THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

Las Españas en el periodismo literario

«A Chaves Nogales la izquierda lo vio como amigo, pero sin excesivo entusiasmo, porque era socialdemócrata y vio el aire feo de la dictadura del proletariado»

Opinión
3 comentarios
Las Españas en el periodismo literario

Manuel Chaves Nogales (izquierda) y César González Ruano | Wikimedia Commons

Me decía hace muy poco un buen amigo peruano que una de las cosas que más le llamaban mal la atención en España -país que sin duda quiere- era el continuo «frentismo» que se veía en tantas manifestaciones de la vida nacional, comenzando por la política. Se tiende a minimizar el fecundo centrismo y así nuestro país suele parecer, en términos generales, el que hace bueno aquello de «quien no está conmigo está contra mí», penoso axioma cuando en todo lo humano, a poco que se ahonde, lo que más resalta y aparece es la múltiple riqueza del matiz…

Hay dos autores (periodistas, escritores) que podemos observar: Manuel Chaves Nogales y César González Ruano. Tan opuestos como pueden parecer y a lo mejor amigos de otra manera. El sevillano Chaves Nogales (1897-1944, acaba de salir una nueva biografía suya que firma el profesor Francisco Cánovas) fue un moderado y activo republicano, tantos años preterido, olvidado, como desde hace otros años rescatado plenamente. Creo que pocos autores han pasado con justicia del abandono al puesto de preeminencia que ocupa ahora. Seis años más joven que él, el madrileño César González Ruano (1903-1965, viene de aparecer una nueva antología de sus artículos, Melancolía, mundanidad y belleza, prologada por el joven César Abelenda) fue un conservador algo sinvergüenza en privacidades, que aceptó a los triunfadores de la Guerra Civil -aunque la vivió muy de lejos, siempre fuera de España- y que nunca ha sido olvidado, en parte por su leyenda de malo atractivo. Ambos (Chaves y Ruano) son periodistas que hicieron, incluso en los artículos, buena literatura. Fijémonos, Chaves siempre fue libre, hasta morir sólo en el destierro inglés.

A González Ruano el nacionalcatolicismo le cortó las alas, más de lo que se ve. Esteta de formación decadente, monárquico por supuesta estirpe de señorito, Ruano pudo haber escrito cosas de su íntima libertad moral -libertinaje, si se prefiere- que no pudo escribir o sólo «a medias» en el clima franquista. La derecha le ayudó y perjudicó. A Chaves Nogales la izquierda lo vio como amigo, pero sin excesivo entusiasmo, porque era socialdemócrata y vio el aire feo de la dictadura del proletariado. Viaja en junio del 36 con un periodista francés por Andalucía («Andalucía roja») y ve que no hay turistas sino «campesinos que nos miran torvamente y levantan el puño a nuestro paso». El enviado especial francés destaca -es mes y medio antes de la guerra- que está viajando por un país que «se halla en plena descomposición revolucionaria». Chaves no lo niega. Siempre será fiel a la República, pero también al derecho de todos. Chaves es honesto, familiar, equilibrado, espléndido escritor que ha visto y escrito el horror de la esvástica y que siente miedo de la Rusia bolchevique a la que ha seguido y visitado desde sus inicios. Chaves se irá de la España en guerra, más comunista cada vez (1938 ya en Francia) y se irá de Francia en 1940, cuando van a llegar los nazis. Nada con ninguno.  

«Estamos ante Españas distintas. Honestidad y libertad en Chaves; y afán de señoritismo y buena (o mala) vida en Ruano»

González Ruano -que conoció a Chaves y de cuya escritura siempre habla bien- odiaba el comunismo, por estética y porque aspiraba al título de marqués de Cajigal que, durante sus tiempos en Roma, el exilado Alfonso XIII -a quien se lo pedía- nunca le otorgó. Estamos ante Españas distintas. Honestidad y libertad en Chaves, con alta calidad literaria; y afán de señoritismo y buena (o mala) vida en Ruano, con alta calidad literaria. Son personajes que muy poco tienen que ver, aparte de la escritura, aunque  podrían haber convivido claramente. El esteticismo y las noches capriotas de Tiberio son un camino de Ruano; la elegancia, el compromiso de libertad y el mundo que vivió también con «bestias, héroes y mártires» bosquejan a Chaves, amigo del torero Belmonte. Puestos a grandes periodistas escritores, traeríamos también a Julio Camba, el solitario del Palace, que murió en 1962 con crónica fiel de Ruano… Sí, hablo de tipos diversos, incluso disonantes, que podían tomar café juntos. La simpatía del bien va con Chaves, la simpatía maleva por Ruano, y Camba pondría ironía genial. Son España, diferente y sin frentismo. En noviembre de 1938 -lejos de la guerra cruel, Chaves Nogales escribe en Francia: «La victoria absoluta de uno de los dos bandos sobre el otro sólo representaría un beneficio positivo para los criminales del partido vencedor que aspiran a asegurarse, mediante la victoria, la impunidad de sus crímenes». Cualquier ganador iba a ser malo. Sin embargo -Ruano, Chaves, Camba- hubiesen podido convivir.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D