THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

Alberto Núñez Feijóo: principios y futuro

«Es mucho el poder territorial y apoyo social que tiene el PP si Núñez Feijóo mantiene levantadas las banderas de la libertad y de la unidad de España»

Opinión
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Alberto Núñez Feijóo: principios y futuro

Ilustración de Alejandra Svriz.

Ayer era un día importante para Alberto Núñez Feijóo, por ende para el Partido Popular, y por ello para España. Sabido ya que esta investidura no saldrá adelante y que, más que probablemente, la de Sánchez sí lo conseguirá con un cóctel explosivo de apoyos que incluye el del prófugo de Waterloo, lo que se dirimía era si la España no sanchista disponía o no de un referente político con el que enfrentarse al desvarío nacionalsocialista que está llevando y puede seguir llevando a España a la ruina económica, política, institucional y moral.

En mi opinión, Núñez Feijóo pasó el examen con nota alta. Lo hizo en su discurso inicial y lo hizo tras la abrupta perorata del improvisado portavoz socialista de ayer. En efecto, en su primera intervención el presidente del PP estuvo magistral al enfrentarse a la proyectada -y ya pactada según varios pactantes- amnistía. Su rechazo a la medida, compartida con la mayoría de los españoles según las encuestas, resultó impecable, pleno de argumentos políticos y éticos y enmarcado en la igualdad constitucional de los españoles ante la Ley. Su descripción de la deriva de las instituciones españolas consecuencia de la invasión intervencionista de los hombres de Sánchez resultó demoledora por ser auténticamente realista. Y el conjunto de propuestas que realizó engranadas en seis pactos de Estado supuso un atractivo esbozo de su posible, aunque más que improbable, acción de Gobierno.

Frente a su discurso, el PSOE sacó a la tribuna de oradores a un meritorio que actuó como tal, un llamado Puente que acaba de ser descabalgado de la alcaldía de Valladolid. Debutante en este tipo de lides de política nacional y a lo que parece dispuesto a labrarse un hueco en el pesebre sanchista, su intervención no fue más que un burdo y grosero intento de descalificar personalmente a Núñez Feijóo, sin ahorro ninguno de agravios, insultos y manifestaciones que, de no ser por la protección jurídica de la que gozan los parlamentarios, le podría costar un susto en los Tribunales.

La ausencia de Sánchez en el debate resulta injustificable por mucho que lo manifestado poco antes por el presidente de la Generalitat le pusiera en una incómoda situación. Su silencio en una sesión de investidura, algo inaudito en la historia de nuestra democracia, no supone una falta de respeto al candidato, no, es una afrenta al Congreso de los Diputados, al debate parlamentario, y a las reglas democráticas. Una sanchada más, y las que nos esperan. Estuvo acertado Feijóo ignorando de hecho la intervención del tal Puente pues peroratas como la suya solo merecen el desprecio de todos, de todos menos de los sanchistas que disfrutan con ellas más que un gorrino en un lodazal. 

«Esta investidura está sirviendo para percibir la diferencia entre dignidad e indignidad, entre la ética y su ausencia»

Feijóo contestó con corrección a la correcta intervención de Abascal y logró aunar satisfactoriamente la contundencia argumental y la ironía parlamentaria en su respuesta a la portavoz de Sumar, fuerza política que tampoco eligió a su líder para contestarle, quizás porque Yolanda Díaz estuviera buscando afanosamente los cohetes que los poderosos almacenan para escapar de la Tierra. 

Volviendo al inicio, ayer pudo verse que sí, que el numeroso ejército de españoles preocupados por la deriva político institucional de España que impulsa Sánchez, disponemos de una referencia sólida y solvente, basada en principios -democráticos y éticos- con la que podemos defender nuestra democracia en el presente y futuro inmediatos para recuperarla plenamente en un futuro menos próximo. De manera que hay esperanza, y parafraseando a García Lorca «que la aurora no se acaba, el alba vuelve a nacer de pie todas las mañanas». Es mucho el poder territorial y parlamentario que tiene el PP, también lo es el apoyo social del que dispone si Núñez Feijóo mantiene levantadas las banderas de la libertad, de la unidad de España, de la igualdad entre españoles, de la economía de mercado, de la calidad institucional, de los principios democráticos y de la ética política, puede liderar la resistencia al sanchismo y su derrota futura.

No está resultando inútil esta investidura. Al contrario, está sirviendo para retratar a unos y a otros, para percibir la diferencia entre dignidad e indignidad, entre democracia y autocracia, entre libertad y autoritarismo, entre la ética y su ausencia. En parte, está mostrando lo que no se percibió suficientemente en la campaña electoral. Y llegados a este punto no está de más recordar que, perdiendo la moción de censura que planteó a Suárez, Felipe González empezó a ganar las elecciones de 1982. En más que posible que perdiendo esta investidura Feijóo y ganando la próxima Sánchez, se esté empezando a decidir el resultado electoral de las próximas elecciones. Si no arría las banderas antes enunciadas y no defrauda las esperanzas hoy puestas en él, la cuenta atrás del final del sanchismo ha empezado ayer. 

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