THE OBJECTIVE
Antonio Elorza

Kafka en 'El País'

«No hay, pues, razón alguna para que la dirección de ‘El País’ se vanaglorie de la excepcional transparencia del diario»

Opinión
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Kafka en ‘El País’

Fernando Savater. | TO

Al abrir esta mañana (del 27 de enero) la edición online del El País, encontré la explicación oficial de la salida forzada de Fernando Savater, con la firma de la Defensora del Lector. Era lo que cabía esperar de la dirección de un periódico que ni siquiera había informado de la expulsión al día siguiente de llevarla a cabo, tal vez con la esperanza de que nadie se apercibiera del hecho. Hasta aquí lo normal, pero lo que siguió también fue normal. No tenía yo la menor intención de sumar el mío a la multitud de comentarios ya publicados sobre «Savater, nudo y desenlace», la justificación de la defensora, pero para comprobar lo que ya esperaba abrí la ventana de «Comentarios», a través de la cual tengo derecho a participar como suscriptor. Y como siempre que trato de comentar un editorial, un artículo o un reportaje de carácter político, topé con un mensaje oficial: «Error al comprobar la actualización de mensajes». Posibilidad de comentar, negada por disposición superior.

 Lo intenté con el artículo que figuraba a continuación, uno no muy acertado de Muñoz Molina donde el escritor certificaba la muerte de Lenin, olvidando que tenemos en activo a un leninista practicante, Pablo Iglesias, y lo que es peor, al marxismo-leninismo de Enrique Santiago, enquistado en el gobierno vía Sumar, y que se enorgullece de contar con cinco o siete diputados del PCE o IU, y sobre todo de una vicepresidenta del gobierno con carnet (e ideas) del primero. Comentario prohibido: «Error al comprobar la actualización de mensajes».

«Y como siempre que trato de comentar topé con un mensaje oficial: ‘Error al comprobar la actualización de mensajes’. Posibilidad de comentar, negada por disposición superior»

Llevo meses cargando con esa cruz, que viene a invalidar las protestas de la Defensora, en el sentido de que su periódico respeta la libertad de expresión. Ni siquiera los ejemplos que exhibe de pluralismo son del todo válidos (alguno, el de Cebrián, tiene posiblemente soporte jurídico, otros costes colaterales en caso de eliminación, un par de ellos defensa de imagen): el mejor ejemplo son los bien construidos artículos de la constitucionalista Ana Carmona, que tras un prolijo examen sobre el lawfare concluye avalando «el compromiso del gobierno con el poder judicial», su estricto respeto a la separación de poderes. Ni más ni menos. Y tal como era de esperar, un intento mío de comentarlo tropezó con el letrero maldito: «Error al comprobar…».

 Confieso que el triste juego a veces me divierte, y en una ocasión colé un comentario crítico por la sección de gastronomía, elogiando la receta de un pastel de queso. A lo mejor ese es el camino para sortear la vigilancia del guardián en este castillo de Kafka, donde hay una puerta preparada para ti que nunca puedes traspasar.

 No hay, pues, razón alguna para que la dirección de El País se vanaglorie de la excepcional transparencia del diario. Por cierto, nada dice la Defensora de la desaparición de un colaborador tan relevante como Félix de Azúa. Tal vez porque de este modo, como intentaron con Savater, pasará desapercibida.

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