THE OBJECTIVE
Sonia Sierra

Mr. Bulos

«Se ha marcado como meta regenerar la vida política el mismo que ha utilizado a su esposa para una nueva estrategia de supervivencia»

Opinión
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Mr. Bulos

Pedro Sánchez | Ilustración de Alejandra Svriz

Les confieso que en la última semana he tenido la sensación de vivir en una simulación. Todo empezó cuando Pedro Sánchez apareció después de su supuesto retiro espiritual y se erigió como punta de lanza en la lucha contra los bulos y la «máquina del fango» y esa sensación se ha ido replicando en cada una de las intervenciones de los corifeos que se han dedicado a repetir estas consignas. ¿Pedro Sánchez y su tropa contra los bulos? ¿Los mismos que negaron los indultos y la amnistía? ¿Esos que no hay una afirmación presente que no desmienta su yo del pasado? ¿Y van a llevar la concordia a la política aquellos que se dedican a insultar no ya al adversario, sino a la mitad de sus conciudadanos? Si no fuera porque las leyes y los presupuestos generales del Estado están en sus manos, sería para echarse unas risas porque hay que reconocerle que a jeta no les gana nadie.

Estamos hablando de que se ha marcado como meta regenerar la vida política el mismo que ha utilizado el engaño y la mentira para mantener a su partido en vilo –iba a decir al país, pero la realidad es que la mayoría de los españoles no se lo tomaron en serio y la máxima atención que le prestaron al tema fue para hacer porras- y que ha utilizado nada más y nada menos que a su esposa para una nueva estrategia de supervivencia. Si nos creemos lo que dice, que ya es mucho creer, resulta que, como si de un machirulo cualquiera se tratara, no se molestó en preguntarle a su mujer si le parecía bien que la pusiera en la picota y que se la relacionara en todo el mundo con la corrupción. Y, como si estuviéramos en 1984, todo esto lo hacía en nombre del amor por lo que me empiezo a temer que cada vez estamos más cerca tener un ministerio con esa denominación.

Da la sensación de que en Pedro Sánchez todo es falsedad: su tesis doctoral, el pucherazo de la urna tras la cortina, sus reiterados «cambios de opinión» y ahora sus discursos en los que parece que se ha tragado a Pablo Iglesias cuando habla en los mítines de la casta y de los de arriba, él, que cuando se baja del Falcon es para disfrutar de uno de los tres palacios que tiene a su disposición. Y lo que me parece más increíble de todo es que la gente lo aplauda como si realmente se tratara de un luchador en favor de «los de abajo» y no la mismita encarnación del establishment. De no dar crédito, en serio.

Siento una curiosidad, diría que casi antropológica, por saber qué piensan Sánchez y sus ministros cada vez que defienden su lucha contra los bulos. Malestar parece que no, pero ¿algo de sentido del ridículo? ¿O más bien se tienen que aguantar la risa al pensar en las tragaderas de sus votantes? Porque es que se dedican a soltar bulos de forma simultánea a las proclamas en su contra. Sánchez, por ejemplo, en las mismas entrevistas que defiende su nueva misión, afirma que Alberto Núñez Feijóo ha mandado a Begoña Gómez a quedarse en casa, cosa que por supuesto nunca ha ocurrido.

Y luego, copiando una treta más vieja que el hilo negro y que los independentistas han utilizado ya mil veces, reivindica un supuesto informe de la ONU en contra de las leyes de concordia del PP y Vox, que no es más que un documento de parte pedido por el PSOE a unos relatores afines que ni tan siquiera se han tomado la molestia de consultar a los gobiernos autonómicos implicados y que expresan su opinión a título personal.

«El sanchismo no tenía suficiente con lograr la concordia en España y ha decidido extender su misión allende de los mares»

Y como parece que en el PSOE da puntos el lanzamiento de bulos, Bolaños soltó tres en un solo tuit –el de la ONU, el de que la Comisión Europea se queja de que el PP no quiere pactar la renovación del CGPJ y el de que la Comisión de Venecia avala la amnistía- lo que le ha servido que en las redes lo llamen Bulaños. Sin embargo, este logro ha quedado claramente eclipsado por el del inefable Óscar Puente que ha dicho que vio a Milei por la tele «no sé en qué estado y previa la ingesta o después de la ingesta de qué sustancias».

Por lo que sea, al presidente de Argentina no le ha gustado que el ministro de otro país insinúe que se droga y nuestro país hermano ha publicado un comunicado oficial en el que se ningunea a Óscar Puente –supongo que porque lo deben de considerar un mindundi- y arremeten contra Pedro Sánchez poniendo negro sobre blanco afirmaciones innegables: las sospechas de corrupción sobre Begoña Gómez que el propio Sánchez se ha encargado de airear, el numerito que montó con su supuesta renuncia, el riesgo de disolución en el que ha puesto a nuestra nación por sus pactos con los separatistas, el peligro en el que nos vemos las mujeres por la reducción de condenas de violadores o la copia de las políticas kirchneristas que han empobrecido a Argentina. Parece que el sanchismo no tenía suficiente con lograr la concordia en España y ha decidido extender su misión allende de los mares.

Pese a los bulos e insultos de esta semana, Reyes Maroto ha tenido el cuajo de publicar el sábado un artículo sobre el tema ya que, según ella, «somos muchos los que defendemos una política limpia, basada en el respeto y no en la destrucción personal del adversario». Sin duda, insinuar que alguien se droga es un epítome del respeto. Y es que no me digan que no parece que estemos en una simulación. Pero no, no es una simulación: es un plan orquestado por Sánchez para intentar acabar con la libertad de expresión y de prensa y para convertir uno de los pilares de la democracia en un orwelliano Ministerio de la Verdad.

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