THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

¿Quién escribe los discursos?

«Escribir discursos para los demás es duro, pero odiar a los poderosos y ser negro del Poder en mayúsculas es ser dos veces negro»

Opinión
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¿Quién escribe los discursos?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en el pleno del Senado. | Rodrigo Jiménez (EFE)

Hay quien tiene una representación de la vida social que siempre está hecha de misterios, cualidades ocultas, mitos, ídolos, monstruos. Cada círculo aparece desde afuera como un objeto de pesadilla. Pedro Sánchez ahora dice que el poder reside misteriosamente en alguno de los círculos fuera de su control directo, como la banca, las energéticas (¿Qué era aquello de las puertas giratorias entre la política y las energéticas? le preguntaba Cleries i González de JxCat) y algunos medios de comunicación. Casi nadie aquí entiende que el poder no está oculto en ninguna parte, sino que está repartido y mezclado.

Casi parece que Sánchez ha adoptado un concepto y una visión del poder un tanto conspiranoica. En los círculos relacionados con el movimiento obrero y el socialismo los sueños siempre han estado poblados de monstruos mitológicos cuyos nombres son Finanza, Industria, Bolsa, Banca. Ahora también se incluyen los medios de comunicación e incluso los jueces. El PSOE pinta a los capitalistas como seres sobrenaturales, pero sabemos que estos «poderosos» son, en cualquier democracia los círculos que ofrecen contrapesos, que compiten entre sí y buscan salvaguardar sus intereses.

Por estas cosas parece que los discursos de Sánchez han sido escritos por su peor enemigo, uno que se ha propuesto que el presidente haga el ridículo con una prosa de chico de Malasaña afiliado a Podemos que enerva al personal con sus soflamas de viernes negro. Escribir discursos para los demás es duro, pero odiar a los poderosos y ser negro del Poder en mayúsculas es ser dos veces negro, por eso me compadezco de quien escribe los discursos al presidente. ¿Quién escribe estas soflamas? ¿De donde han sacado a este señor que escribe para el poder y contra el poder? Es la oveja descarriada que deberían echarse al hombro, porque al final acabará creando un ambiente conspiranoico por no entender una cosa muy simple: en España siempre mandan los de siempre, empezando por los políticos.

«Es malo estar en desacuerdo con uno mismo, salvo si uno es el inquilino de la Moncloa, que ya se pasea por la verdad y la mentira como Pedro por su casa»

Nuestro discursista merecería, a cambio, un premio al mejor relato de ficción, el relato de que el poder reside en España en alguna parte fuera del ecosistema socialista. En realidad, puede que todos creamos ya, a estas alturas del sanchismo, que el poder reside misteriosamente en alguno de los círculos a los que no tenemos acceso, y que casi nadie entienda que no reside oculto en ninguna parte. El sentimiento dominante que genera esta falacia es el miedo vertiginoso que siempre produce la pérdida del contacto con la realidad.

A mi no me parece mal que haya quien vive, en esta farsa de la política, de escribir discursos para otro, incluso estando en contra del discurso que firma. Quizás todo esto no tenga ninguna importancia. ¿Alguien toma realmente en serio estas palabras, o simplemente las dicen porque tienen fuerza dialéctica? En agosto los poderes ocultos se fueron a la playa y el presidente pudo descansar de hacer el ridículo, pero ahora de nuevo el país parece gobernado por el espíritu y los métodos de Podemos. Claro que no hay que descartar que salga Sánchez la semana que viene a decir, como buena mente hegeliana, todo lo contrario que dijo el día anterior, y todo ello sin traicionarse a sí mismo ni traicionar a los de Malasaña. Es malo estar en desacuerdo con uno mismo, salvo si uno es el inquilino de La Moncloa, que a estas alturas ya se pasea por el relato de la verdad y la mentira como Pedro por su casa.

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