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Indignación en el PNV por los continuos gestos de Sánchez con Bildu: «Están muy molestos»

La reactivación de la Ley de Memoria Democrática fortalece a Bildu en el marco de una operación de legitimación de los abertzales que asusta al PNV

Indignación en el PNV por los continuos gestos de Sánchez con Bildu: «Están muy molestos»

La buena relación que mantiene el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con sus socios de Bildu está generando cada vez más enfado en el PNV, otro partido con el que el líder del Ejecutivo quiere contar para cerrar la legislatura. La preocupación del PNV por la operación de «legitimación» empleada por La Moncloa viene de lejos, pero ahora va in crescendo. El último episodio que ha encendido a los nacionalistas vascos atañe a la Ley de Memoria Democrática, que muchos consideran un éxito político de Bildu y que, de hecho, ha sido celebrada por los abertzales.

El Gobierno ha reactivado en los últimos días una ley, la de la Memoria Democrática, que había de facto congelado hace un año. Una de las claves de esta nueva ley es la ampliación hasta 1983 en el reconocimiento de las víctimas de violaciones de los Derechos Humanos. Las asociaciones de las víctimas de ETA han criticado duramente a Sánchez, mientras que también en el PSOE crece el malestar por ampliar la ya conocida como Ley de Memoria Histórica de Zapatero hasta el primer lustro de la época democrática.

Bildu, en cambio, ha celebrado la iniciativa. La portavoz de Bildu en el CongresoMertxe Aizpurua, dijo que con esta ley se abre «un camino para poner en jaque el relato de la Transición». Se trata de una frase polémica que ha encendido a la oposición, y en parte también al PNV, que también respalda la iniciativa. Los nacionalistas vascos no pueden bajarse de esta iniciativa, explican fuentes de Unidas Podemos, que, no obstante, admiten el malestar de los nacionalistas vascos porque consideran que Sánchez está volcado en la operación para legitimar a Bildu como fuerza de gobierno regional, siguiendo por la vía de los hechos un planteamiento acuñado por Pablo Iglesias.

«Un puntazo para Bildu»

La legitimación de Bildu es un problema notable para el PNV. Los nacionalistas vascos han gozado en estos años de una ventaja estratégica en los equilibrios regionales. El PNV siempre ha ejercido como única fuerza nacionalista capaz de gobernar, gracias al radicalismo de la izquierda abertzale. Ahora, sin embargo, Sánchez está ayudando a la formación de Arnaldo Otegi a ganar peso político, para convertirse en algo parecido a una ERC del País Vasco.

«Sánchez da de comer a Bildu y enfada al PNV», señalan las fuentes consultadas. «Están muy molestos», añaden, y agregan que de puertas adentro crece el malestar hacia el PSOE. «Parece que el PNV esté callado, pero lo de la Ley de Memoria Democrática es un puntazo para Bildu», admiten.

El problema para la coalición es que nunca se puede dar por descontado el apoyo del PNV. La historia política de Mariano Rajoy habla por ello. El PNV había respaldado los presupuestos del PP poco antes de darle las espaldas y ofrecer a Sánchez el control de la Moncloa. «El PNV puede cambiar de caballo pasado mañana», aseguran las fuentes consultadas.

Movimiento de Feijóo

En el trasfondo de lo que pueda ocurrir también juega un papel el nuevo liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. El nuevo líder del PP ha anunciado que quiere activar una ronda de contactos con todas las fuerzas parlamentarias, menos Bildu. El «discurso moderado» de Feijóo puede servir para acercar posturas con el PNV, reflexionan con cierta preocupación las fuentes consultadas.

La confianza hacia los nacionalistas vascos está en entredicho. A la vez que las relaciones entre el PSOE y Unidas Podemos también son mejorables. Los morados están experimentando un paulatino alejamiento de Sánchez, aunque todo se mueve en el ámbito de la táctica, sin por ello plantear seriamente una salida del Ejecutivo.

El PSOE, por su parte, también manifiesta cada vez más cansancio hacia sus socios, pero las fuentes consultadas aseguran que Sánchez no puede prescindir de Podemos, aunque le gustara: «Si echara a Montero y Belarra del Gobierno, sabe que debería adelantar elecciones, y no es lo que quiere», argumentan.

Las boutades de Montero y las polémicas que generan los socios morados se han convertido en un quebradero de cabeza para los estrategas de la Moncloa y sus planes de comunicación política. El hecho de que esta semana los buenos datos del empleo hayan caído por debajo en el debate público del viaje de Montero a Estados Unidos ha irritado profundamente a varios departamentos económicos del Ejecutivo. Desde estos sectores se ha activado una presión a Sánchez para que reconsidere seriamente la presencia de las dos ministras de Podemos en el Ejecutivo.

Pero Sánchez no parece dispuesto a romper los actuales equilibrios políticos. Y tampoco a prescindir del apoyo de Bildu ante el alejamiento de ERC. Pero para que los números salgan adelante, el presidente deberá lograr tanto el apoyo de los abertzales como de los nacionalistas vascos. Éstos últimos todavía no lo anuncian públicamente, pero las fuentes consultadas aseguran que van tomando toda. Y el miedo en el futuro a perder el Gobierno vasco, y de ahí la hegemonía del nacionalismo vasco, puede generar más de un terremoto político.

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