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Colau lanza una 'guía inclusiva' que pide llamar «extremismo violento» al «terrorismo islámico»

El Ayuntamiento de Barcelona publica una ‘Guía de comunicación con perspectiva intercultural’ donde pide eliminar expresiones como «ir al ‘paki’»

Colau lanza una ‘guía inclusiva’ que pide llamar «extremismo violento» al «terrorismo islámico»

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona | Europa Press

El Ayuntamiento de Barcelona ha publicado en su página web una Guía de comunicación con perspectiva intercultural en la que pide no usar ciertas palabras con el fin de crear una sociedad «más inclusiva». Entre las expresiones que consideran que «hace falta evitar» se encuentra «terrorismo islámico o yihadista», «raza gitana» o «ir al paki», en referencia a las tiendas regentadas por personas procedentes del Pakistán.

Con esta nueva guía, el equipo municipal de Barcelona En Comú busca poner fin a los «estereotipos» que «son consecuencia del etnocentrismo y el racismo». Informan que en la capital catalana «se hablan más de 300 lenguas, hay más de 980 comunidades y entidades religiosas y de conciencia de 29 confesiones. El 29% de las personas que viven en la ciudad han nacido en el extranjero y proceden de 183 países».

Y «ante esta realidad», consideran que «es importante repensar la ciudad y sus barrios como un espacio común sin segregaciones, donde se respete la pluralidad sociocultural y donde el racismo, la discriminación y la exclusión no tengan cabida».

Guía de comunicación intercultural del Ayuntamiento de Barcelona

«Extremismo violento»

Algunas de las orientaciones formuladas por el consistorio barcelonés han suscitado dudas en los grupos de la oposición. «Mientras algunas son razonables y pueden ser útiles para avanzar hacia la integración, otras pueden contribuir a invisibilizar problemas objetivos si se evita identificarlas por su nombre», añaden las fuentes consultadas.

Entre los conceptos que más suspicacias han generado, está el de reemplazar «terrorismo islámico» por «extremismo violento». El nuevo concepto abre la puerta a diluir un tipo de terrorismo muy concreto y que la ciudad de Barcelona sufrió en su propia piel con los atentados del 16 de septiembre de 2017 en Las Ramblas, donde se produjeron 15 muertos y hubo más de 130 heridos.

El hecho de que esta «política» de Colau se limite a la «comunicación» también es un elemento de crítica. Curiosamente, Barcelona es la única de las grandes urbes europeas que no cuenta con ninguna mezquita. Aunque la guía es sensible con los sentimientos religiosos de los que han nacido fuera de España, sus críticos reprochan que se queda solo en los gestos y las palabras y no en los hechos.

Por su parte, el Ayuntamiento sostiene en dicha guía que «expresarse de forma inclusiva da visibilidad a muchas culturas minorizadas ante la cultura hegemónica y puede facilitar la cohesión».

«Educación etnocéntrica»

Otras de las expresiones que incitan a evitar son las que tienen un tono despectivas con la comunidad gitana, como «ir como un gitano». Sugieren reemplazarla por «ir sucio y desarreglado».

En su objetivo, que en algunos casos incurre en un exceso de vocabulario políticamente correctamente, también sugieren desprenderse de la expresión «prometer el oro y el moro» o «trabajo de chinos».

La guía elaborada por el Ayuntamiento de Barcelona cree que «a causa de una educación etnocéntrica y del desconocimiento de la misma historia, es muy habitual hablar con poco rigor de ciertos territorios, culturas o religiones». Y animan a «aprender de los errores que puedan ser ofensivos y mostrar más interés por conocer las particularidades de los vecinos y vecinas de la ciudad».

Desde el consistorio también llaman a «activar la mirada crítica» porque, a su juicio, «en la televisión, en un cartel, por internet… se ven muchas representaciones de personas y colectivos tratados de manera poco respetuosa y sin perspectiva intercultural».

En la misma línea, su guía de orientaciones y sugerencias busca confrontar las «relaciones de poder», que consideran que marcan el lenguaje predominante. Los más críticos con la iniciativa, no obstante, alertan de que es un primer paso en la dirección de que el poder público fije qué lenguaje es o no correcto usar y en incurrir en los excesos de lo políticamente correcto que se han vivido en otras latitudes.

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