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Por qué nadie quiere ser antidisturbios: 750 policías han dejado la unidad en cinco años

El «desgaste» por las últimas intervenciones en Cataluña o «la falta de respaldo político» están entre los motivos por los que estos agentes causan baja

Por qué nadie quiere ser antidisturbios: 750 policías han dejado la unidad en cinco años

Agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), en Barcelona. | EFE

«Hay tantas razones para irse y tan pocas para quedarse, que no entiendo por qué todavía muchos nos quedamos». Esta frase resume lo que, desde hace cinco años, ocurre en uno de los departamentos más conocidos dentro y fuera de la Policía Nacional: las Unidades de Intervención Policial (UIP), más conocidas como los antidisturbios.

Quien la pronuncia es el mando de uno de los subgrupos de las 12 unidades que esta división, formada por más de 2.700 agentes, tiene repartidas por todo el territorio nacional. Con más de nueve años de experiencia a sus espaldas, ha visto cómo en en último lustro este cuerpo policial ha dejado de ser lo que era. Una realidad que puede palparse en los datos de agentes que han pedido un cambio de unidad en estos años. Fuentes de este departamento consultadas por THE OBJECTIVE aseguran que al menos 750 agentes han abandonado la UIP desde 2017.

Cada año, indican las mismas fuentes, quedan vacantes de 150 a 200 plazas para futuros antidisturbios. Un total que, según señalan desde la Policía Nacional, se cubre en cada convocatoria, pero que no se ve reflejado en las patrullas de esta unidad. «Dicen que se cubren las plazas, pero la realidad es que en mi subgrupo deberíamos ser 15 y siempre solemos ser ocho. Algunos están de baja, pero el resto es porque no se han cubierto esos puestos. Siempre vamos con el numérico por debajo», cuenta un agente de dilatada experiencia en las UIP.

Similar es la percepción que tiene un compañero suyo, agente de esta división policial desde 2008: «Nosotros funcionamos por contratos de permanencia de cinco años. Yo he visto a compañeros que han desarrollado aquí toda su carrera profesional y después se han retirado a segunda actividad [una figura similar a la prejubilación dentro de la Policía]. Ahora, hay agentes que llevan un año de contrato y te dicen que no van a renovarlo».

Falta de respaldo

Todo tiene un porqué. No solo se trata de una, sino que son varias las razones que han motivado el adelgazamiento de este departamento. El «desgaste» en las operaciones policiales en Cataluña por los disturbios del referéndum ilegal y después, por la sentencia del procès, en 2017 y 2018; «la falta de medios en protestas, la ausencia de respaldo político, la disponibilidad permanente o los turnos ordinarios sin apenas previsión» resumen, en general, el descontento de los agentes que han causado baja en las UIP. Todo ello sin contar el malestar existente en estas unidades con la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, que pretende, según denuncian estos agentes, la eliminación de las pelotas de goma como material antidisturbios.

Consciente de la presión a la que están expuestos, el Ministerio del Interior premió a estos funcionarios con un complemento específico de sueldo de 6.000 euros al año. Un plus que en el caso de muchos agentes supuso un gran salto salarial, teniendo en cuenta que antes de formar parte de la UIP, no alcanzaban los 1.500 euros de salario mensual. Sin embargo, en los últimos años ni siquiera este complemento ha sido suficiente para retener a los alrededor de 750 policías que han dejado esta unidad de élite.

«Empezamos a observar esta tendencia a raíz de la operación Copérnico [aquella que movilizó a 5.500 agentes a Cataluña durante mes y medio a raíz del referéndum ilegal]. Afectó a muchos compañeros en su conciliación, estuvieron fuera de su localidad sin saber por cuánto tiempo, viviendo en barcos, cuarteles… Después, en los disturbios en Barcelona por la sentencia (operación Ícaro), la agresión a tres compañeros marcó a mucho también», cuenta un antidisturbios a este periódico.

Una tesitura que se vio agravada, cuenta el agente, por la falta de medios materiales en los capítulos violentos que se sucedieron en las calles de la ciudad condal en 2018. «Fue como como ir con una mano atada a trabajar. Nos pusieron al pie de los caballos, sin facilitar todos los medios que estaban a nuestro alcance como la tanqueta que se ha utilizado en Cádiz; y cuando ni siquiera los tuyos te respaldan, te preguntas ¿qué es lo siguiente?».

Durante las protestas, distintos sindicatos policiales pidieron a la Dirección General de la Policía que desplazase el Blindado Medio sobre Ruedas (BMR) para frenar la violencia contra los agentes en el centro de Barcelona. El Ministerio del Interior, sin embargo, no pudo atender esta petición, según publicó THE OBJECTIVE, porque ninguno de los dos vehículos blindados de la flota policial estaban operativos. La pala antibarricadas, indicaron las fuentes consultadas, no se instaló hasta abril. Por ese motivo, el BMR sí se pudo utilizar contra los piquetes de los trabajadores del metal en Cádiz, el pasado noviembre.

«Falta de previsión»

Otro de los motivos que hacen imposible la permanencia de gran parte de los antidisturbios son sus condiciones laborales. El Real Decreto 1668/1989, por el que se crearon las Unidades de Intervención Policial (UIP) a finales de los 90, estableció que la disponibilidad de los antidisturbios tendría «carácter permanente» y sus componentes deberían estar siempre «localizables». Y añadía: «Los horarios de trabajo y descanso serán los ordinarios, salvo cuando las necesidades del servicio demanden horarios especiales».

Distintos policías aseguran que «nadie se ha quejado nunca de la disponibilidad inmediata». Sin embargo, sí consideran «que se ha abusado de esa disponibilidad» y los turnos ordinarios, que deberían ser fijos por norma para los agentes, se cambian constantemente «por cuestiones que no son tan urgentes». «Nadie dice nada, pero nosotros a pesar de tener un turno establecido, nos enteramos poco antes del horario que tenemos al día siguiente. Hay mucha falta de previsión. Sumado a que hacemos servicios especiales y también viajamos, todo te va quemando…», confiesa el mando de un subgrupo.

«Hemos sido siempre la punta de lanza visibles. Siempre con presencia en las grandes operaciones, 24 horas, 365 días al año. Y hasta hace cinco años, habíamos tenido respaldo político. Podíamos hacer las cosas bien, te dejaban usar los medios a tu alcance, pero ahora cada vez es más difícil. No queremos trabajar para nosotros, sino para el ciudadano y su seguridad. La frustración es cada vez más grande y la solución es marcharse».

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