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María Pinto

La campaña electoral y el apocalipsis de TikTok

«Algunas agencias publicitarias han convencido a unos cuantos políticos de que deben estar en esta red para conseguir aumentar su popularidad entre los jóvenes»

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La campaña electoral y el apocalipsis de TikTok

Pixabay.

Como cada cuatro años ya tenemos a la vuelta de la esquina nuestra esperada campaña electoral municipal, esa con la que elegiremos 8.131 alcaldes y 67.515 concejales, todos ellos dispuestos a dar una encarnizada batalla por el voto de los ciudadanos durante estas escasas semanas que quedan hasta el 28 de mayo.

Una campaña que tradicionalmente se convierte en todo un derroche de estrategias fallidas, lemas suicidas, fotografías infernales y actos públicos como de película rumana de serie B y todo ello además en manos de publicistas sin escrúpulos, agencias de influencers recién llegadas que se creen que esto es tan sencillo como lo que hacen habitualmente (engañar a adolescentes con problemas de acné) y la peor especie de todas: los primos segundos que «saben mucho de esto».

Factores todos ellos que sin duda van a contribuir a convertir la campaña en una picadora de carne humana de la que pocos candidatos van a lograr salir vivos pero que también van a conseguir mostrarnos los límites a los que es capaz de llegar el homo políticus con el fin de arañar unos pocos votos, una labor pedagógica inestimable para las futuras generaciones de psicólogos de nuestro país.

Un hecho que, dado el afán didáctico y de servicio público que me caracteriza, me ha llevado a iniciar hoy una serie de columnas en este medio en las que trataré de traerles unos cuantos de los errores -y horrores- más sangrantes de la campaña municipal que se avecina y que hoy comienzo con -redoble de tambores-: TikTok.

Como ya sabrán quienes tienen hijos en primaria y secundaria, TikTok es una red social de origen chino en la que adolescentes de todo el mundo bailan al ritmo de las canciones de moda inventándose coreografías imposibles que son copiadas por otros adolescentes que siguen bailando en un bucle infinito.

No me pregunten por qué, pero este engendro del averno ha tenido un éxito considerable en todo el orbe, hasta tal punto que muchas empresas han decidido adaptarse al canal con el fin de vender sus productos a este target, repito, adolescentes y preadolescentes bailongos. 

«Centenares de políticos talluditos han decidido aparecer en los smartphones de los más jóvenes con la intención de que les voten»

El siguiente paso era evidente, algunas agencias publicitarias del segmento más bucanero han convencido a unos cuantos políticos de que deben estar en esta red para conseguir aumentar su popularidad entre los votantes más jóvenes. Un verdadero drama para ellos mismos, para sus partidos y sobre todo para la danza, una de las bellas artes ahora en riesgo de extinción gracias a centenares de políticos talluditos, pasaditos de kilos, brinconcetes y arrítmicos que sin invitación de ningún tipo han decidido aparecer en las pantallas de los smartphones de los más jóvenes con la insólita intención que les voten por ello, una mala idea por muchas razones más:

1.- Es perfectamente inútil abrirse una cuenta en TikTok a escasos meses de unas elecciones, en ningún caso un candidato municipal -ni autonómico- va a conseguir la masa crítica de seguidores suficientes dentro de su ámbito de actuación como para mover un maldito voto.

2.- TikTok es un canal con complejos códigos propios, la producción de piezas moderadamente adecuadas para el mismo es de tal complejidad que no merece la pena ni siquiera intentarlo por el desequilibrio evidente entre beneficio y coste.

3.- Buena parte de los usuarios de TikTok o bien no tienen edad para votar o bien forman parte del rango etario (18-25) que menos se acerca a las urnas, haciendo que cualquier inversión resulte disparatada.

4.- TikTok es una aplicación desarrollada por una empresa participada por el Gobierno chino, sí, chino de China, ya saben, una dictadura comunista especialmente habilidosa a la hora de infiltrarse de cualquier forma posible en las redes occidentales, algo que ha llevado tanto a la Unión Europea como a los EEUU primero a recomendar y después a prohibir que los altos funcionarios de sus administraciones se la instalen en sus teléfonos móviles por el elevado peligro que presenta de ser espiados por Pekín, hasta el punto de que está a punto de ser prohibida en Norteamérica.

Y como muestra de todo lo que digo, aquí dejo un botón. Pinchen ustedes:

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