THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

2024, un test para el orden liberal

«Estamos en un momento de incertidumbre e indefinición, con retrocesos en la defensa de los derechos humanos o la democracia dentro y fuera de Occidente»

Opinión
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2024, un test para el orden liberal

Ilustración de Erich Gordon.

Que 2024 sea el año con mayor número de elecciones y personas que van a votar alrededor del mundo, no garantiza que la democracia esté a salvo ni que los conflictos armados vayan a reducirse a nivel global. 

Sin duda, las elecciones más importantes tendrán lugar en los Estados Unidos el 5 de noviembre de 2024. Que Trump sea finalmente el candidato republicano y que gane la batalla electoral y jurídica no solo afectará a la democracia y las instituciones americanas, a las que ya puso en riesgo; sino que lo hará a nivel global dado el poder militar, económico y tecnológico que todavía conserva la gran potencia estadounidense. La victoria del empresario americano supondría la retirada de la ayuda de Washington a Kiev y daría un fuerte impulso a un Putin, que obviamente, nunca va a perder en las urnas dado el autoritarismo del régimen ruso. El devenir de la guerra de Ucrania también afectará a lo que pueda suceder en Taiwán e Israel. La antigua isla de Formosa será la primera en celebrar elecciones este mes de enero y Xi Jinping ya ha advertido en su mensaje de Año Nuevo que China se reunificará a ambos lados del Estrecho de Taiwán. Si hubiese un pulso de Beijing a la primacía de Washington en el Indo-Pacífico, se añadiría también al que Irán mantiene a través de sus proxies como Hamás en Gaza contra Israel, los hutíes en el mar Rojo o Hezbollah en Líbano. 

El momento unipolar de los Estados Unidos que tuvo lugar tras la disolución de la URSS y llevó a la hegemonía estadounidense y al optimismo del Fin del Historia de Fukuyama está en decadencia. El 11-S, la guerra de Irak, el revisionismo ruso y chino y las actuaciones en la sombra de un Estado canalla como Irán han dado lugar a lo que Mead definió como el retorno de la geopolítica de las grandes potencias. La hiperpotencia norteamericana ha perdido fuelle. El orden mundial posterior a 1945 requería de una potencia hegemónica dispuesta a absorber los costos de hacer funcionar la maquinaria global. Sin embargo, los EEUU están cada vez más ensimismados, con una fuerte polarización interna, una deuda cada vez mayor, un alto grado de desinformación y un soft power deteriorado desde que Trump llegó a la Casa Blanca, en cuanto a la defensa de la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho.

Aliados occidentales como la Unión Europea también se enfrentan a sus propias elecciones el próximo mes de junio con un posible ascenso de partidos euroescépticos y antieuropeos, pero que difícilmente derrocarán la alianza centrista que gobierna en Bruselas desde finales de los años 70. El gran problema podría estar con una Rusia envalentonada, si gana Trump en Estados Unidos, y una UE, cuya defensa territorial sigue en manos de la OTAN, que no ha hecho lo suficiente ni tan siquiera para proteger a sus áreas de vecindad. Crear una industria de defensa europea llevará años, presupuestos más elevados y una unidad política que, aunque hasta el momento ha funcionado, veremos si no se resquebraja en 2024 con países como la Hungría de Orbán que ya ha dado el primer paso al vetar la asistencia militar de la UE a Ucrania. 

El ascenso de China como poder global es un hecho a nivel económico y cada vez más a nivel militar, sobre todo, en el área del Indo-Pacífico donde Taiwán mantiene su status autónomo y su derrota ante Beijing provocaría un reordenamiento mundial y permitiría a China acceder con total facilidad al Pacífico.

La invasión de Ucrania ha pasado factura a una Rusia rica en recursos naturales, pero no lo suficiente gracias al apoyo de China, Irán o del Sur Global. Su presupuesto de defensa para 2024 aumentará en un 67% lo que le permitirá aguantar sin problemas hasta las elecciones americanas. Pese a que las rondas de sanciones económicas occidentales han hecho daño en Moscú, Rusia ha fortalecido sus lazos con el Sur Global gracias a herramientas como su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, su pertenencia a los BRICS y al G-20. Putin también ha conseguido dar un vuelco a las prioridades de una Unión Europea que quiere jugar a la geopolítica sin tener desarrollado todavía un poder militar.

«Los Estados Unidos, polarizados a nivel interno, intentarán mantener un moribundo orden liberal, difícil si Trump llega al poder»

Durante este año continuará el despertar del Sur Global con grandes potencias como Brasil, Sudáfrica e India que reivindican un mayor papel a nivel mundial y en las instituciones multilaterales, mientras se posicionan entre EEUU y China con un no alineamiento activo. India, que celebrará comicios este año, se ha convertido en el líder demográfico del mundo y en la potencia que más crece a nivel económico pese a que su democracia también sufre el peligro del populismo de Narendra Modi. La rivalidad sino-india está remodelando la geopolítica en Asia sobre todo tras su enfrentamiento militar en la frontera del Himalaya, lo que ha llevado a una modernización de su ejército. 

Estamos en un momento de incertidumbre e indefinición en el que el orden internacional liberal no pasa por su mejor momento con retrocesos en la defensa de los derechos humanos o de la promoción de la democracia dentro y fuera de Occidente. China, pese a sus contradicciones internas, mantiene manu militari su seguridad interior y trabaja en pos de su sueño de gran potencia en un mundo multipolar como líder de los países en desarrollo. Mientras tanto, los Estados Unidos, polarizados a nivel interno, intentarán mantener un moribundo orden liberal, difícil si Trump llega al poder, con un aliado europeo distraído con la guerra de Rusia contra Ucrania y un Sur Global que resurge con fuerza de la mano del crecimiento económico y demográfico de India

2024 será un test importante para la democracia y el orden internacional liberal. Se verá si nos dirigimos hacia un equilibrio de poder entre dos bloques regionales comandados por China y EEUU con sus esferas de influencia o si el orden internacional liberal es capaz de reformarse con la incorporación de nuevos Estados en las instituciones multilaterales y volver a ser ese modelo admirado por sus valores a nivel global

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