THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

De guerra fría a 'détente'

«En el año del centenario del nacimiento de Kissinger, no estaría mal que Xi Jinping pudiera viajar a EEUU y el riesgo de conflicto diera paso a la diplomacia»

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De guerra fría a ‘détente’

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el presidente de China, Xi Jinping. | Reuters

Es mejor no esperar una crisis de los misiles como la de Cuba en los años 60, que mantuvo al mundo al borde de una guerra nuclear durante 13 días, para que Estados Unidos y China establezcan una línea de comunicación.  El golpe diplomático que ha supuesto la reunión del secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, con Xi Jinping, tras cinco años sin visitas a Pekín de funcionarios americanos de alto nivel, no deja de ser un gesto de buena voluntad sin grandes resultados tangibles, pero que al menos descongela la relación entre las dos grandes potencias 

En los años 70 los jugadores de ping-pong americanos viajaron al gigante asiático y ayudaron a abrir el vínculo de EEUU con la China de Mao, dando lugar en 1972 a la visita de Nixon a Pekín. Ahora es Blinken el que trata de estabilizar unas relaciones rotas para preparar la visita del líder chino a San Francisco, dónde se celebrará el próximo mes de noviembre, el Foro de Cooperación Asia-Pacífico.  

Las dos grandes potencias se vuelven a sentar para negociar, pero cada parte mantiene sus posiciones. Estados Unidos quería restablecer la comunicación militar rota desde el incidente del globo el pasado mes febrero. Sin embargo, China no estaría por la labor e incluso aumentaría la escalada de tensión tras descubrirse en la isla, como desvelaba el Wall Street Journal, una base de espionaje chino en Cuba que llevaría funcionando desde antes de 2019. 

«La guerra para recuperar Taiwán podría significar el enfrentamiento con una superpotencia con armas nucleares»

Taiwán sería el elefante en la habitación pese a la insistencia de Blinken en apoyar el mantenimiento del statu quo en la isla y en no inflamar el independentismo antes de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en Estados Unidos y en Taiwán el próximo año. Tras la visita a Taipei el pasado mes de agosto de la ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, Pekín congeló sus relaciones con Washington a nivel militar, sobre cambio climático y narcóticos; y realizó maniobras de cerco total a la isla. Unos ejercicios militares que se repitieron, tras la escala que hizo la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, el pasado mes de abril en California donde fue recibida calurosamente por el nuevo presidente de la Cámara baja norteamericana, el republicano Kevin MacCarthy. 

La guerra para recuperar Taiwán podría significar el enfrentamiento con una superpotencia con armas nucleares, si es que Xi traspasara la línea roja que le marcó Biden. El público chino no parece por la labor, sobre todo, tras ver el desgaste que le supone a Rusia su agresión militar a Ucrania. Las fuerzas aéreas y los misiles que tiene China en estos momentos no parecen aconsejar un conflicto con la isla; al igual que la situación de la economía en el gigante asiático, que no se ha recuperado desde la pandemia y a la que unas sanciones económicas harían bastante daño al magro crecimiento chino. Además, hay que tener en cuenta que por el estrecho de Taiwan pasa el 50% del tráfico comercial del mundo y que la isla produce el 70% de los semiconductores de alta gama a nivel mundial. 

Washington también habría presionado a Pekín para iniciar conversaciones sobre el control de armas nucleares para evitar la proliferación mundial. Hasta ahora China cuenta con 400 ojivas nucleares, pero pretende llegar a las 1.500 en 2035. Por otro lado, Rusia se retiró del acuerdo de control de armas New START, mientras despliega armas atómicas en Bielorrusia y amenaza con usarlas contra las fuerzas militares de Ucrania. 

«Un objetivo de China es mejorar su economía tras los duros confinamientos que la dictadura impuso a sus ciudadanos»

El compromiso que sí habría arrancado EEUU a China sería el de no enviar armas ofensivas a Ucrania, aunque Blinken mostró su preocupación por que empresas privadas en China pueden estar brindando asistencia con tecnologías de doble uso dirigidas a mejorar la capacidad militar de Rusia en Ucrania.

Uno de los objetivos de China es el de mejorar su economía tras los duros confinamientos que la dictadura comunista impuso a sus ciudadanos. Las exportaciones han disminuido y el desacoplamiento entre las dos grandes economías ha provocado la salida de muchas empresas occidentales del gigante asiático. Lo que Pekín ve como una política de contención económica, Washington lo califica de diversificación de la cadena de suministros y de reducción de riesgos. Para China también es fundamental que Estados Unidos levante las restricciones comerciales que le impiden el acceso a tecnologías avanzadas. La futura visita a China de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen y de la de Comercio, Gina Raimondo, junto a la del enviado especial para el Clima, John Kerry, aliviarán las tensiones entre las dos superpotencias. 

En el año del centenario del nacimiento de Henry Kissinger, el secretario de Estado que preparó la visita de Nixon a China, no estaría mal que Xi Jinping pudiera viajar a los Estados Unidos y el riesgo de conflicto de esta nueva guerra fría diera paso a la diplomacia para solventar problemas entre los dos países. 

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