THE OBJECTIVE
Jose Maria Inigo

La capitana

Ser machista está mal visto, cuestionar decisiones o nombramientos por razones de sexo, peor. Aunque la procesión vaya por dentro, es mejor no meterse en charcos, porque el resultado será siempre, además de injusto, negativo.

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La capitana

Ser machista está mal visto, cuestionar decisiones o nombramientos por razones de sexo, peor. Aunque la procesión vaya por dentro, es mejor no meterse en charcos, porque el resultado será siempre, además de injusto, negativo.

La testosterona hispana ha salido a pasear en cuanto se ha sabido que Gala León es la nueva capitana del equipo de tenis de la Copa Davis. “Esto es cosa de hombres” han dicho algunos, como aquel coñá de los años setenta. El famoso y eficaz Tony, tío de Rafa Nadal, ha sido el primero en poner el grito en el cielo, aunque luego diera marcha atrás.

Ser machista está mal visto, cuestionar decisiones o nombramientos por razones de sexo, peor. Aunque la procesión vaya por dentro, es mejor no meterse en charcos, porque el resultado será siempre, además de injusto, negativo.

Porque vamos a ver. ¿Qué tiene que ver que la capitana de un equipo masculino sea una mujer? ¿Cuántos equipos deportivos femeninos está dirigidos por hombres? Y en este último caso nadie dice nada, se ve como cosa normal. Igual debiera considerarse a la inversa. Lo importante es si Gala León, en este caso, tiene conocimientos profesionales suficientes como para llevar a buen puerto al equipo, o no. Y pare usted de contar, no hay más que hablar. Y, al parecer, los tiene de sobra. Pues asunto concluido. Y si la capitana tiene que entrar al vestuario, pues llama a la puerta y los púdicos jugadores podrán preservar sus vergüenzas de la vista de la dama.

Y a fin de cuentas, estamos hablando de un equipo de tenis, que lo peor que puede pasar es que no gane y punto. Hace unos días, volando en un flamante Airbus 320-200 escuché una voz femenina dando al pasaje la bienvenida. “Soy la comandante….” Y nadie gritó de terror, ni protestó, ni levantó la voz. Al mando de la enorme aeronave iba una mujer, con doscientos pasajeros a bordo, y condujo aquel pájaro de acero con precisión matemática, como no podía ser de otra manera. Y si una mujer es capaz de ser una excelente comandante de avión, o ingeniera electrónica, jueza, policía, o capitana de marina, no hay más que hablar.

Hemos visto a mujeres ocupando cargos tan poderosos como los de Secretaria de Estado de Estados Unidos. Y nadie ha cuestionado su capacidad para el cargo por ser mujer. Lo de ser capitana de un equipo de tenis es, comparado, una broma.

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