THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Juan Carlos I, el leal Narcís Serra y la desagradecida Corinna

El rencor de la exnovia se une a la confirmación del exministro de Defensa de Felipe González de que los Gobiernos lo sabían todo sobre el monarca

Juan Carlos I, el leal Narcís Serra y la desagradecida Corinna

Juan Carlos I junto a Corinna Larsen, en una imagen de 2013. | Europa Press

Dos noticias en la última semana me permiten sacar unas cuantas conclusiones sobre la etapa del rey Juan Carlos en la jefatura del Estado y sobre las personas de distinto pelaje que le rodeaban. Hace dos años estuve investigando profundamente las relaciones entre la monarquía y el servicio de inteligencia, y las conclusiones que se pueden sacar de mi libro Al servicio de su majestad (La esfera de los libros) quedan corroboradas con dos hechos: una entrevista en El Español a Narcís Serra, exministro de Defensa y exvicepresidente del Gobierno en la etapa de Felipe González, y el anuncio de la aparición de un pódcast con el testimonio de la examante Corinna Larsen.

Serra fue el jefe del espionaje, entonces llamado CESID, en la larga etapa en la que lo dirigió Emilio Alonso Manglano, un reconocido militante monárquico de toda la vida. Nombrado en 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F, estuvo en el puesto hasta 1995.

Manglano fue de una lealtad al rey a prueba de bombas. No es verdad que le espiara para favorecer al gobierno socialista, como se dijo. Más bien al contrario, le protegió tanto que terminó dejándole en evidencia. En concreto, ocurrió cuando le buscó un chalet discreto en la calle Sextante de Madrid para que tuviera sus encuentros en un ambiente de mayor discreción con la actriz Bárbara Rey. Agentes desleales del servicio se enteraron y grabaron a la pareja con sinuosas intenciones.

En mi libro aportaba casos concretos en los que todos los presidentes de la democracia habían ayudado a Juan Carlos, por activa o por pasiva, a mantenerse en el trono con el respaldo del CESID-CNI. E iba más allá: los directores del servicio de inteligencia no cubrían por decisión propia, con sus imponentes paraguas, las acciones conflictivas del rey que podían acarrearle problemas, sino que contaban con el respaldo de los respectivos Gobiernos.

Ahora Narcís Serra, 40 años después, reconoce que puso el CESID al servicio del rey, para que no se conocieran sus escarceos amorosos: «Cuando se tienen altas responsabilidades, hay muchas decisiones difíciles. En aquel momento, y sobre todo después del 23-F, yo creía que había que apuntalar totalmente la figura del rey».

Corinna: agredida y desagradecida

Dicen que es una casualidad, pero cuesta creerlo. Coincidiendo con un nuevo trámite judicial en Londres tras la denuncia de Corinna Larsen contra el rey Juan Carlos por acoso y demás, de la que ha sacado al CNI pero no a su exdirector Félix Sanz Roldán, han anunciado la inminente aparición de un pódcast en el que cuenta detalladamente su relación con el monarca.

Mis datos me llevan a concluir que el CNI utilizó todas las armas a su alcance para tratar con una mujer que tenía en su poder documentación que afectaba a la seguridad del Estado. El servicio no se anda con contemplaciones cuando piensa que está tratando con grupos mafiosos o personas que amenazan al Estado. Creo que ella se sintió agredida y que le dieron motivos para reaccionar con la agresividad que lleva un tiempo mostrando. Especialmente desde que su aliado, el comisario Villarejo, le dijo que el CNI no iba a matarla.

Pero, igualmente, me parece de desagradecidos que esté montando estos numeritos cuando al final de la historia el rey Juan Carlos la ha convertido en multimillonaria al entregarle 65 millones de euros. Calderilla que está utilizando en una pequeña parte para intentar hundir la reputación del padre de Felipe VI. 

A veces me sorprende la inocencia que muestra en sus palabras de amante despechada. Dice en el pódcast: «Me llamaba probablemente diez veces al día». Señora Larsen, si a todas las personas que el insistente rey Juan Carlos llamaba diez veces al día fueran objetivo de su seducción, en la lista estarían decenas y decenas de hombres y mujeres, entre ellas casi todos los presidentes del Gobierno a los que quería convencer de algo. Sobre que le mandaba flores todos los días, tampoco debe pensar que la convierten en una mujer única y especial en su vida. Hasta ahí puedo leer.

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