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Francesc de Carreras

Alejandro Nieto: jurista e intelectual ejemplar

«Muere a los 93 años un grande del Derecho por su independencia de criterio y la honestidad de su pensamiento»

Opinión
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Alejandro Nieto: jurista e intelectual ejemplar

Alejandro Nieto García. | EFE (Matías Nieto)

Hace unas horas que ha fallecido el profesor Alejandro Nieto, catedrático de Derecho Administrativo, a los 93 años. Una larga vida dedicada a estudiar, leer, escribir, conversar, dar clases, caminar por el campo y subir montañas.

Pocas aficiones más tenía Nieto, aunque nunca le hacía ascos a un buen cordero asado, siempre que fuera a precio razonable, ni a merendar chocolate con churros en una cutre cafetería del viejo Madrid. Hasta hace unos meses estaba en perfectas condiciones físicas e intelectuales, como se puede comprobar en muy recientes intervenciones públicas reproducidas en YouTube. Pero insalvables dificultades en su aparato digestivo le han provocado la muerte. Gran consternación entre amigos y discípulos. ¿Quién no le quería de forma entrañable?

El temperamento y el carácter de Nieto eran los propios de un viejo campesino castellano, ahí están sus raíces vitales. Arar el campo podía haber sido su destino, pero como era un joven de Valladolid le dio por estudiar Derecho y ganar una plaza de funcionario a principios de los años cincuenta como sólida base para entender la realidad jurídica no sólo desde las leyes, la jurisprudencia y los libros doctrinales, sino también desde la vida misma. No es casualidad que su primer libro se titulara Ordenación de pastos, hierbas y rastrojeras (1959), las materias que había aprendido al solucionar problemas de los ciudadanos como funcionario del Ministerio de Agricultura.

Podemos convenir en que Nieto ha sido sobre todo un jurista, así lo demuestran sus clases y seminarios como, sobre todo, sus numerosísimas publicaciones. Pero como su actitud ante la vida era la de curioso impenitente por todo, también fue un sabio en otras materias, especialmente en historia del siglo XIX, pero también en pensamiento (ahí está su grueso volumen sobre La Burocracia) o en cuestiones del momento que le provocaban malestar al no encontrarse representado por el maistream dominante: tanto sus libros La organización del desgobierno (1984) como Corrupción en la España democrática (1993) fueron a contracorriente de la mayoría en el momento de ser escritos, pero iniciaron tendencias doctrinales que han sido después fuentes de inspiración para quienes han seguido tratando estos temas.

Obra influyente

En el plano estrictamente jurídico – y la mayoría de su amplia producción científica se sitúa en este plano – suele considerarse que su Derecho administrativo sancionador es su obra más influyente, una referencia ineludible en el tema, pero no hay que olvidar sus reflexiones sobre el poder judicial (entre otros El arbitrio judicial, 2002), sobre la función pública y si quieren divertirse de veras su polémico cruce de cartas con su amigo y colega Tomás-Ramón Fernández (El derecho y el revés, 1998).

Esta es una nota necrológica de urgencia. Alejandro Nieto tiene una producción inabarcable que habrá que estudiar con detenimiento, imposible comentarla aquí. Además, ya en otro plano, en su actitud ante la vida era persona de una independencia radical de criterio, de una insobornable honestidad intelectual, un universitario pleno y ejemplar, con desapego a los honores, al poder y al dinero, un trabajador infatigable hasta el final de su vida. También era un sentimental reprimido, quería que le quisieran.

Hemos perdido a uno de los grandes del Derecho, además un sabio en muchos saberes, una referencia ineludible que en parte nos deja huérfanos. También un ejemplo a seguir. Viajaremos a Tariego de Riopisuerga, su pueblo de adopción en la provincia de Palencia, para recordarle, brindar por él con una copa de recio vino tinto en la mano, contemplar los pasajes que a él le gustaban, aquellos donde encontró las raíces que condicionaron su vida de jurista e intelectual ejemplar.

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