El círculo de poder catalán

La primera vez impresiona. Si eres joven o mujer o de clase media o un recién llegado a Barcelona (un nouvingut) traspasar las puertas de los círculos del poder de la burguesía catalana te deja agotado, con la sensación de ser un infiltrado. Hay varios, el círculo Ecuestre, el del Liceu, el Financiero, pero el más prestigioso e influyente es el Cercle d’Economia. Nació para mostrar a España y a Europa el poderío empresarial catalán.

Dentro de dos semanas habrá elecciones por primera vez en 60 años en el Círculo. Hay dos candidatos. Hasta ahora, el presidente saliente ungía a su sucesor sin necesidad de votaciones. Se pactaba el nombre entre amigos, en los grandes despachos del poder. 

Sin embargo, el actual presidente Javier Faus, que acaba el mandato, no ha conseguido colocar a su candidato por aclamación. Algo está pasando. La burguesía del principado (sus empresarios y banqueros) se ha dividido. Como la sociedad catalana. Y España tendrá elecciones dentro de un año, detalle que tiene su importancia e influencia.

Joan Mas Cantí, Carlos Ferrer Salat, Carlos Güell de Sentmenat y Artur Suqué y Puig fundaron el Cercle de Economía en 1958. Su primer secretario fue un joven economista, Ernest Lluch. Lo hicieron bajo el paraguas intelectual de Jaume Vicens Vives que, ese mismo año, pronunció la conferencia considerada como el ideario fundacional de la institución: «El capitán de industria español en los últimos cien años». Fue un elogio a la burguesía liberal surgida tras la revolución comunista de 1917. Así habló Vicens Vives de aquella nueva burguesía: «de sus ambiciones y de su interés, de su comprensión de los demás elementos de la sociedad, de su nueva fe en el país, pueden y deben esperarse muchas cosas».

Me cuesta encontrar esa burguesía en la Barcelona de hoy. La riqueza emprendedora, como decía Josep Vilarasau, expresidente de la Caixa, sigue «discretamente, bajo las piedras de nuestras ciudades y pueblos», pero Cataluña ya no es aquel motor industrial y la empresa familiar, con algunas excepciones, se vende a los fondos de inversión. Sobre el total del PIB de 2021, que llegó a 244.172 millones de euros, el sector servicios supuso 165.197 millones. La industria solo aportó 45.462 millones.

Los cambios estructurales económicos y fiscales, también políticos, se reflejan en el Círculo de Economía. Actualmente, los propietarios, banqueros o máximos directivos de las grandes empresas o entidades financieras ya no están en su Consejo. Hace tiempo que no se sientan en la presidencia del Cercle pesos pesados como José Manuel Lara Bosch (que fue presidente de Planeta), Antonio Brufau (entonces primer ejecutivo de RepsolGas) o Carlos Ferrer Salat (propietario de la farmacéutica Ferrer Internacional).

Este lobby y sus encuentros anuales es un referente, aunque su influencia va decayendo. El procés le ha pasado factura. Tiene la organización alrededor de 1.200 socios individuales, que pagan una cuota anual de unos 250 euros, no muy elevada. Las 105 empresas socias sufragan, de hecho, la financiación anual y sus conocidos encuentros. Pero ya son menos los que mueren por ir a las actuales reuniones barcelonesas a estrechar manos de ministros, presidentes y demás autoridades, como sucedía cuando se celebraban en la Costa Brava o en Sitges. Algunos, incluso eluden asistir. Mandan a sus segundos.

Conocí el viejo Cercle, el que estaba en plena Diagonal, por invitación del gran Fabià Estapé. Una enorme puerta de madera maciza introducía en el reino de la economía. Estapé iba allí a leer periódicos y a recibir. Sentados en unos sillones algo roñosos, en una sala oscura y silenciosa, me dio su lección magistral: «Solo entran en este círculo hombres con poder o dinero suficientes para cambiar el futuro. También somos socios algunos pensadores con amigos en Madrid, que ayudamos a organizar la reunión anual en la Costa Brava. Voy a pedir que te inviten y nos vamos a comer. Aquí no hay nada, ni gimnasio ni restaurante ni un bar decente; pero es el símbolo de la fuerza de la economía catalana, la primera de España».

Todo siguió igual, sin trastornos, hasta 2017. El referéndum ilegal por la independencia lo trastocó todo; una gran parte de las empresas socias huyeron de Cataluña. Después, Javier Faus, un especialista en inversiones, quiso dar una imagen de cambio, de apoyo «a un tiempo de diálogo» entre el Govern de Pere Aragonés (ERC) y el Gobierno de Pedro Sánchez. La complicidad del Círculo sirvió, en la reunión de 2021, para propiciar el encuentro entre el nuevo líder de la Generalitat y el rey Felipe VI. Para asegurar la confraternización en un marco internacional, incluso se invitó al presidente de Corea del Sur. En esa reunión, Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, llegó a decir que los indultos a los condenados por el 1-O serían bienvenidos «si lleva a que las cosas se normalicen».

Ha pasado un año. Faus se dispone a abandonar la presidencia del Círculo. Su candidato, Jaume Guardiola (ex directivo del Banco de Sabadell) no ha podido ser nombrado por aclamación. Rosa Cañadas, vocal en tres juntas anteriores, empresaria y esposa de Carlos Tusquets (otro ex presidente del Cercle), es la candidata alternativa.

La «pax-romana», la discreción, no impide que algunos en la institución quieran un cambio de aires. Se abre período electoral en el Cercle, y en España, y el empresariado, el dinero, tiene que estar a buenas con quien gobierna.

En esta década convulsa, el Círculo aún no se ha hecho la madre de todas las preguntas: «¿Cuándo volverán a Cataluña las empresas que se fueron? O una aún más importante: ¿Qué ha de hacer el Govern, y cómo puede colaborar el Círculo, para que vuelvan?». No son preguntas políticamente correctas. Pero habrá que responderlas para contribuir al crecimiento y a la estabilidad de Cataluña.