THE OBJECTIVE
Javier del Castillo

Serpientes que duran todo el año

«Las mentiras o medias verdades son ahora armas de destrucción masiva. Ya no es necesario ser periodista para publicar de oídas lo que a uno le venga en gana»

Opinión
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Serpientes que duran todo el año

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Las serpientes de verano hace tiempo que reptan a sus anchas y sin control alguno durante todo el año. No, ya no se esconden cuando empiezan a bajar las temperaturas. Desde hace algún tiempo, forman parte de la fauna cotidiana, alimentándose de las mentiras y falsedades que circulan por las redes sociales. Unas son más venenosas que otras, pero conviene estar siempre en estado de alerta porque nunca sabes por dónde puede aparecer uno de estos ofidios escupiendo bulos y mentiras.

Me lo decía hace unos días un veterano y respetado periodista: «Las redes sociales están haciendo muchísimo daño al periodismo, a la propia esencia del periodismo. Ahora, todo es publicable, todo se puede emitir». Incluso aquello que de antemano se sabe que es más falso que la palabra de un presidente en funciones. 

En las redes sociales, la ficción y la realidad se confunden. Van de la mano, como si fueran la misma cosa. Lo mismo matan a un conocido cantautor de Cuenca, que sigue vivito y coleando, que se lanzan a la yugular de un ingenuo e inocente ciudadano por haberse atrevido a opinar de forma diferente a la de esas hienas que acechan amparándose en el anonimato. Por haberse tomado la libertad de criticar algunas de las cosas que están ocurriendo en nuestro país.

Hay que ser muy canalla –«tener muy mala idea», como apuntaba en un desmentido la víctima de esa broma macabra– para matar a la gente antes de tiempo. Sin esperar a qué les llegue la hora. Pero más canallesco me parece todavía que las noticias falsas se sigan publicando en las redes sociales con total impunidad, sin un control de la veracidad de las mismas, y sin que el autor de los infundios y mentiras pague por los daños y perjuicios ocasionados a las víctimas.

No debe resultar muy agradable desmentir tu propia muerte, ni contestar llamadas de familiares y amigos que tratan de confirmar la veracidad de un deceso a través de tus seres más queridos. 

«Se está poniendo en peligro la credibilidad de los medios de comunicación y nadie toma medidas al respecto»

Recuerdo que en la primavera de 2011 salió publicada en la web del periódico El Norte de Castilla la noticia de la supuesta muerte del maestro de reporteros Manu Leguineche, con el que yo había estado unos días antes. Afortunadamente, Manu vivió tres años más, para llevarles la contraria a compañeros de la tribu que ya estaban preparando su obituario. También se adelantaron, por razones desconocidas, sin haber confirmado previamente las fuentes de esas noticias, la muerte de la actriz Carmen Sevilla y de la exministra de Economía, Elena Salgado.

La confusión, alimentada muchas veces por quienes intentan poner en práctica aquello de que «a río revuelto ganancia de pescadores», se ha convertido en una de esas serpientes de verano que han dejado de invernar. Las mentiras o medias verdades son ahora mismo auténticas armas de destrucción masiva. Ya no es necesario ser periodista para publicar de oídas lo que a uno le venga en gana. 

Se está usurpando el trabajo de los profesionales de la información, sin que ningún colegio ni asociación corporativa haga nada para evitarlo. Se está poniendo en peligro la credibilidad de los medios de comunicación y nadie toma medidas al respecto. Se está desinformando a la ciudadanía, lanzando constantes bulos y mentiras, atacando muchas veces a las instituciones con acusaciones falsas, y hasta las personas encargadas de protegerlas miran para otro lado.

Y luego nos quejamos de la pérdida de credibilidad y calidad democrática, de la falta de transparencia, de la manipulación interesada, del acoso y señalamiento con el dedo a periodistas que ejercen su derecho a expresarse en libertad y de la ausencia de garantías y controles en las redes sociales. 

Pues, estamos apañados.

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