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Aterrizando Blasphemous, la realidad tras los sueños cumplidos

Antes de convertirse en el éxito mundial que es hoy ‘Blasphemous’, hubo luces y sombras

Aterrizando Blasphemous, la realidad tras los sueños cumplidos

Aterrizando Blasphemous

Hace cosa de un mes y medio, a principios de marzo, el estudio sevillano The Game Kitchen anunciaba que había llegado al millón de copias vendidas de su juego Blasphemous. Esta misma semana se ha revelado, además, que su edición física ha superado en ventas a todo un peso pesado como FIFA 21. Un hito para cualquier desarrollador, sea o no del ámbito independiente. Pero, ante todo, supone un sueño hecho realidad para un equipo que no siempre vio las cosas así de claras. 

«El avión se está quedando sin combustible. Y tú no quieres estar en un avión que se queda sin combustible cuando se encuentra en el aire; quieres estar, al menos, tocando tierra». Una metáfora de Mauricio García, CEO de The Game Kitchen, que sirve para dar nombre al documental Aterrizando Blasphemous, centrado en el ciclo de desarrollo del juego a lo largo de los años. Está disponible en su web por 3 euros, y en Youtube podemos ver, gratuitamente, un adelanto de 10 minutos.

Cabría pensar que este mensaje tan apabullante, tan imperativo, define la recta final del desarrollo. No es nada extraño que cualquier producción, gigantesca o minúscula, pase por momentos en los que el dinero o los recursos comienzan a escasear. Sin embargo, pese a que la afirmación se localiza en un momento concreto del documental y se refiere a Blasphemous, bien podría servir como resumen de la trayectoria del estudio desde sus inicios. La historia de The Game Kitchen ha sido siempre la de una carrera por tomar tierra, o al menos por tener el suelo lo suficientemente cerca como para no colisionar. Hasta que les llegó el momento de enfilar hacia el sol, después de años de esfuerzo.

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Enrique Colinet, Game & Level Designer. | Imagen del documental vía el sitio web de Aterrizando Blasphemous.

Hace un tiempo se publicó Cave Mode, un vistazo extremadamente necesario a la realidad del fracaso a través del desarrollo y lanzamiento de The Fall of Lazarus. Ya hablamos por aquí de él y de cómo la sensación que nos produce tras finalizarlo es agridulce. Nos quedamos con el aprendizaje, ese poso de energía que puede revitalizarse tras curar las heridas. Los responsables de The Fall of Lazarus no dudan en aseverar que «volverían a hacerlo», a pesar de los sinsabores y el alto coste en calidad de vida, y lo mismo nos dicen los miembros de The Game Kitchen después de relatar el accidentado camino que les llevó a finalizar Blasphemous. Sin embargo, una diferencia de cifras con numerosos ceros separa ambas experiencias. 

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Imagen promocional del documental vía el sitio web de Aterrizando Blasphemous.

¿Qué habría pasado si Blasphemous hubiera sido un fracaso, otro de tantos? Los miembros del equipo explican que, a pesar de las altas expectativas, del éxito del crowdfunding y de contar con numerosas ofertas de publishers tras éste —entre los que escogieron, finalmente, a los británicos Team 17—, nunca sintieron la tranquilidad del éxito.

En gran medida, se trataba de una suspicacia interiorizada por aquellos que llevaban más tiempo en el estudio y habían asumido la precariedad como modo de vida —el final definitivo lo tuvieron «muy cerca», nos dice Mauricio—. Sin embargo, sí intuimos que desde el primer momento fueron conscientes de la importancia de su labor. De las profundas enseñanzas que podrían extraerse de su trayectoria, fuera cual fuese el resultado en última instancia. De no haber tenido esta certeza, ¿por qué dejar registro en vídeo de tantos y tantos momentos decisivos, reuniones, conflictos incluso, a lo largo de los meses? Aterrizando Blasphemous es un documental que se ha cocinado a fuego lento y se ha estructurado en el momento preciso, esperando hasta tener consolidado el mensaje final. 

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Imagen del documental vía el sitio web de Aterrizando Blasphemous.

Si The Fall of Lazarus es una historia de decisiones desafortunadas guiadas por la pasión, Blasphemous lo es de cautela. The Game Kitchen muestra, por supuesto, grandes dosis de amor por su trabajo, de empeño y anhelo por llegar al lugar que les correspondía, que no era otro que el de crear algo que les hiciera felices. Sin embargo, las personalidades de los dos grandes pilares del proyecto, Mauricio y Enrique Cabeza, contrastan con esa mentalidad de emprendedor entusiasta y a ratos desaforado que solemos tener en la cabeza cuando pensamos en creadores independientes.

Mauricio supo salir de eso que llamamos zona de confort para reconvertirse en la pieza que le faltaba al equipo, la de productor. Una figura versátil, centrada en optimizar recursos humanos y materiales, y organizar el desarrollo contemplándolo con cierta distancia. Aunque su utilidad parece más que evidente, sigue siendo un rol a menudo inexistente en el mundo indie, a ratos una hidra compuestas por numerosas cabezas pensantes más dirigidas a «apagar fuegos» que a ejercer un liderazgo consistente. Otro gran valor de Aterrizando Blasphemous se encuentra, precisamente, en reivindicar esta posición. 

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Imagen del documental vía el sitio web de Aterrizando Blasphemous.

Enrique Cabeza es el director creativo del equipo, el alma máter detrás del estilo preciosista de Blasphemous y el otro gran título del estudio, The Last Door. El documental nos ofrece un atisbo de su faceta imaginativa, pero elige centrarse en otro aspecto de su personalidad: la que se preocupa en exceso, la que trata de planear por encima de todas las tareas del equipo y adelantarse a los problemas constantemente.

Al igual que en Cave Mode, no se esconde la merma que ello supone para su salud mental. Se habla de la ansiedad de Enrique, sin esconderla. De tensión, de asertividad y de la importancia de tomar decisiones en equipo. Un vistazo al lado humano sin ocultar las partes más grises. Podemos sentir la misma pesadumbre que se lee en sus rostros cuando nos hablan de un momento crítico, uno de esos en los que el avión estaba volando peligrosamente cerca del suelo, en el que varios de los empleados tuvieron que quedarse en el paro durante algunos meses para que el estudio sobreviviera.

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Imagen del documental vía el sitio web de Aterrizando Blasphemous.

Los sueños se cumplieron para The Game Kitchen, y todos sus integrantes —al menos los que aparecen en el documental— coinciden en señalar que los desvelos y los llantos valieron la pena. Habría sido fácil editar el material para mostrar solo las partes felices, convertirlo en un discurso motivador como tantos otros. Sin embargo, el verdadero foco del mensaje se encuentra en esas costuras que no se nos esconden, en los huecos grises. Son estos los que aspiran a servir de ejemplo para quienes quieran emprender el mismo camino. 

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