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El PP celebra la «podemización» de Sánchez: «Ha renunciado al votante de centroizquierda»

Los populares creen que el «giro» a la izquierda del presidente del Gobierno en el Debate de la Nación les ayuda en su empeño por atraer al socialista moderado

El PP celebra la «podemización» de Sánchez: «Ha renunciado al votante de centroizquierda»

La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, y el presidente, Alberto Núñez Feijóo, en el 26 Debate sobre el Estado de la Nación. | Europa Press

Cuando este martes a las 13.30 horas Pedro Sánchez concluyó su primer discurso en un Debate sobre el estado de la Nación, el primero que se celebra en siete años, los diputados del Partido Popular se debatían entre la indignación y la satisfacción. Indignación por las medidas económicas anunciadas por el presidente del Gobierno, así como por los ataques que profirió contra su bancada -a la que acusó de proponer recetas de «curanderos»-. Pero satisfacción porque, en su opinión, el discurso de Sánchez demostró su «podemización» y su «renuncia al votante de centroizquierda», nicho que Alberto Núñez Feijóo aspira a convencer en las próximas elecciones generales de 2023 para alcanzar la Moncloa.

Fuentes próximas al presidente del PP hicieron este análisis a THE OBJECTIVE después de una alocución que les retrotrajo al «discurso contra las eléctricas que en su día enarbolaba Pablo Iglesias», en referencia al anuncio de Pedro Sánchez de aumentar los impuestos a «los grupos dominantes» del sector eléctrico, gasista y petrolero durante 2023 y 2024 para paliar los efectos de la inflación. El líder del Ejecutivo justificó su medida porque «las grandes entidades financieras ya han empezado a beneficiarse de la subida del tipo de interés», y desde el entorno del Feijóo creen que «está buscando descaradamente al votante de Podemos».

Un análisis que celebran, y que vendría reforzado por el hecho de que los miembros de Unidas Podemos festajaran el «cambio de rumbo» –palabras de la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra– del presidente del Gobierno. Una suerte de prueba del algodón. Aunque lo cierto es que Sánchez lleva tiempo haciendo suyo el argumentario que la formación morada enarbolaba en la etapa en la que tenía como dirigente a Pablo Iglesias. No en vano, este último criticaba, como hace ahora el presidente de la Nación, que los «poderes ocultos» y la «derecha mediática» trabajaran contra sus intereses.

El escoramiento hacia la izquierda del PSOE ha provocado que los podemitas hayan pasado de señalar a la «derecha mediática» a cargar contra periodistas tradicionalmente amigos como Antonio García Ferreras, conductor de Al rojo vivo, el programa estrella de La Sexta, en un intento desesperado por seguir marcando posiciones. Pero también ha causado que los populares se hayan lanzado decididamente a la seducción de lo que interna y públicamente preconizan como el «socialista desencantado».

Esta figura estaría encarnada en históricos socialistas como Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba, muy reivindicado por distintos miembros del Partido Popular en las últimas jornadas para criticar los pactos del Gobierno de España con EH Bildu. El último, con motivo de la Ley de Memoria Democrática pactada con la coalición abertzale. Pero la referencia al exministro del Interior soliviantó al presidente del Ejecutivo, que preguntó a la bancada del PP si se referían a «ese Rubalcaba al que llamaban cómplice de ETA, agente encubierto de ETA».

Y es que esa «podemización» que desde el Partido Popular atribuyen a Pedro Sánchez no estaría sólo en el fondo, sino en las formas. No exclusivamente en el contenido, sino en el continente. Y se remiten a la intervención que hizo en el homenaje de Estado a Miguel Ángel Blanco celebrado el pasado domingo en Ermua para sostener esta afirmación. Ahí, en el 25 aniversario del asesinato del concejal del Partido Popular, equiparó a España con el País Vasco al referirse a ellos como «países libres y en paz».

Ignorar a Vox

El empeño del nuevo Partido Popular -ese que nació con el paso a un lado de Pablo Casado- por representar -también- al centroizquierda tiene consecuencias en la derecha. Alberto Núñez Feijóo aspira a distanciarse de Santiago Abascal abundando en ese camino que acostumbra a transitar, y que pasa por una oposición de propuestas y alternativas, «moderada», que rehúya de la crítica vacía para hacer bandera de la gestión económica. «Nosotros no vamos a entrar en la confrontación», resumen desde el entorno del político gallego.

Y es que los populares se ven capaces de seguir su inercia ascendente en las encuestas a costa del hartazgo de la ciudadanía con la situación económica, marcada por una inflación que el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido incapaz de contener, apelando al voto útil, de centro. Y dentro de este estaría también el del socialista moderado. También creen que Andalucía ha abierto la puerta para poder conseguir una mayoría holgada a nivel nacional que les permita prescindir de Vox, a quienes ignorarán en lo sucesivo.

Así es que la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Cuca Gamarra, no se refirió al partido a su derecha en toda su alocución. Se centró, en cambio, en criticar al Gobierno de coalición por sus pactos con la extrema izquierda abertzale para configurar la nueva Ley de Memoria Democrática o por sus medidas para frenar la inflación. Pero lo hizo incidiendo a posteriori en que el Partido Popular tiene «la mando tendida» siempre y cuando el Ejecutivo decida bajar los impuestos: «Si las clases medias y bajas son cada vez más pobres, no puede mantener los impuestos como si no pasara nada».

Santiago Abascal, por otro lado, sí que reprochó al Partido Popular que se centre en los asuntos económicos marginando los ideológicos porque «eso hace avanzar la agenda política de la izquierda». «Creemos que nuestro deber es representar a millones de españoles que saben que la ruina es por el sectarismo que han impuesto los gobernantes que llevan el pin de la Agenda 2030. Siempre se olvidan de los intereses de los españoles», añadió el líder de Vox en una suerte de grito en el desierto que sólo fue replicado por Pedro Sánchez, que sigue confiando en la confrontación con Vox para azuzar el miedo a la «ultraderecha».

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