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Pepa Gea

Violadores e inimputables

«Las agresiones sexuales de menores hacia menores se han triplicado en la última década. Si son tan mayores para violar, también lo son para pagar por ello»

Opinión
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Violadores e inimputables

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La Ley de Responsabilidad Penal establece que las cosas que hace un menor de 14 años son chiquilladas y que, en el caso de que se les vaya la mano, la respuesta que le dé la sociedad y la propia familia será suficiente para que no vuelva a hacerlo. Igual que en Seaside del Show de Truman, todo muy buenista. En realidad, en esta ley se rige una realidad tan lejana que data de cuando los niños éramos niños durante muchos años, y no como ahora, que un día están recogiendo caramelos y al siguiente repartiendo galletas. Por desgracia, muchos de ellos dejan de serlo por un caballo de Troya que está entrando en sus infancias cargado de malnacidos que les arrancan las bragas y les corren a guantazos. Urge dejar de considerar inimputables a esos salvajes menores de 14 años que hacen un daño sangrante y de por vida a niñas que lo único que nos están pidiendo a los adultos es que las cuidemos. No pueden ser inimputables porque son muy hijos de putables, agresivos y violadores, de corta edad, pero violadores.

Las agresiones sexuales de menores hacia menores se han triplicado en los últimos diez años, entre otras razones porque ven antes una película de Nacho Vidal que una de Winnie The Pooh. Save the Children asegura que siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de manera frecuente. Hace unos meses la Fiscalía General del Estado alertó del incremento de los delitos sexuales con menores implicados en 2021. 2.625 procedimientos abiertos cometidos por chicos de entre 14 y 17 años y 8.433 archivados porque los agresores no llegaban a los 14 y ahí ni expediente, ni pena, ni arrepentimiento ni nada, esos solo dejan una pena en los pequeños que han sido golpeados, insultados o violados. Ni orden de alejamiento ni tampoco internamiento porque no se pueden establecer medidas que recorten sus libertades o derechos, que están por encima de los de la víctima, que al día siguiente puede ver cómo le esperan de nuevo a la puerta de su casa si el agresor se ha quedado con más ganas.

No crea que estos carroñeros están en situación de riesgo: según la fiscalía, la gran mayoría son chavales normalizados. Bestias hedonistas, eso sí, sobrealimentadas de derechos sobre sus cuerpos a los que la sociedad ha amnistiado de las responsabilidades de sus actos en cuerpos ajenos.

«Los niños ya no son niños, porque algunos en su infancia han aprendido a matar y a violar. Saben hacerlo mejor que multiplicar»

Vástagos de padres desertores de esos conflictos que conlleva educar, practicantes del cállate niño y del entreténte con el móvil no vaya el aburrimiento a dejarte una tara. Los niños ya no son niños, porque algunos en su infancia no han jugado a cuidar ni a luchar, han aprendido a matar y a violar. Saben hacerlo mejor que multiplicar. Y en esa línea que separa el mundo real del juego se han desensibilizado y no sienten el dolor del otro. Críos que desde pequeños comen con lo que salen en las pantallas, primero de dibujos y luego de sangre. Cientos de días vividos en un mundo donde los golpes no duelen ni te duelen y las mujeres son objetos al servicio del placer del jugador. Mujeres que se asocian a debilidad, conformismo y sumisión, porque el cuerpo femenino es un objeto para todo tipo de fantasías sexuales ligadas a la dominación, al alcance de cualquiera, sin filtros de seguridad ni códigos de entrada, solo un aviso informativo de la edad recomendada. Igualito que cuando nuestros hijos veían Art Attack y sólo querían hacer manualidades.

Hace unos días una conocida me confesaba que había tenido que deshacerse de las gafas de realidad virtual de la Play Station que Papá Noel había traído a su hijo de 10 años porque cuando acababa de jugar se ponía especialmente violento y agresivo con ella. No sé que están haciendo algunos padres con sus hijos. Lo que sé, es que los demás no tenemos por qué sufrir las consecuencias de su vaguedad parental. Ese es su monstruo, disfrútelo en familia porque a mi estas alimañas deshumanizadas no me despiertan ninguna compasión. Si son tan mayores para violar, también lo son para pagar por ello. Lo siento si no tienen estabilidad emocional o problemas de conducta, si han caído en una banda juvenil o no están bien de la cabeza. La violencia hacia menores no tiene justificación, perdóneme por ser políticamente incorrecta. No quiero volver a preguntarme cuando otra niña vuelva a saltar por la ventana, por qué no hicimos nada para protegerla.

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