THE OBJECTIVE
Daniel Capó

Horror en Israel

«La ruptura de la frontera de Gaza por los terroristas de Hamás encuentra pocos precedentes en la historia reciente y nos sitúa al borde del abismo»

Opinión
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Horror en Israel

Ilustración de Alejandra Svriz.

Ninguna guerra es gratuita. Tampoco la locura lo es. La ruptura de la frontera de Gaza por los terroristas de Hamás encuentra pocos precedentes en la historia reciente —Borja Lasheras hablaba, con acierto, de progromo— y nos sitúa al borde del abismo. Se suceden los múltiples puntos de tensión en el globo, con un epicentro que se ha desplazado de Ucrania a Oriente Próximo, sin que China haya abierto aún la boca. La gravedad del eventual escenario bélico se mide por la activación de la reserva en Israel —un recurso poco común por lo que supone— y que anuncia una alta probabilidad de guerra abierta.

En este sentido, The Wall Street Journal informaba el domingo acerca del papel de Irán en la ofensiva palestina, impensable sin algún tipo de apoyo por parte del régimen de los ayatolás. ¿Se tomó la decisión final realmente en Beirut el lunes de la semana pasada junto a los mandos militares iraníes, como titulaba el medio estadounidense? De confirmarse, el conflicto se extendería de forma ineludible a toda la región, llevándonos a las puertas de una Tercera Guerra Mundial (esta vez fuera de los estrictos límites de la Europa occidental). Mientras tanto, Washington ha solicitado a Turquía y a Catar que medien entre las partes para evitar una escalada bélica. A su vez, la frontera norte con el Líbano se halla en máxima alerta. Nadie sabe cuánto tiempo se podrá sostener la frágil paz entre Israel y los países árabes. Nos movemos en un territorio minado que ya no reconoce el viejo orden del mundo liberal surgido tras la caída del comunismo.

«Irán probablemente logrará alejar a Arabia Saudí del acuerdo con Israel, torpedeando los esfuerzos de pacificación de la zona»

De hecho, los signos son inquietantes: Rusia anhela recuperar su viejo imperio, Oriente Próximo está a punto de implosionar, Asia opta por el nacionalismo radical —también bajo ropajes imperiales—. África se ha convertido en un foco de inestabilidad, con grandes movimientos migratorios; Hispanoamérica ha girado hacia las políticas especialmente perniciosas del populismo de izquierdas. Estados Unidos conserva su supremacía económica, militar y tecnológica, pero la polarización social interna se agrava y empeora la calidad de sus instituciones. Europa, por su lado, mantiene una relación conflictiva con el futuro; cada vez más envejecida y endeudada, sin relevo demográfico ni proyecto, cae con facilidad en el pesimismo. Por supuesto, resulta muy difícil levantar el ánimo de una juventud carente de empleo y, sobre todo, necesitada de trabajos estables y de calidad. La miopía conduce a un suicidio lento y, al parecer, inevitable.

El primer ministro israelí anuncia una guerra compleja y larga que va a transformar el rostro de Oriente Próximo. Difícilmente una guerra compleja y larga podría contenerse dentro de las fronteras actuales de Israel, aunque la guerra también cuenta con una retórica propia que hay que leer con un cierto distanciamiento. La pregunta es: ¿quién se beneficia de todo esto? Irán probablemente logrará alejar a Arabia Saudí del acuerdo con Israel, torpedeando los esfuerzos de pacificación de la zona. Rusia, desde la distancia, tiene que guardar extraños equilibrios en la región, pero la guerra en Oriente facilita su estrategia de debilitar el apoyo de Occidente a Ucrania. El tiempo juega a su favor: esta ha sido la lección histórica de los militares rusos, que han sabido aprovechar el tiempo y el espacio hasta agrietar las defensas del enemigo. El espíritu kantiano de la UE tampoco parece saber interpretar los instintos de poder de nuestro siglo, tan alejados del espíritu del pactismo. El poder tiene su lógica inapelable. Y esta lógica puede ser aterradora.

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