El fútbol no ganó, pero sí lo hizo Portugal. 90 minutos no fueron suficientes para que portugueses o franceses se proclamasen campeones de Europa. El tiempo reglamentario contó con más ocasiones para los galos, sobre todo de las botas del príncipe coronado rey en esta Eurocopa, Antoine Griezmann. Cuando el gol francés seguía sin llegar pese a los intentos, se produjo uno de los momentos claves del partido. Cae Cristiano Ronaldo. Una dura entrada de Payet obligó al luso a ser atendido. Volvió al terreno de juego, pero su evidente cojera fue el preludio de su retirada. Su llanto desconsolado fue una de las imágenes de esta final descafeinada. El tiempo extra fue una prolongación de lo que fue el partido, pero la situación parecía jugar a favor de Portugal. Tras una primera ocasión de cabeza de Éder que repelió Lloris, en el minuto 109 otra vez Éder, un delantero modesto y con una carrera con más pena que gloria, agarró el balón cerca del borde del área y soltó un impresionante derechazo que acabó sentenciando la final. Y Cristiano volvió a llorar, pero esta vez no de dolor, sino de valor.