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Efecto Mandela: así funcionan los falsos recuerdos

El efecto Mandela es un efecto que se da cuando nuestra mente recuerda momentos que nunca han existido

Efecto Mandela: así funcionan los falsos recuerdos

¿Quién no recuerda el “Espejito, espejito” de la madrastra de Blancanieves? ¿Se escribe KitKat o Kit-Kat? ¿De pequeños veíamos Looney Toones o Looney Tunes? ¿A qué altura está el guion de Coca-Cola? ¿De qué color es la cola de Pikachu

Pues bien, ni el personaje de Disney pronunció nunca esas palabras, ni KitKat se escribe separado; Coca-Cola tiene el guion (en realidad, un punto) en el medio; y al contrario de lo que la mayoría piensa, Pikachu no tiene una franja negra en su cola: es solo amarilla

Y seguimos desmontando falsos recuerdos. Porque Ricky Martin nunca se encontró a una fan desnuda con un bote de mermelada y un perro en el famoso programa de Sorpresa Sorpresa, ni Mickey Mouse llevó tirantes en su pantalón, ni el señor del Monopoly ha llevado monóculo en ninguna edición, y la famosa frase de Star Wars “Luke, yo soy tu padre”, nunca contuvo el nombre de Luke.

Probablemente tú también lo recordaras mal. Si es así, estás sufriendo el Efecto Mandela.

¿En qué consiste este efecto?

El efecto Mandela es un efecto que se da cuando nuestra mente recuerda momentos que nunca han existido. La psicóloga y bloguera Fiona Boome decidió acuñarlo con este nombre precisamente por el recuerdo extendido de que Nelson Mandela había muerto en la cárcel. Mandela, premio Nobel de la Paz en 1993, presidente de Sudáfrica entre el 94 y el 99 y símbolo de la lucha contra los derechos civiles, fue encarcelado durante 27 años. El 11 de febrero de 1990 fue liberado y 23 años después, falleció.

Sin embargo, a pesar de que gran parte de la sociedad afirmaba rotundamente que recordaba las imágenes de la muerte del líder sudafricano en la cárcel, lo cierto es que murió en 2013 en libertad. Esas imágenes, por tanto, nunca existieron. Pero no fue un caso aislado. El golpe de Estado del 23F solo fue retransmitido en directo en la radio, aunque el común de las personas afirmaba haber visto imágenes del tiroteo en la televisión. 

La variedad de ejemplos que encontró Boome sobre estos falsos recuerdos fueron suficientes para darle nombre al fenómeno. Unas evocaciones que, a pesar de ser ficticias, mantenemos en común muchos de nosotros. Pero este fenómeno va más allá de recordar mal a Pikachu o Mickey Mouse: pueden llegar a cambiar nuestras vidas.

Elizabeth Loftus, cuatro décadas estudiando falsos recuerdos 

La memoria es como Wikipedia. Podemos borrar, añadir o modificar constantemente su contenido. Así lo explica Elizabeth Loftus, profesora de psicología cognitiva especializada en memoria humana en la Universidad de California. Después de 40 años investigando sobre falsos recuerdos, Loftus no solo ha descubierto que se pueden implantar en nuestra mente momentos que nunca hemos vivido sino también los motivos por los que los acomodamos en nuestra memoria. Hoy, a sus 73 años, todavía no tiene todas sus dudas resueltas. Aún trata de saber cómo de vulnerables somos a este tipo de recuerdos.

Al hablar de memoria, pensamos automáticamente en personas que han perdido la capacidad de recordar. Sin embargo, el trabajo de Loftus consiste justo en lo contrario: estudiar cómo las personas recuerdan cosas que nunca han pasado o recuerdan hechos que han pasado de manera diferente a la situación real. Es lo que conocemos como falsos recuerdos. 

Cuenta Loftus que en los años 80 hubo una oleada de denuncias por agresión sexual en Estados Unidos. Muchas de ellas fueron fruto de fallos en la memoria de las víctimas, que acusaron a hombres inocentes y acabaron con su libertad. La psicóloga se involucró en estos casos y declaró en varios juicios para demostrar que se trataba de falsos recuerdos y por tanto, de falsos acusados -y condenados-. Uno de los casos que se hizo famoso por su repercusión fue el de Steve Titus, circustancia que hizo ganar al periodista Paul Henderson el Premio Pulitzer de Informes de Investigación en 1982.

Titus fue un empresario estadounidense que tuvo problemas en su vida laboral después de haber sido acusado falsamente por violación. En el juicio, Loftus se encargó de demostrar que la víctima había confundido a Titus con el violador en serie Edward Lee King, el protagonista real del caso. En la primera acusación, la víctima dudó de si era o no él, pero en la segunda lo aseguró sin pensarlo. Cambiar la percepción tras un primer contacto visual es uno de los comportamientos habituales en personas afectadas por falsos recuerdos. Por culpa de ese testimonio, Titus fue condenado hasta que, gracias al periodista y otros investigadores, se demostró su inocencia.

¿Por qué compartimos los mismos falsos recuerdos?

Roberto García Álvarez, licenciado en Derecho y Psicología, cuenta a The Objective por qué tenemos este tipo de recuerdos. El principal motivo es educacional. «Nos han convencido de que la memoria funciona como una grabadora que guarda tus recuerdos y al darle al play siguen ahí intactos». Pero la memoria no funciona así, sino como un conjunto de datos sueltos. «Cuando activamos el recuerdo, juntamos un cacho de aquí y otro de allí y lo recomponemos. Esa fase de recomposición da lugar a nuevas interpretaciones, se pueden colar nuevos datos«, explica. 

Sin embargo, lo que ocurre en el efecto Mandela es que a pesar de ser recuerdos ficticios, los mantenemos en común muchos de nosotros. Pero, ¿por qué?

García nos cuenta que es una cuestión sociológica. «Puede ser sencillamente por repetición«. Pero recalca que el problema no es que la gente afirme que Mandela murió o no en la cárcel, sino que afirme que recuerda unas imágenes que nunca existieron. El abogado lo atribuye al miedo a llevar la contraria en una conversación grupal: si alguien afirma rotundamente que el 23F se transmitió en directo en la televisión, haremos como si lo recordamos aunque no sea así. «Suele ser por presión social y por miedo a ser disidentes. La gente tiene miedo a romper la cohesión social«, nos explica. Y es así como poco a poco se va extendiendo un recuerdo que nunca existió.

Además, también influye mucho el momento de la vida en el que nos encontremos. Hay momentos en los que somos más propensos a creer lo que oímos y lo que esté ocurriendo en nuestro entorno social y geográfico es determinante. Es precisamente lo que ocurrió en Estados Unidos en los 80: un efecto llamada entre mujeres que acusaron a hombres inocentes bajo los efectos del falso recuerdo.  

Y en España, dice García, puede que estemos muy próximos a vivir algo parecido. Teniendo en cuenta el machismo existente en el país y la existencia de la cultura de violación, el psicólogo señala que, a raíz de la multitud de denuncias por agresión sexual que están saliendo a la luz, puede que otras mujeres con espacios en blanco en sus mentes empiecen a plantearse si han sido violadas. “Siempre sin poner en duda el testimonio de las posibles víctimas, por supuesto”, remarca. «El problema de este tema es que sirve tanto para creerlo todo como para no creer nada y esto es también muy peligroso«, lamenta. 

De las fake news a los falsos recuerdos

Estar expuestos a falsas noticias nos hace susceptibles a introducir falsos recuerdos en nuestra mente. García cuenta que siempre hemos estado expuestos a estas mentiras, por parte de los medios y de la propia historia. En cambio, ahora es mucho más fácil inculcar falsos recuerdos. «Yo puedo hacer que un mensaje tenga más repercusión que un medio de máxima audiencia a través de Twitter y si tu memoria falsa y la mía se suman y van en el mismo sentido y un tercero se suma, y un cuarto y un quinto, puede llegar a crearse una memoria colectiva falsa«.

Podría llegar a crearse un movimiento de corte racial, ejemplifica el psicólogo. «De hecho, podría incluso que esas memorias converjan todas en un movimiento social«. En un contexto en el que personajes públicos como Donald Trump hacen de las fake news una arma política, es importante el futuro de nuestros recuerdos. «Con las afirmaciones de Trump sobre los inmigrantes, se podría llegar a crear un movimiento basado en un falso recuerdo». Según el recuento de mentiras de Trump elaborado por The Washington Post, en 558 días de gobierno dio 4.229 declaraciones falsas, 538 referentes a inmigración. 

Y aunque García sabe que de hechos ficticios también podrían surgir movimientos benéficos, una cosa sí tiene clara: aunque sea por una buena causa, nunca debería extenderse un movimiento que provenga de un falso recuerdo o de un acto de manipulación.

El papel de la justicia española

Igual que Estados Unidos cuenta con referentes como Loftus en la investigación sobre los falsos recuerdos y las consecuencias que tienen en los testimonios judiciales, España todavía no cuenta con investigaciones propias ni tantea la posibilidad de atribuir ciertas declaraciones a este fenómeno de la memoria. ¿A qué se debe? Roberto García nos cuenta que ningún juicio español se ha resuelto con este tipo de recuerdos. «No se habla de falsos recuerdos porque si metes el concepto como algo canónico, que ya lo es a nivel científico, judicialmente pones en entredicho algo tan importante como el testimonio, entonces a los abogados y jueces prefieren hablar de ‘errores de reconocimiento’«.

También lo atribuye al tipo de justicia que hay en nuestro país. «En España la justicia es más estricta. Es sota, caballo y rey«. «En EEUU es muy teatral, más interpretativo, ‘a ver qué cuento’». Por eso, García cree que no se habla de falsos recuerdos, porque sería «cargarse la institución».

«Es un tópico dentro de la psicología el estudio de los errores de identificación y de los fallos de memoria pero no en sí de los falsos recuerdos y mucho menos de la tecnología de implantación«, concluye el abogado.

Y tú, ¿estás sufriendo el efecto Mandela?

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