THE OBJECTIVE
Jorge Freire

Crítica de la razón burocrática

«La vida no es profesión, sino improvisación. Lo eficaz es enemigo de lo bueno. Nadie se arrepiente en su lecho de muerte de no haber echado más horas extras en la oficina»

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Crítica de la razón burocrática

Crítica de la razón burocrática.

Innumerables son los perjuicios que, de un tiempo a esta parte, parece ocasionar la burocracia. La industria se ve ralentizada por un sinnúmero de trámites. La aplicación de la nueva ley educativa ocasiona quebraderos de cabeza a los profesores. A las pymes les cuesta acceder al ‘kit digital’ y a los ganaderos, a las subvenciones de la nueva PAC. Como ha escrito Alejandra Clements, la burocracia «nos aboca a la condición de país inacabado». Entonces, ¿por qué la razón burocrática sigue manteniendo su prestigio? 

Gustavo Bueno llamaba mito confusionario a aquel discurso que, en vez de ayudarnos a comprender la realidad, la convierte en algo inasequible a nuestro entendimiento. ¿Eficacia gerencial? Quien observa de cerca el funcionamiento del poder, ya sea en un parlamento o un consejo de administración, suele concluir lo mismo: que las cosas salen adelante no gracias a las decisiones tomadas sino, más bien, a despecho de ellas. 

Claro que la chapucería del poder, como ha escrito Javier Gomá, es una garantía de libertad. Según el filósofo bilbaíno, la chapuza es la constatación de que nadie está al mando, ni el «político», ni el «empresario» ni el «banquero», que son meras hipóstasis; no hay un amo benigno y paternal, pero tampoco un tirano perverso.

Pese a su castiza apariencia, «chapuza» es un galicismo. El término procede del chapuis, el tarugo que empleaban los cocineros como mesa de trabajo, y que en castellano recibe el nombre de chapuz o de tajo. Chapucero es quien va al tajo, se arremanga y, a golpe de mandoble o escalpelo, esculpe su buena obra del día. 

A diferencia del especialista, el chapuzas suele ser alguien resolutivo y admirable. «Fulanito es un fenómeno, te arregla cualquier cosa en un momento». Saber de lo tuyo y de nada más, ¿de qué te sirve, Tomás? Yerran quienes acusan al chapucero de indolente. Lo fácil no es ser un manitas, sino confiarlo todo a las máquinasNadie rinde más horas que un robot ni calcula más rápido que un ordenador. Lo malo de ser un máquina es que al final las máquinas lo hacen mejor que tú.

«Las cosas salen adelante no gracias a las decisiones tomadas sino, más bien, a despecho de ellas» 

Para el teórico todo son excusas. El chapuzas, en cambio, nos trae soluciones frescas. Si no hay patatas, comamos nabos. Praxis y poiesis: cualquier trabajo manual se hace mejor si se hace cantando. La tecnodicea es tan vieja como poner el carro delante de los bueyes. Primero, la vida; ya tiraremos nosotros del carro. 

¿Por qué nos siguen contando la milonga de la razón burocrática? Porque la mecanolatría sigue llevando a anteponer el rendimiento y la eficacia por encima de todas las cosas. En un reciente artículo, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, hablaba de la «eficracia» de Xi Jinping, un modelo de gobernanza que prescinde de los derechos y las libertades públicas en pos de una gestión más eficiente. Sobra decir que eso no funciona necesariamente así. Tras el mito confusionario de la razón burocrática no hay más que autoritarismo y represión.

Malo es tener un precio por el que, en expresión de Nietzsche, se deja de ser persona para ser tornillo. En su celebrado poema Libre te quiero, Agustín García Calvo ponía como ejemplo de libertad al pan «que no sabe su masa buena». La masa humana es, en efecto, de buena calidad, mas tan pronto se pone dura cual molleja como deja un rastro de migas a su paso. La vida no es profesión, sino improvisación. Lo eficaz es enemigo de lo bueno. Nadie se arrepiente en su lecho de muerte de no haber echado más horas extras en la oficina. 

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