivo a medida que el jefe del Ejecutivo socialista avance hacia el crepúsculo de sus días de gloria. Desde la Presidencia del Gobierno han ordenado zafarrancho de combate contra los infieles y Rafael del Pino haría bien en darse por enterado. Quizá el decreto antiOpas sea demasiado tosco como elemento de disuasión y podría conducir a un enfrentamiento con Bruselas, pero no se olvide que la operación salida tiene que ser todavía ratificada en junta general de accionistas. Todo será que de aquí a entonces el ‘Atila monclovita’ busque un caballero blanco, negro o mediopensionista que complique y a poder ser impida a Ferrovial poner rumbo a Amsterdam. Fue lo que hizo Zapatero en Endesa con la ayuda de Acciona y Enel y ya sabemos cómo acabó la historia. 

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