THE OBJECTIVE
Jaime Mariño Chao

Menos Sanchos y más Quijotes

Audacia, valor, empuje, empeño, son cualidades quijotescas, propias de quien afronta sus tareas diarias con ilusión y fuerza.

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Menos Sanchos y más Quijotes

Audacia, valor, empuje, empeño, son cualidades quijotescas, propias de quien afronta sus tareas diarias con ilusión y fuerza.

Imaginad que estáis en una situación vital difícil, en una de esas encrucijadas que nos presenta el destino, y sólo tenéis a dos posibles consejeros: don Quijote y Sancho Panza. ¿A quién de los dos pediríais consejo?Yo no tengo dudas.

En contra de la idea general de que el bueno del señor Quijano está como una regadera, de que es ejemplo universal de locura y falta de sentido de la realidad, yo le contaría mis penas a mi querido y venerado Alonso.

Entre otras razones, porque es don Quijote y no Sancho Panza el que demuestra conocer bien la naturaleza humana. Su criterio es más fiable hasta para el propio Cervantes quien escribe “solamente disparataba en tocándole a la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio”. (Quijote II, XLIII).

También porque admiro el esfuerzo, la constancia, la convicción en lo que uno aborda que identifican al hidalgo soñador. “¿Qué te parece de esto Sancho? (…) Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.” (Quijote II, XVII). 

En todo caso, hago mías las palabras de Don Belianís de Grecia: “Rompí, corté, abollé y dije e hice más que en el orbe caballero andante; fui diestro, fui valiente, fui arrogante; mil agravios vengué, cien mil deshice. Hazañas di a la Fama que eternice; fui comedido y regalado amante; fue enano para mí todo gigante, y al duelo en cualquier punto satisfice. Tuve a mis pies postrada la Fortuna (…) Mas, aunque sobre el cuerno de la luna siempre se vio encumbrada mi ventura, tus proezas envidio, ¡oh gran Quijote!”

Audacia, valor, empuje, empeño, son cualidades quijotescas, propias de quien afronta sus tareas diarias con ilusión y fuerza. Y también meridianamente aplicables a la pequeña y rutinaria realidad diaria de cada uno de nosotros. El mundo está lleno de Sanchos, seamos Quijotes. 

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